No sé si serían las pasas que me comí con excesiva voracidad a última hora de la noche o la secuencia de comidas novedosas que he ido preparando desde el jueves o, simplemente, las preocupaciones inconscientes que siempre rondan por la mente. El caso es que esta noche no he dormido muy bien y me he despertado un tanto atontado. Sin embargo, como me suele pasar habitualmente, ha sido poner los pies en el suelo y poco a poco esa sensación de angustia vital se ha ido disipando y ha ido dejando paso a la ya conocida ilusión por vivir una nueva aventura en la mañana del domingo.
Me he permitido tomar un vaso de leche con "coca de cabell d´angel" adquirida en Bon Área y la inicial sensación de atontamiento ha quedado definitivamente atrás. Así es que he confirmado la hora de salida: 8:54 y pertrechado con los habituales útiles del domingo he salido a la calle.
El día ofrecía un muy buen aspecto. Había llovido por la noche y la temperatura era agradable. Como siempre, poca gente por la calle a estas primeras horas de la mañana y yo, tan campante caminando ya por la Avenida Cataluña dirección Paseo Pamplona que es donde se ubicaba hoy el inicio de la línea 43.
Mentalmente ya había diseñado el recorrido hasta la parada. Iría por la Avenida Cataluña, cruzaría el Puente de Piedra y luego por la Calle Alfonso, Paseo Independencia hasta mi destino autobusero.
Como la sorpresa siempre acecha, ya en la Plaza del Pilar he observado un inusual movimiento de policías y voluntarios lo cual era un indicativo de algún evento que se preparaba. Enseguida he comprobado que hoy tenía lugar la Media Maratón Ciudad de Zaragoza y, efectivamente he podido contemplar multitud de deportistas que se dirigían hacia el Paseo Independencia, lugar donde se ubicaba la línea de salida. He aprovechado para tomar varias fotografías ya que consideraba que la carrera lo merecía. Otros fotógrafos y fotógrafas también realizaban la misma misión con lo que hoy yo ya me he considerado un poco más integrado en el gremio de los reporteros. Se ha dado la señal de salida y una multitud de atletas de un rango de edad similar (30-40 años), con sus excepciones, han partido con tranquilidad pero sin demorarse con la firme decisión de realizar completo el recorrido. Como digo he aprovechado para tomar más fotos por la singularidad de la celebración.
He dejado atrás a los corredores (no por mi velocidad sino porque yo realizaba otro recorrido) y me he presentado en el Paseo de Pamplona. Por ir a lo seguro, antes de buscar yo mismo la parada, le he preguntado a un conductor de otro bus y, enseguida me ha dirigido al sitio correcto que, por cierto, lo tenía justo enfrente.
El bus ha sido remiso en presentarse. Mientras, he intentado aprovechar el tiempo de espera conectándome a Internet y leyendo los titulares de El País al tiempo que pensaba que al anunciado boom de la conexión con móvil habrá que dotarlo de algún contenido atractivo porque, de momento, no le veo gran utilidad.
Después de una prolongada espera, ha aparecido el 43. Como suele ser habitual, le he preguntado al conductor si tardaría un poco en partir pero él me ha indicado -un poco crípticamente- que se iba ya, que no estaba para esperas. Yo he supuesto que esta urgencia en arrancar debía obedecer a algún retraso acumulado como consecuencia de la carrera. También he observado cómo el conductor realizaba una consulta a través de un micrófono alargado integrado en el propio vehículo y cómo "los de arriba" le daban indicaciones de cómo tenía que proceder.
En la parada del mercado central han subido varios abuelos y en las siguientes ha continuado la tónica general de ascenso de poca gente y de edad avanzada excepto una chica joven negra que destacaba entre el resto de los transportados por su juventud, su color y su porte desenfadado.
Con bastante rapidez hemos aparecido a la entrada del Barrio de Juslibol. Inmóviles, nos han saludado unas modernas esculturas de joteros y las obras de ampliación de la Residencia Rey Ardid.
Después de discurrir por estrechas callejuelas donde el bus cabía muy justo, hemos desembocado en la Plaza de la Iglesia donde ha sido necesario realizar maniobras haciendo incluso marcha atrás para encarar el bus en dirección Zaragoza. Logrado su objetivo el conductor ha permitido que los últimos dos pasajeros que quedábamos en el interior del vehículo, descendiéramos.
Lo más notorio al apearme del bus ha sido el silencio y la tranquilidad que se respiraban en el barrio. Enseguida he comenzado a caminar y me he dirigido hacia la Plaza del Arzobispo constatando que sigue en su sitio. Una acequia que discurre por su lado izquierdo ha sido merecedora de mi atención y de mi cámara. Allí he dado media vuelta y tomado la decisión de recorrer las calles paralelas a la de la Iglesia, situadas en el siguiente nivel superior.
