lunes, 25 de enero de 2010

Ebro, rastro y tapas. Todo en el mismo pack. Línea 27

Queda pendiente averiguar la inexistencia de la línea 26. Si puedo, llamaré a TUZSA para interesarme por el asunto, pero el caso es que cuando entré en a web de TUZSA para ver el recorrido del bus de este domingo, descubrí que después de la línea 25 no viene la 26 sino la 27.

Misterios aparte, y una vez aclarada la línea que tenía que explorar, he procedido a seguir con el protocolo dominguero mañanero: levantarme sobre las 9:20 e inmediatamente salir de casa, en esta ocasión aprovisionado de dos naranjas y un plátano. En mi agenda electrónica he anotado diligentemente la hora de salida: las 9:28.

No me ha costado elegir el itinerario: Tenía que llegar hasta el comienzo de línea en la Puerta del Carmen y el día estaba bueno aunque algo fresquillo. Por tanto me he encaminado hacia el Paseo de la Ribera y ya se podían ver por los aledaños algunas señoras mayores que iban caminando. De las tres alturas "caminables" que tiene el paseo, he decidido ir por la de abajo, cercana al río pero no por la orilla que es la tercera opción y hoy estaba impracticable debido, de nuevo, al caudal.

Por el camino he tomado varias fotos de patos picoteando en las orillas. Me llaman muchísimo la atención esos patos voladores y no me canso de observar su peculiar estilo de vuelo cuando deciden alzarlo. El motivo de este asombro puede estar de nuevo en el pueblo, en Uncastillo ya que cuando era niño, los patos que había por el río eran incapaces de volar.

Imagino que los propietarios de las aves se aseguraban bien de la incapacidad para el vuelo de estas anátidas y así poderlos tener controlados. Bien, pues como digo, los patos voladores siguen causando en mí asombro y siempre busco la detenida observación de su vuelo. Son muy originales, tanto cuando alzan el vuelo como cuando se posan.

He pasado por debajo del Puente de Piedra y allí me he tomado una foto con el disparador automático ya que la perspectiva del río, el puente y el Pilar, me han parecido muy originales.

Al final de mi recorrido ribereño he llegado al Puente de Santiago y cruzando el río, he pasado a la orilla derecha del Ebro para seguir por el Mercado Central, cruzar Conde Aranda, continuar por César Augusto y llegar, finalmente a la Puerta del Carmen. Con cierta impaciencia he buscado en los postes el inicio de la línea 27, creyendo que el bus continuaría por el Paseo María Agustín. He caminado casi hasta El Pignatelli y luego, vover de nuevo a la parada que ya había localizado en la Puerta del Carmen. Eran las 10:27 El trayecto andando desde mi casa hasta allí me había costado una hora.

Tal como me pasó en la línea 25, el inicio de línea no estaba en esta parada inicial sino justo enfrente. Cuando lo he descubierto, he cruzado velozmente la calle y preguntándole al conductor si era el inicio de línea, he pasado al interior del bus.

El conductor, de rasgos ecuatorianos, leía un libro mientra hacía tiempo para la hora de salida del autobús. "Buena y rara idea entre conductores esta de aprovechar los tiempos muertos para leer un libro" -he pensado-. A las 10:30 el autobús ha arrancado con un solo viajero: yo mismo.

El viaje se ha desarrollado a gran velocidad pues no ha subido al bus ningún viajero hasta que hemos llegado a la Avenida de Navarra. Justo al lado del antiguo mercado de pescados, tres personas de avanzada edad han accedido al interior del vehículo y ya no ha habido más novedades en el apartado accensos y descensos.

Retomado el camino con renovada furia, el conductor del vehículo público competía consigo mismo para arribar con la máxima rapidez a su destino. Este evento ha ocurrido a las 10:50 y la tríada viajera, sin despedirnos, nos hemos apeado en el Parque Deportivo Ebro.

Hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí y he tomado varias fotos de la entrada al antiguo "Parque Sindical" ahora gestionado por la GDA. Incluso le he preguntado al conserje cómo se podía conseguir el carnet de abonado de 10 entradas. Muy amablemente me ha indicado que pasando de lunes a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20 horas por las oficinas, aportando el DNI y abonando 27 € en metálico "Porque no tenemos para cobrar con tarjetas".

Realizada esta gestión he continuado bordeando el Ebro por el vial peatonal habilitado con motivo de la Expo. El sol empezaba a aparecer y la mañana estaba resplandeciente. He tomado unas fotos de varias casas con parcelas que hay en las cercanías y también me han llamado la atención unos campos en los que se cultivan árboles de sombra, todos ellos muy bien alineados y acondicionados. Cuando llevaba un rato caminando dirección aguas arriba del río, he decidido dar media vuelta y retornar a la ciudad. En el regreso me he encontrado con los hermanos "¿?" (no recuerdo su apellido) que estudiaron conmigo en la Institución Virgen del Pilar. El hermano pequeño es el padre de Daniel, que iba con Laura al Colegio Inglés. La próxima vez que lo vea me interesaré por nombres y apellidos. Hemos departido un momento hablando de nuestra afición a pasear y de lo bien que nos sienta y después cada cual hemos continuado por nuestro camino.

He tomado unas fotos de la estación de elevación de aguas de La Almozara y continuando mi caminata he llegado cerca del aparcamiento de la Expo donde los miembros de distintas cofradías ya estaban afinando sus trompetas y sincronizando sus tambores y bombos, todo ello de cara a la próxima Semana Santa. Nueva toma de fotos y también de dos vídeos para probar su inserción en este blog y continuando mi camino he llegado hasta el rastro donde cientos de tenderetes ofrecían a los posibles compradores una gran variedad de artículos, todos ellos a precios sin competencia.

