domingo, 19 de septiembre de 2010

Mi reino ya no es de ese mundo. Línea N3

Pues no, mi reino ya no pertenece a la noche ni a las movidas de altas horas de la madrugada. Lo cierto y verdad es que estas últimas salidas tienen más un componente de cabezonería que de disfrute. Lo digo porque no acabo de acostumbrarme a tomar los "buhos" a la 1 de la madrugada y regresar bastante tarde a casa.

Sin embargo mi decisión de recorrer TODAS las líneas de bus de Zaragoza, es inquebrantable y, desde luego no voy a faltar a mi cita hasta que viaje en la N7 que es la última.

Como siempre, salí de casa a las 12 de la noche y esta vez, con bastante sueño. Pero el deber es el deber y rápidamente me puse en marcha.

La noche estaba fresquilla pero no desapacible. Al ir caminando, poco a poco mi cuerpo entró en calor y ya a la altura del Puente de Piedra, mi tono vital era más propicio para encarar con decisión la aventura nocturna.

Llegué a la Plaza Aragón a eso de las 12 y 25 y directamente me metí en el VIP´s para hacer tiempo mientrar miraba alguna revista. Como ya es habitual, mi olvido de las gafas propició el que no pudiera aprovechar mucho la visita. Además, un encargado del establecimiento no paraba de ordenar (con grandes ademanes), los periódicos y revistas. De su conducta no verbal extraje la conclusión de que lo hacía para desincentivar a los potenciales lectores nocturnos de su intención de leer por el morro las revistas ahí expuestas.

Así es que aún me quedó tiempo de dar una vuelta por la tienda y ojear algún libro curioso prestando especial atención a varias enciclopedias ilustradas muy bien presentadas.

Salí del establecimiento directo de nuevo a la parada. Ya era la una menos cinco y en cualquier momento podía venir el bus.

No fue así. Primero llegaron sus hermanos N1 y N5 pero del N3 ni noticia. Así estuve esperando -junto a los otros viajeros- hasta la 1 y 12 minutos que fue cuando, finalmente, acudió el bus.

En esta ocasión había más gente de lo habitual hasta ahora. No se si sería el frío nocturno o la idiosincrasia del destino, pero subió bastante personal al autobús.

A partir de ese momento se inició un larguísimo periplo por las calles, avenidas y barrios de la ciudad. Pasamos por la Avenida de Madrid, por el Barrio Oliver, por Miralbueno, Avenida de Navarra y Valdefierro. En varios momentos del interminable periplo me desorienté por completo y no sabía ni donde estaba. También hubo al menos dos o tres ocasiones en las que ya empezaba a cerrar los ojos de sueño...

Sin embargo la variada fauna noctívaga que poblaba el bus sí que dio mucho juego. Sobretodo en el viaje de vuelta. La hora ya caminaba hacia las 2 de la madrugada y, en un determinado momento sólo permanecíamos en el autobús un señor y yo. En la siguiente parada subieron 4 jóvenes con claros síntomas de embriaguez y empezaron a bromear con mi acompañante. Cuando este se apeó lo despidieron llamándole de todos los nombres. Cuando me quedé solo, pensé: "ahora seré yo el blanco de sus bromas" pero no se si sería que yo no les hacía gracia o simplemente que su foco de atención pasó a otra cosa, el caso es que a mí no me dijeron nada.

Después empezaron a subir chicos y chicas de la más variada condición y vestimenta. Muchos de ellos hablando a grandes voces y alguno de ellos dedicándose a aporrear con vehemencia la ventanilla del bus. El conductor ni se inmutaba. Yo permanecía en un rinconcito, aparentemente ajeno a todo el bullicio pero bien atento no se fuera a escapar algún capón en mi dirección. Afortunadamente nada de eso ocurrió.

También me llamó la atención las idas y venidas de las miradas de los pasajeros en una y otra dirección. Ellos y ellas oteaban a sus congéneres sin ningún rubor. Parecía claro que el juego del cortejo y las demostraciones de fuerza o ingenio se iban convirtiendo poco a poco en el lenguaje de intercambio entre los jóvenes. Yo ya no formaba parte del proceso.

Perdido ya el sentido del tiempo transcurrido, por fin aparecimos de nuevo en la Plaza de España. Salté del asiento y me apeé para -rápidamente- iniciar una especie de galopada hacia mi casa. Tenía más sueño y muchas ganas de llegar a casa. Internamente estaba cansado pero satisfecho. Había cumplido con mi propósito y volvía sano y salvo. Para el próximo viernes, la línea N4.

1 comentario:

  1. Enhorabuena por este maravilloso blog! Lo hemos descubierto hace poco y nos hemos puesto a leer cada día un poco. Nos parece una gran idea que nos hagas descubrir así rincones de esta ciudad tan bonita! Tu trabajo es ideal para ser publicado en un libro.
    Juanjo y Jana

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