domingo, 11 de abril de 2010

Hermoso día. Divertido paseo. Línea 39

Afortunadamente las sucesivas flexiones y agachamientos de las labores de jardinería del sábado no han hecho mella en mis piernas y la nómina de músculos damnificados ha sido escasa. Así es que, animado al constatar que podía caminar sin problema alguno, he salido de casa a una hora redonda: las 9 de la mañana.

Mi objetivo estaba cercano. El inicio del trayecto de la línea 39 lo tengo a dos pasos de casa en Vadorrey. Al principio he dudado si coger o no ropa de abrigo pero un vistazo al termómetro de exteriores -12º- me ha decidido a salir al exterior "a cuerpo". Confiaba que la mañana se iría templando poco a poco -como así ha sido-. He pasado revista al Lidl que lo están reformando y que lo reabren el día ¿24? Supongo que con la crisis este tipo de establecimientos otean buenas perspectivas. Yo ya lo he constatado en otras visitas al establecimiento, al encontrar los pasillos llenos de clientes, muchos de ellos inmigrantes.

Al llegar a la parada principio de línea me ha parecido que el bus estaba vacío (sin conductor) y rápidamente me he puesto a tomar un primer plano del coloso rodado. Justo en ese momento ha descendido el conductor y, para evitar malentendidos, le he musitado si no le importaba que tomara una foto al vehículo a lo cual él me ha mirado con extrañeza y preguntado para qué. No he tenido más remedio que explicarle mi encomienda respecto a viajar los domingos en una línea distinta. Aprovechando ese breve intercambio de palabras, hemos extendido el tema de conversación hacia el buen día que hacía, la afición a la bicicleta de montaña del conductor e incluso le he comentado que conocía al malogrado Pepe Gasca que fue conductor de TUZSA durante muchos años en la línea 22. El señor me ha informado de su antiguedad en la empresa: 26 años y, como ya se hacía la hora de partir, ambos hemos subido al autobús y yo me he colocado en posición de observación del trayecto.

Conocía ya el recorrido del 39 hasta San José más o menos y el resto del trayecto no ha ofrecido características especiales salvo una incursión por una zona de calles ubicadas a la derecha de Fray Luis Garcés, según se sube al cementerio. Esa zona la he recorrido luego a pie y, como comentaré, el paseo me ha resultado muy gratificante.

Después de la incursión autobusera por las calles Ateca, Mesones de Isuela y demás, el bus ha retornado de nuevo por un tramo por el que ya había pasado hasta llegar a la parada ubicada al lado de la antigua cárcel de Torrero. Justo enfrente tenía, de nuevo la calle Ateca y por allí me he encaminado con tan buena suerte que ya justo a la entrada de la calle he adivinado la silueta de la parroquia de la Sagrada Familia. Me he informado de las misas directamente y celebraban a las 10, 11 y 12. Eran las 9:45 y he optado por dar un garbeo por el barrio y hacer tiempo hasta la misa de las 11. Justo enfrente de la iglesia había una papelería. Allí compraría El País al terminar el recorrido. Iglesia, papelería, parada del autobús... "Todo en el mismo pack" -he pensado- "la suerte me sonríe hoy".

Dada la regular disposición de las calles de la zona (todas ellas paralelas) y de la misma longitud, tal como puede verse en Google Maps he decidido recorrer en primer lugar la calle Castillo de Loarre (aunque en la placa ponía sólo Loarre) y posteriormente realizando un trayecto en "U" girar a la izquierda y pasar a la calle Ateca, luego Ejea de los Caballeros, etc.

Como he dicho la mañana estaba espléndida y el silencio y la tranquilidad se respiraban en la zona, especialmente en las casitas de una planta que por allí abundan. Ha sido un paseo relajante y estimulante. El hecho de ir a mi aire y de disfrutar de la novedad de visitar un entorno desconocido para mí, ha ejercido un efecto relajante en mi cuerpo y en mi espíritu. He pasado también por el colegio Lestonnac que ahora está abandonado y, finalmente he retornado a la calle Fray Julián Garcés ya con la misión de buscar una cafetería a la altura del día y de mis cada vez más elevadas expectativas.

Me he decidido por el restaurante "A mesa puesta" ubicado en la calle del fraile Garcés ya que en una pizarra se indicaban las excelencias de sus desayunos además de la amplitud de los salones. Al principio he tenido que permanecer un rato de pie pues el establecimiento estaba lleno, luego he podido conseguir un taburete y, posteriormente una mesa.

Desde el principio una de las dos jóvenes camareras me ha parecido, digamos, peculiar. Su manera de hablar, de dirigirse a los clientes y, en una palabra, de estar, llamaban la atención. Le he pedido lo de siempre: café con leche y croissant. Ella, con gran familiaridad me ha interrogado sobre el croissant: ¿normal o a la plancha? Era la primera vez que me lo ofrecían planchado en todo mi historial dominguero y, por tanto he accedido a que la respostería, como digo, pasase por la plancha.

Me han servido el croissant caliente con dos pequeñas tarrinas, una de mermelada y otra de mantequilla. Me he entretenido extendiendo ambos productos con precisión artesanal y después he devorado el bollito resultante. Como tuviera ciertas urgencias por exonerar el vientre, nada más terminar con el desayuno me he encaminado al lugar idóneo para aliviar esa pena. Terminado el proceso, he salido exultante y triunfal decidido a comerme el mundo tal había sido la magnitud del alivio que, conjuntamente con el efecto de la cafeína creía habían hecho de mí un ser especial.

