sábado, 9 de octubre de 2010

...Y AL SÉPTIMO "N", DESCANSÓ


Pues ayer realicé mi último recorrido en bus. Una experiencia agridulce. Por una parte la sensación de cerrar una etapa que me ha tenido entretenido durante casi un año y por otro lado constatar que, a pesar de que la noche debería haber sido especial para mí, la verdad es que el último viaje no fue, ni mucho menos, el mejor de los realizados.

También como en los dos recorridos anteriores, esta vez aproveché que, de nuevo, llevaba a mi hija mayor a un trabajillo que le había salido, para intentar estacionar el coche y así poder regresar con mayor celeridad al terminar el trayecto.

Pero ayer las calles de Zaragoza ya presagiaban la marea de eventos y todo tipo de celebraciones que van a realizarse con motivo de las fiestas del Pilar y no había ni un hueco ni medio en las calles de la ciudad. Parecía como si todos los conductores se hubieran afanado en buscar el más mínimo espacio en el que estacionar sus vehículos. Probé por la calle Albareda, por Conde Aranda, de nuevo por la calle San Blas. Nada, no había hueco en el que meterse. Finalmente decidí pasarme a la orilla izquierda y me metí por Germana de Foix, Plaza de San Gregorio y un sin fin de otras vías cuyo nombre no recuerdo. Finalmente fui a parar a las cercanías del colegio "Eugenio López" y allí -subrepticiamente- estacioné por fin el Toyota a caballo de una acera y un huequecito que me dejaba el coche de al lado.

Inicié, acto seguido, un ligero trotecillo a pie para ir a dar con el puente de piedra, atravesarlo, pasar por la Plaza del Pilar y por la calle Alfonso y arribar finalmente al Paseo Independencia.

Las calles estaban ya tomadas por cuadrillas de peñistas o pseudopeñistas que sólo utilizan la vestimenta pero no pertenecen a agrupación alguna. Todos ellos, botella de cocacola de litro con calimocho en mano iban calentando motores para el arranque de la festividad que comenzará hoy a las nueve de la noche. Como siempre, en estas salidas nocturnas, empecé a tener la incómoda sensación de que yo no encajaba mucho en el ambiente y un rosario de recuerdos de cuando era joven y también iba de fiesta pasó con celeridad por mi mente.

Llegué a Independencia 6 donde inicia su recorrido la línea N7 y una vez localizada la parada pensé cómo distribuir mi tiempo hasta la una de la madrugada. Todavía eran las 12 y 10 de la noche y, por tanto, quedaban 50 minutos a mi disposición.

Mis pies se encaminaron a los dos lugares típicos de referencia en estas ocasiones: los helados italianos (que estaban cerrados) y el VIPS donde cada vez hay menos oferta de revistas a disposición de los hojeadores que, como yo, aprovechan su tiempo libre para ponerse al día de noticias y novedades, todo ello por el morro.

Como llevaba las gafas de dos aumentos, pude emplearme a fondo con:

- La revista Macword que antaño la compraba y que ahora hablaba del ephone4

También leí con apresuramiento las noticias de las portadas de todos los periódicos, con especial atención en los periódicos económicos que, desde hace algún tiempo presagian catástrofes sin fin y un oscuro futuro para las jóvenes generaciones.

Salí del VIPS un poco atontado por el caleidoscopio de noticias tan diferentes leídas con apresuramiento y me dirigí Independencia arriba, de nuevo hacia la parada del N7.

El bus muy puntual a su cita, se presentó a las 12:57 y un joven conductor latino nos entregó con suma amabilidad los gratuitos billetes a los 4 viajeros que montamos en el inicio de línea.

Al arranque inicial le siguió un sinfín de paradas y nuevos arranques. En las paradas volvía a acceder gente del más variado pelaje. Me llamó la atención una pareja mixta: ella blanca y él negro. La diferencia de edad era favorable al varón (era más joven). Se sentaron detrás de mí y de vez en cuando la fémina lanzaba al semivacío autobús risitas y carcajadas que a mí se me antojaron de preapareamiento.

Luego me entró un pesado sopor y perdí el sentido de la orientación, no sabiendo dónde me encontraba. Gracias a un cartel pude adivinar que el autobús se dirigía al Barrio de San Gregorio. De nuevo a la entrada del barrio di otro microsueño y ya cuando el bus enfilaba el Camino de los molinos, decidí apearme cambiando el rumbo inicialmente trazado que me debía conducir hasta Peñaflor. Me puse en pie y me despejé un poco y cuando nos acercábamos al Hotel NH del Polígono el Pilar, oprimí el pulsador solicitando parada.

