sábado, 9 de octubre de 2010

...Y AL SÉPTIMO "N", DESCANSÓ


Pues ayer realicé mi último recorrido en bus. Una experiencia agridulce. Por una parte la sensación de cerrar una etapa que me ha tenido entretenido durante casi un año y por otro lado constatar que, a pesar de que la noche debería haber sido especial para mí, la verdad es que el último viaje no fue, ni mucho menos, el mejor de los realizados.

También como en los dos recorridos anteriores, esta vez aproveché que, de nuevo, llevaba a mi hija mayor a un trabajillo que le había salido, para intentar estacionar el coche y así poder regresar con mayor celeridad al terminar el trayecto.

Pero ayer las calles de Zaragoza ya presagiaban la marea de eventos y todo tipo de celebraciones que van a realizarse con motivo de las fiestas del Pilar y no había ni un hueco ni medio en las calles de la ciudad. Parecía como si todos los conductores se hubieran afanado en buscar el más mínimo espacio en el que estacionar sus vehículos. Probé por la calle Albareda, por Conde Aranda, de nuevo por la calle San Blas. Nada, no había hueco en el que meterse. Finalmente decidí pasarme a la orilla izquierda y me metí por Germana de Foix, Plaza de San Gregorio y un sin fin de otras vías cuyo nombre no recuerdo. Finalmente fui a parar a las cercanías del colegio "Eugenio López" y allí -subrepticiamente- estacioné por fin el Toyota a caballo de una acera y un huequecito que me dejaba el coche de al lado.

Inicié, acto seguido, un ligero trotecillo a pie para ir a dar con el puente de piedra, atravesarlo, pasar por la Plaza del Pilar y por la calle Alfonso y arribar finalmente al Paseo Independencia.

Las calles estaban ya tomadas por cuadrillas de peñistas o pseudopeñistas que sólo utilizan la vestimenta pero no pertenecen a agrupación alguna. Todos ellos, botella de cocacola de litro con calimocho en mano iban calentando motores para el arranque de la festividad que comenzará hoy a las nueve de la noche. Como siempre, en estas salidas nocturnas, empecé a tener la incómoda sensación de que yo no encajaba mucho en el ambiente y un rosario de recuerdos de cuando era joven y también iba de fiesta pasó con celeridad por mi mente.

Llegué a Independencia 6 donde inicia su recorrido la línea N7 y una vez localizada la parada pensé cómo distribuir mi tiempo hasta la una de la madrugada. Todavía eran las 12 y 10 de la noche y, por tanto, quedaban 50 minutos a mi disposición.

Mis pies se encaminaron a los dos lugares típicos de referencia en estas ocasiones: los helados italianos (que estaban cerrados) y el VIPS donde cada vez hay menos oferta de revistas a disposición de los hojeadores que, como yo, aprovechan su tiempo libre para ponerse al día de noticias y novedades, todo ello por el morro.

Como llevaba las gafas de dos aumentos, pude emplearme a fondo con:

- La revista Macword que antaño la compraba y que ahora hablaba del ephone4

También leí con apresuramiento las noticias de las portadas de todos los periódicos, con especial atención en los periódicos económicos que, desde hace algún tiempo presagian catástrofes sin fin y un oscuro futuro para las jóvenes generaciones.

Salí del VIPS un poco atontado por el caleidoscopio de noticias tan diferentes leídas con apresuramiento y me dirigí Independencia arriba, de nuevo hacia la parada del N7.

El bus muy puntual a su cita, se presentó a las 12:57 y un joven conductor latino nos entregó con suma amabilidad los gratuitos billetes a los 4 viajeros que montamos en el inicio de línea.

Al arranque inicial le siguió un sinfín de paradas y nuevos arranques. En las paradas volvía a acceder gente del más variado pelaje. Me llamó la atención una pareja mixta: ella blanca y él negro. La diferencia de edad era favorable al varón (era más joven). Se sentaron detrás de mí y de vez en cuando la fémina lanzaba al semivacío autobús risitas y carcajadas que a mí se me antojaron de preapareamiento.