Todavía me ha quedado un momento para ojear El Heraldo (esta vez sí llevaba las gafas) y, como ya se hiciera la hora de la misa, he salido raudo y veloz de nuevo hacia la calle Ateca.

Esta vez a la entrada de la iglesia no he encontrado pobres. O los fieles no son muy dadivosos o los pobres no conocen la parroquia (hipótesis forzada) o, sencillamente se les invita a no pedir o bien se les atiende en otros servicios. Bueno, pues el caso es que me he ubicado en un lugar desde el que se podía presenciar sin problemas el santo oficio y, como ya es habitual, me he dedicado a observar lo que iba ocurriendo en el interior del templo.

Justo al fondo, a la derecha se estaba preparando un pequeño grupo con su orquestación básica (guitarras) y el que realizaba también las funciones de técnico, ha desplegado una pantalla para proyectar. Todavía hemos tenido que esperar unos 7 minutos hasta que ha aparecido el cura revestido para la ocasión y ha hecho su "paseillo" desde la sacristía ubicada en la parte posterior de la iglesia hasta el altar.

Siempre insisto en la importancia del "efecto primicia", es decir el condicionante de la primera impresión que causamos a los demás en el juicio, que a medio plazo realizan sobre nosotros en función de nuestro aspecto, nuestro vestido, nuestros gestos, etc.

En este caso, siento decir que el sacerdote no me ha causado buena impresión. Se trataba de un señor mayor que, en ocasiones, sonreía (para mí forzadamente) y por su expresión y por sus gestos parecía hueco y artificial y más de la acera de allá que la de aquí.

El oficiante ha retornado por el pasillo central asperjeando (hisopeando, rociando) a los fieles y cuando ha pasado cerca de mí, ya me preparaba para la ducha con agua bendita pero, milagrosamente, no he resultado salpicado por el sagrado líquido. Ese vuelo rasante del cura no ha hecho sino confirmar mi mala primera impresión al creer adivinar cierto aire malévolo en sus intenciones al manejar el hisopo.

Ha comenzado la misa y tanto el ritmo adoptado en la ceremonia como los intervinientes me han parecido bastante desajustados. Los cánticos no iban acompañados por el resto de los fieles y los lectores de la epístola mostraban timbres y volúmenes de voz inadecuados al desarrollo general del evento.

Sólo me ha faltado escuchar un embolicado sermón en que se ha insistido más en los detalles sobre lo que se decía en el evangelio que en acercar y hacer comprensible la "palabra de dios" a los fieles. Así es que, aprovechando una llamada de Javier a las 11:29 he salido discretamente de la iglesia intentando transmitir la imagen de que "me llamaban por teléfono".

He conversado afablemente con mi amigo y, ya liberado del yugo eclesial, he entrado en la papelería para comprarme El País (y una curiosa copa de cristal por sólo un euro más) y me he encaminado hacia el inicio de la línea 39 dirección Vadorrey.

La vuelta se ha realizado sin novedades especiales. De cuando en cuando leía (mejor dicho, interpretaba) algunas noticias que venían en el periódico pues no me he puesto las gafas. El artículo que más me ha llamado la atención versaba sobre la crisis y el tambaleo del estado de bienestar. He pensado que cuando llegara a casa lo leería a fondo. Una familia de negritos (los padres y dos niños pequeños) me han servido de mucha distracción ya que ella iba cubierta (sería musulmana) y parecía bastante joven. El niño más mayor se dirigía a su padre en español realizando de cuando en cuando comentarios de lo más variopinto. Los padres hablaban entre ellos un raro idioma que no he sabido identificar. Inicialmente me parecía que la madre era más bien tímida pero luego he constatado que su tono de voz y su autoridad al hablar la alejaban bastante de mi esquema inicial. Los cuatro se han bajado en Pascuala Perié con lo cual ha terminado el entretenimiento y yo me he preparado para bajar dos paradas más adelante, en la calle Balbino Orensanz, cerca de la urbanización Al Ándalus.

Al llegar a casa mi señora estaba muy afanada limpiando y recogiendo y yo, para purgar mi pecado de la salida mañanera, me he ofrecido a hacer la comida. Lo primero que se me ha encomendado ha sido ir a comprar pan y vino blanco. Por mi cuenta he añadido al encargo una fregona en los chinos para fregar el suelo del jardín.

He vuelto a casa y ya tenía los muslos de pollo preparados en el horno. Yo me he limitado a aportar el brevaje elaborado con perejil, ajo picado y vino blanco de cuando en cuando para que cogiera sabor. También me he esmerado en la preparación de las ensaladas. Toda la familia hemos comido con muy buena gana departiendo animadamente sobre lo que nos había deparado la mañana. Los efectos del riojilla no han tardado en aparecer y una vez terminadas las viandas, he pasado al sofá donde plácidamente he dado cuenta de un flan adobado con mermelada de arándanos. Después me he echado una cabezada. Maravilloso final para una esplendorosa mañana.
Las fotos de la salida de hoy, en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/HermosoDiaDivertidoPaseoLinea39##

1 comentario:

  1. Maravillosa forma de empezar el desayuno acopañado de la untadica de miel de la Manzana,cuando me la ofrecia tu madre siempre le decia que no,y tu madre me respondía que qué poco mielero era.

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