Descendí del bus medio atontado e inicié el retorno a pie hasta donde se encontraba el coche. Por el camino de los molinos no se veía ni un alma y por un momento pensé si no era una temeridad circular por ahí a esas horas de la noche. Afortunadamente a lo lejos oteé un grupillo de gente motera que se había concentrado en una especie de club que tienen al lado de TAMIZ, en el Picarral.

Salí a San Juan de la Peña y percibí el pútrido olor de la Saica. A pesar del lavado de cara que un día sí y otro también realiza la empresa con sus inserciones en el periódico, la noche zaragozana huele bastante mal en el Picarral.

Llegué por fin a Valle de Broto y con paso un poco vacilante arribé por fin al coche. Al bajar las ruedas de la acera, noté un golpe en el parachoques pero no me molesté siquiera en mirar lo que había pasado porque estaba tan cansado que sólo pensaba en regresar a mi hogar.

Llegué a casa sobre las 2:15 con la sensación ambivalente comentada al inicio: por una parte satisfacción por completar todos los recorridos y por otra, la verdad, me hubiera gustado un final más excitante y original para mi ruta de nuncameaburro.

LA PLASMACIÓN DE UN NUEVO PROYECTO:

EL PERIPLO ARAGONÉS
Ya está en marcha mi nuevo proyecto-continuación del blog nunca me aburro. Ahora va a tener el formato de asociación y está abierto a todo aquel que quiera participar. La asociación se llama El Periplo Aragonés y, como digo, pretende aglutinar a todos aquellos que quieran compartir desde un espíritu colaborativo nuevas experiencias de ocio y tiempo libre. El lema de la asociación es:

SACO LO MEJOR DE MÍ Y LO COMPARTO CON LOS DEMÁS

De manera que os invito a todos los que podáis tener interés por el proyecto a que visitéis el enlace: http://asociacionelperiplo.blogspot.com.es/ donde se exponen los programas que se van a poner en marcha a partir del próximo domingo, día 17 de octubre.

AGRADECIMIENTOS

A todos los que me habéis leído y a todos los que habéis enviado comentarios os quiero agradecer muy de veras vuestro apoyo y participación. Aunque comencé sin pretensiones de tener lector alguno, debo reconocer que como seres sociales que somos, a mí también me gusta que me lean. Con esta experiencia he descubierto un nuevo campo de posibilidades insospechadas con el que me lo paso muy bien, disfruto y hago nuevos amigos. Gracias de nuevo y os deseo a todos lo mejor.

domingo, 3 de octubre de 2010

Haciendo doblete. Líneas N5 y N6

Pues sí, el viernes viajé en la N5 y el sábado circulé con la N6. Fueron dos experiencias muy distintas aunque el viaje comenzaba a la misma hora. Como se verá, dependiendo del estado de ánimo, del cansancio o, simplemente, de variables tan aparentemente insignificantes como tomar o no un helado, las vivencias cambian significativamente.

El viernes el recorrido no ofreció muchas novedades. Después de llevar a mi hija mayor hasta casa de unas amigas, yo aproveché ese viaje en coche y traté de aparcar lo más cerca posible del inicio de la parada del N5. Esa fue mi primera sorpresa: los aparcamientos por el centro de la ciudad estaban todos ocupados. Fue necesario dar vueltas y más vueltas hasta que encontré un huequito en la calle San Blas donde, finalmente, dejé estacionado el Toyota.

Eran las 11:45 de la noche y todavía me quedaba mucho tiempo hasta la una de la madrugada; así que, como es habitual, me dediqué a pasear por las calles del centro con todas las antenas conectadas por si observaba algún acontecimiento que me llamara la atención.

En la calle Conde Aranda había mucho movimiento. Ciudadanos inmigrantes que iban y venían y otros que conversaban en pequeños corrillos. De vez en cuando alguien elevaba el volumen de voz y se escuchaban frases entrecortadas en ininteligibles idiomas.

Me dejé llevar hasta el Paseo Independencia y mis piernas se encaminaron automáticamente en dirección a los Helados Italianos. Rápidamente la idea de degustar un cucurucho pasó por mi mente y, como siempre, me decidí por el sabor "Tutti fruti". Al mismo tiempo que lo degustaba con estudiada parsimonia también iba fraguando en mí la extraña sensación de estar fuera de contexto en la noche zaragozana.