Luego me entró un pesado sopor y perdí el sentido de la orientación, no sabiendo dónde me encontraba. Gracias a un cartel pude adivinar que el autobús se dirigía al Barrio de San Gregorio. De nuevo a la entrada del barrio di otro microsueño y ya cuando el bus enfilaba el Camino de los molinos, decidí apearme cambiando el rumbo inicialmente trazado que me debía conducir hasta Peñaflor. Me puse en pie y me despejé un poco y cuando nos acercábamos al Hotel NH del Polígono el Pilar, oprimí el pulsador solicitando parada.

Descendí del bus medio atontado e inicié el retorno a pie hasta donde se encontraba el coche. Por el camino de los molinos no se veía ni un alma y por un momento pensé si no era una temeridad circular por ahí a esas horas de la noche. Afortunadamente a lo lejos oteé un grupillo de gente motera que se había concentrado en una especie de club que tienen al lado de TAMIZ, en el Picarral.

Salí a San Juan de la Peña y percibí el pútrido olor de la Saica. A pesar del lavado de cara que un día sí y otro también realiza la empresa con sus inserciones en el periódico, la noche zaragozana huele bastante mal en el Picarral.

Llegué por fin a Valle de Broto y con paso un poco vacilante arribé por fin al coche. Al bajar las ruedas de la acera, noté un golpe en el parachoques pero no me molesté siquiera en mirar lo que había pasado porque estaba tan cansado que sólo pensaba en regresar a mi hogar.

Llegué a casa sobre las 2:15 con la sensación ambivalente comentada al inicio: por una parte satisfacción por completar todos los recorridos y por otra, la verdad, me hubiera gustado un final más excitante y original para mi ruta de nuncameaburro.

LA PLASMACIÓN DE UN NUEVO PROYECTO:

EL PERIPLO ARAGONÉS
Ya está en marcha mi nuevo proyecto-continuación del blog nunca me aburro. Ahora va a tener el formato de asociación y está abierto a todo aquel que quiera participar. La asociación se llama El Periplo Aragonés y, como digo, pretende aglutinar a todos aquellos que quieran compartir desde un espíritu colaborativo nuevas experiencias de ocio y tiempo libre. El lema de la asociación es:

SACO LO MEJOR DE MÍ Y LO COMPARTO CON LOS DEMÁS

De manera que os invito a todos los que podáis tener interés por el proyecto a que visitéis el enlace: http://asociacionelperiplo.blogspot.com.es/ donde se exponen los programas que se van a poner en marcha a partir del próximo domingo, día 17 de octubre.

AGRADECIMIENTOS

A todos los que me habéis leído y a todos los que habéis enviado comentarios os quiero agradecer muy de veras vuestro apoyo y participación. Aunque comencé sin pretensiones de tener lector alguno, debo reconocer que como seres sociales que somos, a mí también me gusta que me lean. Con esta experiencia he descubierto un nuevo campo de posibilidades insospechadas con el que me lo paso muy bien, disfruto y hago nuevos amigos. Gracias de nuevo y os deseo a todos lo mejor.

domingo, 3 de octubre de 2010

Haciendo doblete. Líneas N5 y N6

Pues sí, el viernes viajé en la N5 y el sábado circulé con la N6. Fueron dos experiencias muy distintas aunque el viaje comenzaba a la misma hora. Como se verá, dependiendo del estado de ánimo, del cansancio o, simplemente, de variables tan aparentemente insignificantes como tomar o no un helado, las vivencias cambian significativamente.

El viernes el recorrido no ofreció muchas novedades. Después de llevar a mi hija mayor hasta casa de unas amigas, yo aproveché ese viaje en coche y traté de aparcar lo más cerca posible del inicio de la parada del N5. Esa fue mi primera sorpresa: los aparcamientos por el centro de la ciudad estaban todos ocupados. Fue necesario dar vueltas y más vueltas hasta que encontré un huequito en la calle San Blas donde, finalmente, dejé estacionado el Toyota.

Eran las 11:45 de la noche y todavía me quedaba mucho tiempo hasta la una de la madrugada; así que, como es habitual, me dediqué a pasear por las calles del centro con todas las antenas conectadas por si observaba algún acontecimiento que me llamara la atención.

