domingo, 7 de febrero de 2010

Muchas sorpresas en San Gregorio. Bus 29

Sorpresivamente hoy me he levantado bastante temprano (8:30). La combinación de ayer por la noche de: té+cerveza+tónica+cortado+leche desnatada no ha sido muy afortunada y, como en otras ocasiones, he dado muchas vueltas en la cama.

Sin embargo me sentía pletórico de energía y con ganas de disfrutar del viaje a San Gregorio. El día acompañaba y el paseo hasta el número 10 de la Avenida Las Torres me han sentado de maravilla.

He saludado (mentalmente) a mis amigos torcaces que disfrutaban picoteando en el solar aledaño de Marqués de la Cadena e incluso he tomado dos fotografías de la original bandada. No sé por qué pero le tienen un gran cariño a ese emplazamiento. Como sólo los veo en domingo he llegado a pensar que sólo están allí ese día de la semana, pero probablemente el resto de la semana también se les pueda ver por la mañana, término éste que debería comprobar siguiendo el modelo empírico-experimental.

Me he desplazado caminando hasta el principio de la línea 29 y enseguida se ha presentado el autobús. Para entonces ya había tomado las consabidas fotos del poste indicador del "Comienzo de línea".

El autobús ha arrancado a las 9:38 y no he podido tomar posiciones como suelo hacer

habitualmente ya que una señora ecuatoriana se me ha adelantado y se ha sentado en el puesto que suelo tomar como punto de observación. Pero es igual, el viaje me ha resultado cómodo y rápido y también se ha mantenido la regularidad en la tipología de viajeros que a esas horas suben al bus: señoras mayores e inmigrantes sobre todo. A mitad de viaje se han subido una chica y un chico con sus mochilas y un grupito de señoras han hecho un poco de rechufla al comprobar que sólo hablaban inglés y que iban en dirección contraria de su supuesto destino: la basílica del Pilar.

Con grandes voces muy cariñosas (en español) les han conminado a apearse (ellas también se han apeado) en la MAZ y no se en qué habrá quedado el tema porque el autobús ha continuado su camino haciendo caso omiso de las desventuras de los mochileros.

Otra curiosa observación durante el viaje ha sido originada por una pareja de mediana edad que estaba sentada detrás de mí. Sólo hablaba él pero el volumen de voz me permitía enterarme de toda la conversación. También podía observarlos en el reflejo del cristal. Era como un "Gran Hermano autobusero" en directo. Como en tantas ocasiones he comprobado, el tema era económico (de unos dineros que le debían a él) y para reforzar su argumentación ha echado mano de lo "que decía mi abuelo" ; algo así como que si alguien te debe algo y no te lo paga, en su momento, cuando tengas la ocasión de cobrárselo, pues que también le cobres los intereses de la deuda. Yo he supuesto que este aforismo se podrá aplicar a todo tipo de deudas aunque tengo mis dudas sobre la forma de calcular los intereses de (pongamos por caso) una deuda de gratitud.

Total, que el autobús ha llegado al final de la línea en el Barrio de San Gregorio ubicada, justamente, en la entrada al hospital "Royo Villanova" (antiguo "Cascajo). He tratado de tomar una foto de frente del autobús desde lejos y como tenía mis dudas si el conductor me estaba viendo o no y el posible grado de mosqueo del mismo, para disimular y contrariando mis iniciales intenciones me he dirigido hacia el interior del hospital por la zona ajardinada. Llegado a un punto en el que el paisaje nada me decía he decidido dar media vuelta y, despreciando el posible desagrado del conductor por lo de la foto, me he encaminado por la "Calle de enmedio" (así rezaba el cartel indicador) y también para apaciguar mi inquietud por si no la encontraba con rapidez, le he hecho a un señor la pregunta de rigor: ¿Sabé dónde se encuentra la iglesia? Muy amable me ha indicado con una imprecisión muy española el sitio por donde debía caminar y, supuestamente llegar a mi destino.


Con paso vivo me he encaminado hacia el incierto destino descrito por el Sangregoriano y, en un primer ojeo nada he podido encontrar. Ha sido necesaria una nueva investigación preguntando a dos jóvenes que cargaban sendos bombos de Semana Santa en un coche y, esta vez sí, me han señalado con precisión la ubicación del templo.

Hasta allí me he acercado y cerciorado que la misa comenzaba a las 11:30. Eran las 10:30 y por tanto disponía de una hora para "alparcear" por San Gregorio.

Así que me he dirigido hacia el restaurante San Gregorio (del que luego hablaré) y después he tomado la calle de Cristo Rey y he decidido recorrerla desde mi ubicación hasta su final en la autovía de Huesca.


Dos cosas me han llamado la atención en este primer recorrido: un señor que entraba en un almacén en el que ponía "venta de miel", y como yo también soy colmenero pues, ya se sabe, la cabra tira al monte. Después he pasado por el Horno de repostería "Cristo Rey" en el que me he comprado un pastel de manzana y 250 gramos de lacitos. Ambas cosas estaban deliciosas. ¡Qué pena -he pensado- que el establecimiento esté tan poco cuidado desde el punto de vista estético y que no se hagan publicidad porque el producto es bueno pero los complementos dejan mucho que desear!


El final de la calle daba ya a la autovía y me he percatado de un puente que la cruzaba para pasar al otro lado de la misma. He decidido subir por las escaleras y ha sido una buena idea porque desde arriba se vislumbraba un paisaje muy particular: al fondo, a la izquierda el Pirineo nevado y a la derecha la papelera La Montañanesa vomitando -como de costumbre- un humo pestilente.