Reflexioné sobre ello y lo achaqué a la edad. Como ya comenté en anteriores crónicas, según avanza la noche, la ciudad es tomada por los jóvenes. Las personas más mayores -a mi entender- no encajamos ya en esa obra de teatro.

También lo podría atribuir al hecho de ir solo. Esta circunstancia me produce una cierta incomodidad sólo por las explicaciones que tendría que ofrecer si me encontrará con algún conocido a esas horas de la madrugada.

Después de apurar el helado me dirigí al Vips con la idea de hojear alguna revista y así lo hice durante un rato, siempre con la sensación de que el vigilante jurado seguía mis pasos.

Salí otra vez y la noche empezaba a refrescar. Iba en camisa y ya acusaba la bajada de temperatura. Estuve enredando un rato en un banco con el móvil y cuando de nuevo sentí el frío, otra vez me metí en el Vips. Allí permanecí hasta que ya eran las 12:55 y, por tanto, había que salir a la búsqueda de mi búho.

El recorrido fue también monumental. Después de dar vueltas y más vueltas, aparecimos en el Barrio de la Paz donde la conductora hizo un pequeño receso; bajó del bus y se fumó un cigarrillo. Luego, como ya es habitual en estas líneas, subieron unas jóvenes que venían de hacer botellón y la cosa se empezó a animar. Esta vez les dio por hacer fotos y más fotos con los móviles y el bus se llenó de flashes. No se si alguna toma apuntó hacia mí. El caso es que, como ya es habitual, yo traté de pasar lo más inadvertido posible y de nuevo fue una buena estrategia porque nadie se metió conmigo.

Llegados de nuevo a la Plaza Aragón, todavía no me apeé. La conductora sí que bajó otra vez y, además del cigarrillo, se tomó un café, vertiendo el excitante producto desde un termo muy práctico que llevaba. Finalmente el bus se puso de nuevo en marcha y yo me apeé en Plaza España para dirigirme luego por Conde Aranda hacia la Calle Mayoral y, posteriormente San Blas. Aún me quedó tiempo de contemplar una pelea entre extranjeros y enseguida acudió la policía para controlar la situación. Iba pensando en el título de la entrada del viernes y el que me veía a la mente era: "línea N5: un recorrido con poca sustancia". El título resume, de alguna manera, la experiencia del viernes. Llegué a casa con mucho sueño y con la sensación de haberme liberado de una obligación autoimpuesta.

La excursión del sábado ya fue otra cosa. Por la mañana estuvimos en el pueblo con unos amigos y pasamos una jornada muy agradable. Yo tomé café después de la comida y luego unos tés con lo que quedó asegurada la vigilia de la noche. Ya en Zaragoza, sobre las 12 de la noche salía de casa a buen paso y nada dormido. La disposición mental era mucho mejor que la del viernes y eso me hacía estar más eufórico. Fui tomando fotos nocturnas ensayando distintos ángulos y enfoques. Animado por los comentarios de Javier experimenté con varias tomas que creía quedarían originales.

Llegué al Paseo Independencia sobre las 12:40 y me di varias vueltas para hacer tiempo. A la una en punto acudía el N6 y, de nuevo comenzó el baile de gente que subía y que se apeaba. Como ya he comentado, los regresos son más amenos que las idas ya que en el primer caso la gente comienza la marcha y en el segundo se retira a sus casas.

Este N6 realiza también un hiperrecorrido. Primero nos llevó hasta Vía Hispanidad y luego, desandamos todo el camino para volver hasta la Plaza Paraíso. Allí enfiló hacia La Cartuja. Sin embargo a la altura de la confluencia de Cesáreo Alierta con Camino las Torres observé como un joven fornido negro se iba a apear y eso fue como una señal que me estaría indicando lo vacuo de mi empeño por llegar hasta el final del trayecto en la Cartuja. Me apeé al mismo tiempo que lo hacía el joven de color y, satisfecho de mi decisión, me encaminé hacia mi casa.

Llegaba a mi domicilio sobre las 2:20 de la madrugada. Satisfecho por la decisión de hacer doblete este fin de semana. También fui pensando en el nuevo reto a encarar a partir de la finalización de los recorridos en bus. Creo que ya lo tengo perfilado y, en su momento lo comentaré también en este blog. Así es que el próximo fin de semana será especial: comienzan las fiestas del Pilar y yo realizo mi último recorrido autobusero. Todo ello habrá que celebrarlo adecuadamente.

Resto de fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/HaciendoDobleteLineasN5YN6##