En la calle Conde Aranda había mucho movimiento. Ciudadanos inmigrantes que iban y venían y otros que conversaban en pequeños corrillos. De vez en cuando alguien elevaba el volumen de voz y se escuchaban frases entrecortadas en ininteligibles idiomas.

Me dejé llevar hasta el Paseo Independencia y mis piernas se encaminaron automáticamente en dirección a los Helados Italianos. Rápidamente la idea de degustar un cucurucho pasó por mi mente y, como siempre, me decidí por el sabor "Tutti fruti". Al mismo tiempo que lo degustaba con estudiada parsimonia también iba fraguando en mí la extraña sensación de estar fuera de contexto en la noche zaragozana.

Reflexioné sobre ello y lo achaqué a la edad. Como ya comenté en anteriores crónicas, según avanza la noche, la ciudad es tomada por los jóvenes. Las personas más mayores -a mi entender- no encajamos ya en esa obra de teatro.

También lo podría atribuir al hecho de ir solo. Esta circunstancia me produce una cierta incomodidad sólo por las explicaciones que tendría que ofrecer si me encontrará con algún conocido a esas horas de la madrugada.

Después de apurar el helado me dirigí al Vips con la idea de hojear alguna revista y así lo hice durante un rato, siempre con la sensación de que el vigilante jurado seguía mis pasos.

Salí otra vez y la noche empezaba a refrescar. Iba en camisa y ya acusaba la bajada de temperatura. Estuve enredando un rato en un banco con el móvil y cuando de nuevo sentí el frío, otra vez me metí en el Vips. Allí permanecí hasta que ya eran las 12:55 y, por tanto, había que salir a la búsqueda de mi búho.

El recorrido fue también monumental. Después de dar vueltas y más vueltas, aparecimos en el Barrio de la Paz donde la conductora hizo un pequeño receso; bajó del bus y se fumó un cigarrillo. Luego, como ya es habitual en estas líneas, subieron unas jóvenes que venían de hacer botellón y la cosa se empezó a animar. Esta vez les dio por hacer fotos y más fotos con los móviles y el bus se llenó de flashes. No se si alguna toma apuntó hacia mí. El caso es que, como ya es habitual, yo traté de pasar lo más inadvertido posible y de nuevo fue una buena estrategia porque nadie se metió conmigo.

Llegados de nuevo a la Plaza Aragón, todavía no me apeé. La conductora sí que bajó otra vez y, además del cigarrillo, se tomó un café, vertiendo el excitante producto desde un termo muy práctico que llevaba. Finalmente el bus se puso de nuevo en marcha y yo me apeé en Plaza España para dirigirme luego por Conde Aranda hacia la Calle Mayoral y, posteriormente San Blas. Aún me quedó tiempo de contemplar una pelea entre extranjeros y enseguida acudió la policía para controlar la situación. Iba pensando en el título de la entrada del viernes y el que me veía a la mente era: "línea N5: un recorrido con poca sustancia". El título resume, de alguna manera, la experiencia del viernes. Llegué a casa con mucho sueño y con la sensación de haberme liberado de una obligación autoimpuesta.

La excursión del sábado ya fue otra cosa. Por la mañana estuvimos en el pueblo con unos amigos y pasamos una jornada muy agradable. Yo tomé café después de la comida y luego unos tés con lo que quedó asegurada la vigilia de la noche. Ya en Zaragoza, sobre las 12 de la noche salía de casa a buen paso y nada dormido. La disposición mental era mucho mejor que la del viernes y eso me hacía estar más eufórico. Fui tomando fotos nocturnas ensayando distintos ángulos y enfoques. Animado por los comentarios de Javier experimenté con varias tomas que creía quedarían originales.

Llegué al Paseo Independencia sobre las 12:40 y me di varias vueltas para hacer tiempo. A la una en punto acudía el N6 y, de nuevo comenzó el baile de gente que subía y que se apeaba. Como ya he comentado, los regresos son más amenos que las idas ya que en el primer caso la gente comienza la marcha y en el segundo se retira a sus casas.