Ha sido un paseo agradable y gratificante. Siempre acompañado por la monumental presencia de montañas de antiquísimos sedimentos marinos he ido descubriendo parajes y localizaciones por los que nunca había pasado. He tomado muchas fotos de las famosas "casas-cueva" de este barrio, algunas de ellas muy bien acondicionadas exteriormente e imagino que también en su interior. Me ha quedado tiempo incluso para tomar dos autofotos en las que -ahora que me veo- salgo favorecido. He paseado por la calle de la Escuela, calle del Almacén, de Doña Manolita Marco, de Las Flores y otras muchas de enigmáticos nombres -como la calle de Las Velillanas- y mientras, yo, disfrutando del día, de la tranquilidad y de sentirme primer hollador de nuevos enclaves.
Todavía me ha quedado tiempo para visitar Torre Genoveva y las instalaciones de la Fundación Rey Ardid antes de aterrizar en el bar "El Tinajo" que ya conocía de otras ocasiones pero que siempre me sorprende por lo castizo de su concurrencia.
Efectivamente, nada más entrar en el establecimiento ya me han dado ganas de darme media vuelta. Sin embargo la constatación de que sólo hay un bar en Juslibol ha inclinado la balanza para que permaneciera en el local. En su interior una concurrida presencia de hombres jubilados se encargaba de "darle color y volumen" al bar. Lo del volumen es por la voz ya que allí la comunicación se establece a gritos. Como he podido yo también he optado por levantar la voz y he solicitado mi anhelado café con leche y dos churros de los 6 ó 7 que dormitaban en un rincón.
Estaba realizando la operación de aprovisionamiento cuando un señor bajito se me ha acercado y me ha empezado a hablar como si me conociera de toda la vida. Yo, conocedor de determinados perfiles de las gentes de los pueblos, le he hecho caso pacientemente los primeros minutos mientras buscaba una excusa para escaparme de sus garras. La he encontrado al descubrir un Heraldo abierto en una mesa y constatar que pertenecía al bar. Cual pantera me he abalanzado sobre el diario y, de paso, escapado del contumaz conversador.
La lectura del rotativo se ha prolongado durante un buen período de tiempo. Llevaba las gafas de ver de cerca y, por tanto, había que aprovechar la ocasión. Le he dado un repaso a la actualidad llamándome especialmente la atención el hecho de que Marcelino Iglesias tiene dos hermanos curas así como una sección dedicada a empresas innovadoras en el sector de Internet.
Los churros habían sido bien bañados en aceite porque todavía rezumaban el oleaginoso elemento. No obstante como ya había buena gana después del paseo, los he devorado con fruición. El café con leche, bien cargado de café me ha puesto en órbita. Todavía he tenido tiempo de realizar una grabación de audio de las grandes voces de la señora que servía en la barra y de la concurrencia con la duda de si esa grabación se puede incluir en este blog.
Ya se acercaba la hora de la misa -las 12- así es que he pagado (1,50 €) , salido del establecimiento y me he encarrilado de nuevo hacia la plaza del arzobispo con la idea de fotografiar los escudos arzobispales. Cuando estaba fotografiando el segundo escudo, ubicado en la puerta de la iglesia, un señor me ha inquirido sobre la antiguedad del mismo y yo que ya lo había leido, he quedado muy bien contestándole que era del siglo XVI. Resulta que el señor era el propietario de la casa aledaña a la del arzobispo en la que colocó el primer escudo "para el que hubo que buscar una grúa de tanto que pesaba".
Ya eran las doce y la gente iba entrando en la iglesia. El señor ha tomado agua bendita y, en un gesto que no veía hace tiempo, me la ha pasado también a mis manos.
La iglesia me ha recordado un poco a la de Peñaflor, sobretodo por su decoración y pintado interior. A diferencia de la segunda, la de Juslibol presenta unas grietas considerables que me han hecho pensar por un momento si estaría seguro del todo en el recinto. Enseguida ha salido el sacerdote acompañado -como novedad- de un chico y una chica monaguillos. Inevitablemente enseguida han surcado por mi mente pensamientos relacionados con la actual tormenta que vive la iglesia debida a los caso de pederastia surgidos como setas en todos los países. Sin embargo, en honor a la verdad debo decir que el sacerdote me ha parecido exquisito tanto en sus formas como en el fondo de su discurso como luego comentaré.