También me he fijado en una urbanización situada en la parte izquierda de la autovía (según se va hacia Huesca). Es la urbanización "El pinar" constituida por varios bloques de viviendas de unas 7 alturas. No conocía esta urbanización y dada mi habitual curiosidad he aprovechado que un señor entraba en el recinto vallado para pasar yo también al interior del mismo.

El recorrido inicial por la urbanización no me ha aportado grandes novedades si bien es cierto que el lugar destilaba un aire tranquilo y sosegado, un pelín castrense.


Cuando ya me dirigía a la salida me he llevado una sorpresa pues he reconocido a un señor que iba paseando un perrito Yorkshire. Era Michel, de casa Maño de Uncastillo. Él también me ha reconocido y ambos hemos estado departiendo un rato. Él poniéndome al corriente de su situación familiar (una hija tuvo la mala suerte de tomar una pastilla a la que era alérgica y sufrió graves consecuencias y su hermano Jesús que falleció hace ya dos años) y yo comentándole también mi actual situación profesional y el motivo de la visita a la urbanización.


Nos hemos despedido y yo he partido con una gran tristeza al conocer ambas noticias, tanto por su hija como por su hermano con el que, en tiempos, compartimos algunas aventuras.

De nuevo he cruzado el puente de la autovía y he vuelto hacia el centro del barrio. Ya se iba haciendo la hora de ir a misa pero no quería dejar de entrar en el restaurante San Gregorio para observar el ambiente en su interior.


Sólo señalaré que esta vez he tenido suerte y me he apropiado del Periódico de Aragón. He leído con avidez sus titulares mientras amarraba con fuerza el vasito del cortado para tratar de transmitir a mis manos el exceso de calor de la bebida y podérmelo tomar sin riesgo de quemarme el paladar.


Ya se me hacía tarde y, después de ir al baño me he dado prisa porque ya eran las 11:45 y la misa se encontraba muy adelantada.


Me he introducido subrepticiamente en el templo y rápidamente me he hecho composición del lugar: todos los fieles en la fila izquierda de la iglesia y la fila derecha totalmente vacía. He contado 24 asistentes de los cuales, 5 eran niños y el resto, como siempre personal de edad avanzada.


Iba un poco condicionado porque Michel me había comentado que creía que el cura era el mismo que apareció en los diarios por un tema de bodas de conveniencia entre inmigrantes y españoles y, quizás por eso, el mensaje que pretendía transmitir en el sermón no me ha parecido nada convincente tanto por el tono de la voz como por la muletilla "eeeeeeeee" que empleaba en demasiadas ocasiones, como no sabiendo como finalizar una frase y empezar la otra

Por otra parte, su aspecto tampoco era el usual del clero. Cura joven, pelo más bien largo y una tímida coleta recogida hacia atrás.



También como anécdota señalar que en el "podéis daros fraternalmente la paz" los niños han pasado por todos los bancos y, como si fuera una fiesta, iban dando la mano a toda la abuelería y personal asistente en general.

El final de la misa lo ha empleado el sacerdote para hacer numerosas observaciones sobre actividades en la parroquia y otras propias de la diócesis. La más interesante me ha parecido una convocatoria para limpiar la ermita de San Gregorio el próximo domingo a las 10 de la mañana con el fin de preparar todo para el mes de mayo que es cuando, parece, se realiza la romería. Yo, si puedo, este año no me la perderé.


Ha terminado la misa y hemos salido los fieles. Yo me he dirigido a la repostería "Cristo Rey" donde anteriormente había encargado una ración suplementaria de lacitos que estaban exquisitos y, de paso dejado la bolsa de plástico para que no me molestara en la misa. La señora, muy amable me ha devuelto la bolsa y ya me he encaminado hacia el fin-principio de línea para tomar el bus de regreso.


He tenido suerte pues nada más llegar a la parada ha aparecido el autobús. En un plis plas nos hemos presentado al final de Salvador Allende donde me he apeado y, posteriormente he realizado a pie el recorrido por Valle de Broto y Marqués de la Cadena.


Todavía me ha quedado tiempo para comprar "El País" y, cuando he llegado a casa, me he encontrado con que no había nadie de la familia nuclear. Estaba mi padre que me ha puesto al corriente que tanto Eva como Laura y Rosa Mari habían salido con el Pipo

Breve y animada charla con mi padre dado mi estado de euforia post-cortado. Enseguida han llegado las niñas y la madre que ya traían provisiones de una tienda de comida elaborada. Nuevo e interesante intercambio de ideas e impresiones y ya nos hemos puesto a comer.

Como siempre, parecía que volvía de una larga estancia en un remoto país y también con buena gana de comer. Así que me he servido un vaso de vino de Rioja y he devorado la menestra y el pollo asado. Una larga y plácida tarde se vislumbraba al acabar de comer: ver el telediario, leer el periódico y estar todos en familia. De nuevo la sencillez de las cosas cotidianas cobra una nueva dimensión cuando uno cree que ha cumplido con el deber.


El resto de fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/MuchasSorpresasEnSanGregorioBus29##

2 comentarios:

  1. Hola compañero.
    Como ves le he echado un vistazo rápido a tu blog.
    No dejas de sormprenderme.
    Un saludo.
    Alfredo.

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  2. PUES QUE SEPAS CHATO QUE NE EL RESTAURANTE SAN GREGORIO DONDE TE QUEMABA EL CORTADOO SE COME DE VICIOOOO

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