Este N6 realiza también un hiperrecorrido. Primero nos llevó hasta Vía Hispanidad y luego, desandamos todo el camino para volver hasta la Plaza Paraíso. Allí enfiló hacia La Cartuja. Sin embargo a la altura de la confluencia de Cesáreo Alierta con Camino las Torres observé como un joven fornido negro se iba a apear y eso fue como una señal que me estaría indicando lo vacuo de mi empeño por llegar hasta el final del trayecto en la Cartuja. Me apeé al mismo tiempo que lo hacía el joven de color y, satisfecho de mi decisión, me encaminé hacia mi casa.

Llegaba a mi domicilio sobre las 2:20 de la madrugada. Satisfecho por la decisión de hacer doblete este fin de semana. También fui pensando en el nuevo reto a encarar a partir de la finalización de los recorridos en bus. Creo que ya lo tengo perfilado y, en su momento lo comentaré también en este blog. Así es que el próximo fin de semana será especial: comienzan las fiestas del Pilar y yo realizo mi último recorrido autobusero. Todo ello habrá que celebrarlo adecuadamente.

Resto de fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/HaciendoDobleteLineasN5YN6##

domingo, 26 de septiembre de 2010

La noche zaragozana huele a hachis y sabe a calimocho. Línea N4

Finalmente la salida correspondiente a esta semana no la pude realizar el viernes. El motivo fue que tenía mucho sueño y lo dejé para el sábado.

Después de una estupenda velada con mi amigo Alfredo y su familia en la que nos obsequiaron con una magnífica cena y desempeñaron con gran acierto y detalle su función de anfitriones llevé a mi señora a casa y yo me volví con el coche hasta la calle Albareda donde lo dejé aparcado. Era la una y diez de la madrugada y ya se me había pasado el primer autobús. Así es que -mentalmente- me preparé para tomar el siguiente que yo creía que pasaría a la 1:45.

Para hacer tiempo estuve deambulando por la calle Hernán Cortés y calles aledañas. De ese primer reconocimiento nocturno no obtuve mucha información; la noche estaba más bien fría y hacía viento lo cual no invitaba precisamente a pasear y se veía poca gente por los alrededores.

Me puse camino de vuelta al inicio de la parada del N4 y justo en ese momento ví como arrancaba. Ahí fue donde me di cuenta que la frecuencia del bus es cada media hora y no cada 45 minutos. Algo contrariado me dispuse a esperar de nuevo para tomar el siguiente vehículo que pasaba a las 2 de la mañana.

Como empezaba a tener algo de frío decidí ir a la búsqueda de algún bar o cafetería en la que poder tomarme algo caliente. El intento, como se verá, fue vano pero en esta segunda excursión ya empezaron a aflorar las particularidades y querencias de la joven fauna noctívaga que puebla la ciudad a esas horas.

En una esquina me crucé con unos jóvenes y según se iban alejando, una estela de olor intenso y penetrante era detectada por mis órganos olfativos. Es el típico olor a hachis -pensé-. Hace bastante tiempo que no lo detectaba con tanta intensidad.

El hecho anteriormente narrado se repitió al menos en dos ocasiones más lo cual me dio pie para pensar que si se tratara de un muestreo, más o menos un 20% de la población circulante sería consumidora.

El frío me desvió de estas elucubraciones y me recordó el objetivo inicial de este segundo periplo: encontrar una cafetería. Fueron inútiles mis idas y venidas y mis indagaciones porque la mayoría de ellas se encontraban cerradas y los bares que a esas horas permanecían abiertos eran bares de copas muchos de ellos con porteros malcarados que desaconsejaban con su lenguaje no verbal siquiera preguntar si podían servirme un cortado o una manzanilla.

Así es que a la 1:45 ya estaba de nuevo en la parada para no dejarme escapar el segundo bus. La espera se prolongó hasta las 2:12 cuando ¡por fin! arribó el búho y monté en él.

Bastantes usuarios iban en ese momento camino de sus destinos. Silencio y buenos modos en el interior del bus. Los que se retiran ya no están para muchas alharacas -pensé-.