Ha arrancado la misa y se han sucedido las secuencias propias del divino oficio con las lecturas sagradas. La segunda era del libro del apocalipsis y es la que más me ha llamado la atención sobretodo por la aparición del número 12 en la descripción de Jerusalén, de sus puertas, del grosor de sus muros y de las tribus de Israel. Ello ha dado pie para que pensara en el origen de la famosa docena de huevos y elucubrar sobre la relación que pudieran tener ambas cuestiones.
Miro ahora mismo en el oráculo Google para ver la información sobre el 12 y me sale esto:
"El uso del número 12 tiene su origen, probablemente en Mesopotamia". También leo en Wikipedia múltiples argumentos para la utilización del 12 mejor que el 10. De hecho muchas medidas inglesas mantienen la docena en sus equivalencias. También veo una tabla de multiplicar en base duodecimal, pero declino investigar más so pena de voverme majara.
Siguiendo con la celebración, también el evangelio ha dado para mucho ya que hoy trataba del saludo deseando la paz "la paz sea con vosotros", "mi paz os dejo, mi paz os doy", etc. Ya en la homilía, el cura se ha desempeñado con mucho acierto al hacer énfasis en la necesidad de estar en paz con uno mismo para desear y dar la paz a los demás. Su discurso ha sido sencillo, ponderado y bien estructurado por lo que, en esta ocasión, a diferencia de mis últimas incursiones eclesiales, he estado muy atento y comprendido todo el sermón. Mis felicitaciones para el sacerdote.
Quizás por ello he decidido permanecer en el templo hasta que acabara la misa y todavía he tenido tiempo de equivocarme con el nuevo padrenuestro que no termino de aprender. He dado fraternalmente la paz a una oronda señora y también escuchado las últimas indicaciones del cura recordando que el próximo día 15 de mayo se celebra San Isidro labrador. Sólo cuando el mosen ha rogado a la concurrencia que permaneciera sentada para repasar los ingresos-gastos de la parroquia, yo ya iba abandonando la iglesia.
En el exterior se descolgaban algunas tímidas gotas y peculiares formas nubosas iban desfilando ante los de abajo sin que estos últimos hiciéramos mucho caso. Durante unos minutos he esperado al bus en el final de la línea pero como no viniera, he decidido caminar hasta la siguiente parada para hacer tiempo, luego la siguiente y cuando he visto que venía el bus desde Zaragoza, he ido hasta la tercera parada puesto que he calculado que tendría tiempo más que suficiente para llegar. De nuevo a esperar otra vez hasta que ha llegado el 43 también con poco personal en su interior. Rápidamente me ha trasladado hasta Gran Casa y las cercanías de la cafetería "La Trufa" del domingo pasado. He descendido y enseguida ha llegado el C1 que velozmente me ha conducido hasta Marqués de la Cadena en mi regreso al barrio. Todavía me quedaba la gestión del periódico y he pasado por Larrosa para adquirilo al tiempo que llamaba por teléfono a casa por si había que compar pan. "Pan y una tarta para Eva" me ha indicado Rosa Mari ya que hoy celebrábamos el 18 cumpleaños de mi hija pequeña que ya no lo es tanto.
He llegado a casa con los productos y, enseguida he subido al cuarto de mi niña a felicitarla. Estaba con una amiga y se ha alegrado mucho de mi sincera felicitación. Después me he puesto a volcar las fotos en el ordenador y escribir la primera parte de la crónica hasta que me han llamado para comer.
La comida se ha desarrollado muy agradablemente y sólo la falta de velitas con el número 18 ha empañado un poco la celebración. Como he podido, he compuesto el número 18 con otras velas y así hemos salido al paso del inconveniente. Hoy también me he permitido un poco de licor al final del yantar.
Reportaje fotográfico completo en:
http://picasaweb.google.com/rutaviva2/VisitaAJuslibolYSusApaciblesGentesLinea43#
No cai en la cuenta y tenía que haber ido contigo temprano, veo que has disfrutado y me da un poco de envidia, felicidades a tu chica pequeña,hoy has presentado un buen reportaje fotográfico.
ResponderEliminarhe pasado un rato muy agradable leyendo tus rutas dominicales, veo como disfrutas de las pequeñas cosas que nos da la vida, me resulta muy familiar tu modo de expresarte sigue con ilusion y ganas de hacer cosa nuevas
ResponderEliminarun beso herminia
viva juslibol
ResponderEliminar¿Y la visita galachera? Porque ir a Deus lo Vol y no visitar los galachos y sus lagunas repletas de avifauna es perderse lo mejor de ese barrio-pueblo. Esos de El Tinajo no tienen remedio; son jusliberos de raigambre. ¡Viva Juslibol, sus galachos y gentes!
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