El bullicio y la agitación de vendedores y compradores me ha traído a la mente un sinfín de reflexiones: Que si el estrato social de los que vienen al rastro, que si el origen de los dueños de los tenderetes, la presencia de muchos gitanos y musulmanes y su vinculación con el comercio, la pobre cualificación y formación de la gran mayoría... etc.

He pasado de soslayo por el rastro porque tenía mi misión bien trazada: buscar una iglesia y averiguar la hora de comienzo de la misa. He cruzado la avenida prolongación del puente del milenio y continuado por la Avenida de Pablo Gargallo, por el lado derecho, he aprovechado para "fichar" varios bares de tapas que tenían buena pinta.

Finalmente he llegado a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y allí he confirmado que la misa era a las 12:30 horas. Disponía de 1/2 hora para tomarme algo en uno de los bares que había detectado con anterioridad. He entrado en el "Musical Milenium" que estaba abarrotado de gente. Dada mi tradicional impaciencia, al ver que las dos jóvenes y llamativas camareras no me atendían con rapidez, he salido y me he dirigido a otro bar que había cerca. Allí me he tomado un té con limón y una tapa de chipirón con calabaza frita que he ha sabido a gloria. La media hora de observaciones en el bar no ha dado para mucho: señores de mediana edad tapeando, otro más joven agarrado al Heraldo, una pareja de sesentones (bajitos los dos) pero con muy buen apetito, porque en un plisplás se han ventilado la bebida y dos tapas, una pareja multirracial, ella seguramente cubana, de buen ver y divertida por la novedad del tapeo, etc.

He pagado y salido del bar y me he encaminado a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para valorar la misa. Un pobre de aspecto desgarbado y abundante melena sin peinar custodiaba la entrada a la iglesia. Humildemente se ha hecho para un lado cuando yo entraba sin pedirme nada ni molestarme.

El templo se encontraba lleno a rebosar. El ayudante del sacerdote ensayaba cánticos litúrgicos con los fieles (veo que esta práctica es habitual en algunas iglesias) y como los bancos estaban todos ocupados he tomado una silla plegable y, siguiendo el ejemplo de un señor que había hecho lo mismo, me he sentado piadosamente esperando que empezara la misa.

Mientras tanto he contado, aproximadamente, el número de fieles. La cuenta me salía así: dos hileras de unas 14 filas de bancos a 5 feligreses de media por cada banco, total 120. Sumando los que estaban en los laterales, yo calculo que estaríamos unas 160 personas. El número es significativamente mayor que lo que vengo observando en otras salidas.

La media de edad de unos 70 años. No he visto ningún joven. Algún niño entremezclado con sus padres o sus abuelos, se dejaba ver entre los bancos.

También me ha quedado tiempo para observar los desconchones en el techo y las paredes. Al igual que a la iglesia de Valdefierro, a ésta también le hace falta una buena capa de pintura.

El cura que oficiaba la misa, era joven (sobretodo si lo comparamos con la edad de los fieles). Yo calculo estaría por los treintaitantos. Con barba y cierto entusiasmo en los rezos. Me han llamado mucho la atención las lecturas: una de Neremías (¿?) y otra, un tanto alambicada, insistía en la necesidad de disponer de todas las partes del cuerpo humano ya que, por extensión, también en la iglesia se necesitan todos sus miembros. Luego, en la homilía, como ya viene siendo habitual, el sacerdote ha compuesto su disertación con retajos de aquí y allá extraídos de las lecturas y del evangelio. El problema de estas homilías (para mi gusto) es que el grado de abstracción es bastante elevado para el ordinario nivel de preocupaciones de los asistentes. Después de escuchar durante 10 minutos al mosen, reconozco que no he podido sacar mucho en limpio.

La lejanía al altar me ha impedido realizar más observaciones. Ya había escuchado lo que quería y deseaba salir. Lo he hecho acompañado de una señora a la que le habían llamado por teléfono y caminaba con el móvil pegado a la oreja.

Como ya estaba entrenado en caminar, he continuado andando por la Avda Pablo Gargallo hasta el puente de La Almozara. Lo he cruzado y observado las ranas de bronce pegadas al pasamanos del puente. Posteriormente he girado a la altura de la CREA y me he dirigido al Puente de Santiago para, posteriormente, retornando de nuevo por la ribera llegar hasta mi casa.

El ejercicio físico seguro que me ha hecho liberar endorfinas porque ya cuando iba llegando al barrio la Jota, un montón de ideas y de iniciativas se me agolpaban en la mente: Reactivar Rutaviva, unificar los blogs, hablar inglés con nativos aprovechando internet, ideas de mejora con alumnos que tienen dificultades de aprendizaje, profundizar más en el ámbito del desarrollo personal, etc.

Al entrar a la urbanización, una vecina me aguantaba la puerta para que pudiera pasar. Se lo he agradecido y he pasado al interior. Luego, en casa, Rosa Mary ya tenía la comida casi lista y sólo he tenido que ir a por el pan y la sal. Este encargo (he pensado) es como la vida misma. Estas movidas que me monto y otras iniciativas que tengo en mente son el pan y la sal que acompañan y aderezan el menú de cada día.
Todas las fotos en el enlace: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea27##

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