A partir de ese momento se inició un vertiginoso recorrido más parecido a una competición automovilística que a un tranquilo paseo urbano. Aprovechando la escasa circulación nocturna, el conductor incluso se saltó algunos semáforos, todo ello en aras de una mayor rapidez del trayecto.

Pasamos por Isabel la Católica, Vía Ibérica, Montecanal y Valdespartera eso sí dando muchos rodeos, vueltas y revueltas para que todos los usuarios pudieran apearse lo más cerca posible de sus domicilios. Como en el viaje anterior, yo perdí la orientación en varias ocasiones. La nocturnidad y la falta de referencias me despistaban y ya no sabía dónde estaba.

Cuando por fin se inició el viaje de regreso, comenzó la segunda parte de la función. Ahora subían al autobús jóvenes que -después de hacer botellón- se dirigían a sus zonas de bares para continuar con la marcha. A mi lado se sentó una chica pertrechada con abundante provisión de botellón y, entre trago y trago bromeaba con gritos y grandes voces con sus amigos. Todos los que iban subiendo mantenían un perfil similar y enseguida el bus se convirtió en una especie de gallinero alborotado abundando las bromas, los empellones, y los "cooos" y "caaas" marca de la casa.

Como el otro día yo no dije ni mu para que mi presencia pasara inadvertida y, afortunadamente esta estrategia dio buen resultado porque no hubo que lamentar incidente alguno.

Este viaje de regreso se me hizo mucho más corto pues el espectáculo fue verdaderamente variado e interesante. Este hecho me sirvió de motivo de reflexión al pensar que la gente original, que destaca por algo o que encara la vida con más nervio y alegría resulta más atractiva para los demás.

Todavía tuve que esperar que el vehículo realizara un corto periplo por la plaza Paraíso y regresara hacia la Puerta del Carmen que era mi punto de regreso. Allí me apeé y con paso presuroso me dirigí hacia mi coche. La temperatura había caído ya hasta los 11 grados y el frío comenzaba a impregnar mi cuerpo. Dí un último acelerón y ya me planté en el interior del Toyota. La vuelta a casa la realicé con la calefacción al máximo. Llegué a mi domicilio sobre las 3:15 de la madrugada agradeciendo a Alfredo y Mª Jesús el café que me ofrecieron como culminación de la cena. Esa estimulante bebida me había permitido superar con éxito esta nueva prueba de aguante nocturo. Todo sea por el buen fin de mi empresa. La próxima semana, la línea N5.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Mi reino ya no es de ese mundo. Línea N3

Pues no, mi reino ya no pertenece a la noche ni a las movidas de altas horas de la madrugada. Lo cierto y verdad es que estas últimas salidas tienen más un componente de cabezonería que de disfrute. Lo digo porque no acabo de acostumbrarme a tomar los "buhos" a la 1 de la madrugada y regresar bastante tarde a casa.

Sin embargo mi decisión de recorrer TODAS las líneas de bus de Zaragoza, es inquebrantable y, desde luego no voy a faltar a mi cita hasta que viaje en la N7 que es la última.

Como siempre, salí de casa a las 12 de la noche y esta vez, con bastante sueño. Pero el deber es el deber y rápidamente me puse en marcha.

La noche estaba fresquilla pero no desapacible. Al ir caminando, poco a poco mi cuerpo entró en calor y ya a la altura del Puente de Piedra, mi tono vital era más propicio para encarar con decisión la aventura nocturna.

Llegué a la Plaza Aragón a eso de las 12 y 25 y directamente me metí en el VIP´s para hacer tiempo mientrar miraba alguna revista. Como ya es habitual, mi olvido de las gafas propició el que no pudiera aprovechar mucho la visita. Además, un encargado del establecimiento no paraba de ordenar (con grandes ademanes), los periódicos y revistas. De su conducta no verbal extraje la conclusión de que lo hacía para desincentivar a los potenciales lectores nocturnos de su intención de leer por el morro las revistas ahí expuestas.

Así es que aún me quedó tiempo de dar una vuelta por la tienda y ojear algún libro curioso prestando especial atención a varias enciclopedias ilustradas muy bien presentadas.

Salí del establecimiento directo de nuevo a la parada. Ya era la una menos cinco y en cualquier momento podía venir el bus.

No fue así. Primero llegaron sus hermanos N1 y N5 pero del N3 ni noticia. Así estuve esperando -junto a los otros viajeros- hasta la 1 y 12 minutos que fue cuando, finalmente, acudió el bus.

En esta ocasión había más gente de lo habitual hasta ahora. No se si sería el frío nocturno o la idiosincrasia del destino, pero subió bastante personal al autobús.

A partir de ese momento se inició un larguísimo periplo por las calles, avenidas y barrios de la ciudad. Pasamos por la Avenida de Madrid, por el Barrio Oliver, por Miralbueno, Avenida de Navarra y Valdefierro. En varios momentos del interminable periplo me desorienté por completo y no sabía ni donde estaba. También hubo al menos dos o tres ocasiones en las que ya empezaba a cerrar los ojos de sueño...

Sin embargo la variada fauna noctívaga que poblaba el bus sí que dio mucho juego. Sobretodo en el viaje de vuelta. La hora ya caminaba hacia las 2 de la madrugada y, en un determinado momento sólo permanecíamos en el autobús un señor y yo. En la siguiente parada subieron 4 jóvenes con claros síntomas de embriaguez y empezaron a bromear con mi acompañante. Cuando este se apeó lo despidieron llamándole de todos los nombres. Cuando me quedé solo, pensé: "ahora seré yo el blanco de sus bromas" pero no se si sería que yo no les hacía gracia o simplemente que su foco de atención pasó a otra cosa, el caso es que a mí no me dijeron nada.

Después empezaron a subir chicos y chicas de la más variada condición y vestimenta. Muchos de ellos hablando a grandes voces y alguno de ellos dedicándose a aporrear con vehemencia la ventanilla del bus. El conductor ni se inmutaba. Yo permanecía en un rinconcito, aparentemente ajeno a todo el bullicio pero bien atento no se fuera a escapar algún capón en mi dirección. Afortunadamente nada de eso ocurrió.

También me llamó la atención las idas y venidas de las miradas de los pasajeros en una y otra dirección. Ellos y ellas oteaban a sus congéneres sin ningún rubor. Parecía claro que el juego del cortejo y las demostraciones de fuerza o ingenio se iban convirtiendo poco a poco en el lenguaje de intercambio entre los jóvenes. Yo ya no formaba parte del proceso.

Perdido ya el sentido del tiempo transcurrido, por fin aparecimos de nuevo en la Plaza de España. Salté del asiento y me apeé para -rápidamente- iniciar una especie de galopada hacia mi casa. Tenía más sueño y muchas ganas de llegar a casa. Internamente estaba cansado pero satisfecho. Había cumplido con mi propósito y volvía sano y salvo. Para el próximo viernes, la línea N4.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Crónica breve en un día triste. Línea N2

Escribo estas líneas todavía muy apenado por la triste noticia del fallecimiento de Tomás, el padre de mi amigo Javier. Hoy, buena parte del pueblo hemos acompañado a toda la familia en esos momentos tan dolorosos. Descanse en paz pues era una excelente persona y yo siempre tuve con él una relación muy cordial.

Por mi parte -y como homenaje a Tomás- no quiero extenderme en muchas explicaciones sobre la salida del viernes día 10 de septiembre. Diré que realicé el recorrido con la línea N2 tal como estaba previsto. En realidad no hubo muchas novedades. El bus realiza un trayecto bastante amplio pues sale desde Independencia 4 y luego pasa por La Almozara, da la vuelta, sigue por el Actur y llega hasta Parque Goya II para enfilar, posteriormente por la Avenida Academia General Militar.

Realicé, como digo el recorrido sin grandes incidencias. En esta ocasión viajaba más gente en el autobús que el viernes anterior.

Sólo un señor que daba grandes voces y parecía un poco trastornado en el inicio de la línea alteró un poco la jornada de normalidad de esa noche. Yo me inhibí y no le presté atención y, enseguida, su presencia se fue diluyendo.

Incluyo algunas de la fotos que tomé. No me extiendo más. Todavía estoy un poco"tocado" por las múltiples reflexiones sobre la vida y la muerte que han pasado por mi cabeza durante el funeral y posterior enterramiento.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Línea N1. La noche es de los jóvenes

El comienzo de mi experiencia nocturna ha resultado más fácil de lo que esperaba. No disponía de referencias claras de horarios ni lugares de salida y me intrigaba adivinar el ambiente que se respiraba en los "buhos". Nada de ello ha sido óbice para mi empeño por coronar el objetivo propuesto desde el inicio de este blog. Así es que el viernes, 3 de septiembre, salía de casa a la redonda hora de las 12 de la noche (las 00:00 en mi reloj digital).

Yo soy más bien de hábitos diurnos por lo que -sin desagradarme- la excursión nocturna no me atraía especialmente. Tuve que vencer varios conatos de sueño antes de ponerme en marcha y, finalmente al sentirme ya más despejado, inicié el camino dirección Plaza de Aragón. Invité a mi señora a que me acompañara pero declinó amablemente la invitación pues no le veía mucho sentido al desplazamiento a pie para una finalidad tan simple como realizar un recorrido en bus desde el centro de la ciudad hasta el barrio de Santa Isabel.

Según iba caminando por la Avenida Cataluña, me iba despejando progresivamente. Como es sabido, caminar proporciona inusitadas reflexiones mentales y, en mi caso, iba pasando de un tema a otro con gran facilidad. Hubo un rato que anduve recordando la canción de Sabina:

Negra noche, no me trates asíii,
negra noche, espero tanto de tí.
Noche maquillada, como una maniquíii,
noche perfumada con pachulí, con pachuli
A su vez, el segundo verso me recordó los años de mi juventud en los que, efectivamente, mucho se esperaba de las innumerables noches de marcha cuando salíamos con los amigos por la ciudad o en las fiestas de los pueblos.

En un momento dado, descubro que casi no llevo batería en el móvil (y para variar que no me he cogido las gafas de ver de cerca) por lo que las fotos que realice tendrán que ser sin flash. Me voy cruzando con chicos y chicas jóvenes. Unos van y otros vienen. La noche noche, todavía no ha comenzado a las 00:30 en Zaragoza.

En el Puente de Piedra tomo una foto experimental sin flash, a sabiendas que no me saldrá muy bien, pero hay que dejar constancia de la salida. Poco a poco me voy acercando a la Plaza de España y cada vez se ve más personal (joven) por el centro. También alguna pareja más mayor, él con ojos somnolientos. Enfilo por el Paseo Independencia y enseguida adivino la silueta de dos autobuses esperando en el comienzo de línea: el N3 y el N1. Son las 00:49 y me alegro al suponer que el primer servicio arrancará a la 1 de la madrugada.

Subo el peldaño de acceso al bus y la conductora me facilita un billete.

El servicio nocturno es gratuito. Otra pequeña alegría ya que no tenía claro cuántos viajes me quedaban en la tarjeta-bus.

Esperaba encontrarme con un jolgorio tremendo y el bus abarrotado de gente. Iba incluso prevenido no fuera a vomitarme alguien por encima del hombro, pero sólo viajamos 6 personas y yo: cuatro chicas jóvenes y dos señoras más mayores. Las chicas jóvenes todas ellas conectadas con su móvil, bien escuchando canciones bien realizando alguna críptica consulta, bien hablando -sin tasa de tiempo- con algún interlocutor indefinido.
Arranca el bus y se inicia un meteórico viaje. En muchas paradas no se detiene porque no hay gente esperando. Por la noche hay mucha menos circulación y, por tanto los desplazamientos son más rápidos.

Llegamos al Barrio La Jota, lugar de inicio de mi viaje a pie al centro y, después de pasar por Vadorrey, enfilamos de nuevo a la Avenida Cataluña.

En el viaje se ha subido un alumno conocido pero él no me ha visto o disimula. Me interrogo por su "temprano" regreso a casa. Lo más fácil sería preguntárselo pero no me apetece mucho hablar, así que contemplo como el alumno se apea cerca de la gasolinera de Santa Isabel y el viaje continúa.

Seguimos por la Avenida de Santa Isabel y luego por la Avenida del Real Zaragoza, donde el bus da la vuelta y se dispone a regresar al centro de la ciudad.


Le digo a la conductora que no me apeo y que continúo en el viaje de regreso y me facilita otro billete gratuito de vuelta. Salimos a la 1:30 y a la 1:36 ya nos hemos presentado en la Plaza Mozart donde me bajo. Llego de nuevo a mi casa a la 1:45 con la sensación del deber cumplido pero un poco "noqueado" por lo extraño de la hora para mis pautas habituales de sueño.

Sobre las 2:00 ya estoy en la cama. Lo malo es que mañana subo a Uncastillo y tengo que levantarme a las 8:00. Bueno, no ha estado mal la jornada.

domingo, 29 de agosto de 2010

Línea C7. Crónica diferida del último trayecto diurno

Esta vez sí que lo logré. Miré en primer lugar la ubicación de las paradas, me hice un croquis y me aseguré que había bus los viernes. No llegué a llamar por teléfono para confirmarlo como me sugería mi buen amigo Juan Antonio Castaño puesto que consideraba que con la información genérica que proporcionaba la web de Tuzsa, era más que suficiente.

El día: el viernes, 27 y en horario de tarde. El desplazamiento hasta la Avenida de Casablanca lo realicé en coche y todavía tuve que dar varios rodeos hasta que me ubiqué en la Avenida del Séptimo Arte. Como es un barrio nuevo para mí, todavía no tengo asimilados mentalmente los nuevos trazados. Parece, de hecho como si transitara por otra ciudad.

El caso es que por fin llegué a la calle Ciudadano Kane y, enseguida vislumbré el Centro de Salud de Valdespartera. Hacía mucho calor y varias cuadrillas de trabajadores laboraban afanosamente con la finalidad de "terminar de poner las calles". Se ve que la zona es supernueva y que todavía quedan retoques de última hora que realizar. Poco a poco, sin embargo, el barrio se va configurando como un lugar habitable en el que, dentro de unos años, con toda seguridad, empezarán a corretear los niños por sus parques y avenidas.

Alegría contenida al ver, por fin, la parada del C7 al lado del Centro de Salud. Es verdad, no es una ilusión, el C7 existe.

Para asegurarme que hay servicio, le pregunto a un trabajador que se dedica a colocar baldosas en una acera si ha visto el bus C7. Me contesta que sí aunque no se si me ha entendido la pregunta porque tiene pinta de ser extranjero. Disimuladamente, tomo varias fotos de las obras y también del centro de salud y enseguida acude el autobús.

Lo lleva una amable conductora y yo soy el único usuario. Parte con celeridad y casi no me queda tiempo para realizar fotos sobre la marcha. El trayecto es muy corto y en tres o cuatro paradas, llegamos al final ubicado en la Avenida Ilustración, en Montecanal, al lado de los gigantescos depósitos elevados.

Vuelvo a pasar la tarjeta bus y ahora, acompañado por tres viajeros más inicio el camino de vuelta. El recorrido hasta el inicio de la línea nos cuesta 7 minutos. Se trata, por tanto de una línea tipo lanzadera para transportar a la gente de Montecanal hasta el consultorio médico y regresar.

Unas cuantas fotos más y regreso al lugar donde tengo aparcado el coche. Enseguida pongo el aire acondicionado e inicio el viaje de regreso a mi casa con la satisfacción de haber cerrado un ciclo cubriendo todas las líneas diurnas de los autobuses urbanos de Zaragoza.

Ahora me queda el reto de viajar en las líneas nocturnas con lo cual el viaje tendré que realizarlo los viernes o los sábados por la noche. Cambio por tanto de día, de hora y de las pautas habituales de los domingos con lo cual seguro que obtendré una nueva perspectiva de esta experiencia.

El resto de las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LineaC7CronicaDiferidaDelUltimoTrayectoDiurno##