No me ha costado mucho dar con el título de la entrada de hoy. Como comentaba en mi anterior crónica, desde este mismo día, con la línea 51 el plan de las expediciones domingueras en bus ha quedado modificado al prescindir de la misa (que yo mismo me autoimpuse) con lo que ha quedado despejado el horizonte de nuevas aventuras y experiencias más creativas y originales.
Ya indiqué que si podía, me apuntaría a eventos relacionados con la ciencia, pero la exploración de actividades ayer, sábado, me sirvió de ensayo al comprobar que pocos son los programas centrados en actividades científicas los domingos. No obstante el panorama que ahora se vislumbra es, desde luego, más rico y variado y, para ir abriendo boca, hoy he sustituido la misa por un concierto de la banda de música del Actur, patrocinado por ASPANOA (Asociación de padres de niños con cáncer de Aragón) que ha tenido lugar a las 12 de la mañana en el kiosco de la música del Parque Grande.
Eran las 6:30 de la mañana cuando ya me he despertado. Ayer me acosté relativamente temprano y 7 horas de sueño son, actualmente, suficientes para levantarme con la sensación de haber descansado. Tenía "mono" del libro de Brian Green "El universo elegante" y he dedicado hora y media (hasta las 8) a la lectura de este apasionante viaje por el mundo de lo más microscópico y las teorías que los investigadores más punteros van pergeñando con el objetivo de explicar de la forma más precisa posible cual es la esencia de la materia. Lo último es la teoría de cuerdas y, aunque intuyo lo que pretende explicar, debo confesar que su correcta comprensión excede, por ahora mis capacidades intelectuales.
Después de poner el lavavajillas y arreglar un poco la cocina, he desayunado tranquilamente con lo cual se han hecho las 8:45 que ha sido la hora de salida en el periplo de hoy. El inicio de línea se ubicaba en el pabellón "Príncipe Felipe" y el recorrido desde mi casa lo he hecho a pie. He pasado por el azud, por la calle Salvador Minguijón y por el Parque de Torrerramona hasta arribar a Cesáreo Alierta que es donde se ubica el comienzo de línea 51. Allí estaba el bus, cerrado y sin nadie en su interior, ocasión que he aprovechado para tomar una foto en primerísimo plano.
Enseguida ha acudido el conductor que con voz imperativa y amable al mismo tiempo me ha invitado a que subiera. Obediente, así lo he hecho y ha dado comienzo el recorrido. He tomado una foto de mi reloj en el mismo momento de partir y eran las 9:38.
El viaje se ha desarrollado con total normalidad. La subida de un nutrido grupo de jóvenes negros hablando entre ellos un extraño idioma ha sido la anécdota más relevante. El bus ha recorrido obedientemente el trayecto diseñado para él y, enseguida he sido trasportado hasta la Estación Delicias. Al apearme he mirado de nuevo el reloj: las 10:02; es decir 24 minutos de trayecto. Al descender he reparado de nuevo en el puente de reciente factura construido con motivo de la Expo, en el teleférico (parado) y en la animada agitación de viajeros que iban y venían desde y a quién sabe hasta qué remotos lugares. Todavía me ha quedado tiempo para dar una vuelta completa por la estación y fotografiar aquí y allá escenas y rincones que se me antojaban singulares.
Como ya había visitado la estación cuando viajé en la línea 34 pues, la verdad, no he invertido mucho tiempo al ser un lugar ya conocido con anterioridad.
He salido del edificio por el bar de pinchos de obligado paso (buena inversión han realizado los pájaros) y me he encaminado hacia la Ci 2 para acercarme al Parque Primo de Rivera. De nuevo un rápido recorrido y, al no conocer las paradas, me he apeado en una más alejada del parque por lo que he tenido que desandar el camino por Fernando el Católico y Luis Vives hasta llegar al Kiosko de la música. Allí se encontraba un grupo practicando Taichí pero no se veía ninguna preparación del concierto. Enseguida he vislumbrado un cartel en el que ya se indicaba que la actuación comenzaba a las 12:00.
Al disponer de tiempo más que suficiente, lo he dedicado a pasear por el parque por lugares por los que no pasaba hace mucho tiempo. También me ha dado tiempo de tomar fotografías. El día acompañaba con un sol radiante y no mucho calor. Después del periplo, he retornado la estación del trenecito del parque y, atravesando el puente del Huerva, he divisado una cafetería con buena pinta. Se trata del restaurante-cafetería Serrablo con ventanales muy amplios y una excelente vista al parque. Todavía he tenido que acudir a un cajero automático de Servired para sacar dinero y, posteriormente, me he introducido en el establecimiento para disfrutar de las viandas y el merecido descanso.
El servicio ha sido rápido y los manjares habituales (croissant y café con leche), excelentes. Al poco iniciar la degustación, un Heraldo ha quedado libre y, como hiciera en anteriores ocasiones, rápidamente lo he captado y leído en los apartados que me parecían de mayor interés. Bien pensado, el precio que me han cobrado (2:55 €) es bastante ajustado si incluimos también la excelente ubicación y la lectura del rotativo.
Ya se acercaba la hora del concierto (eran las 11:45) y, tranquilamente, me he ido acercando a las instalaciones en las que la banda ya preparaba la actuación afinando pausadamente sus instrumentos. Después de cambiar de silla en tres ocasiones (intentando calcular la trayectoria del sol, para que no me diera) me he sentado en una silla de tijera y esperado a que comenzara la actuación de la orquesta.
Una joven muchacha -la directora del grupo- dirigía enérgicas y amables palabras a sus músicos como preparación de la intervención. Las cariñosas admoniciones han durado su tiempo pues hasta las 12:6 minutos no ha comenzado la actuación. Estaban previstas 10 obras en el programa, comenzando por La entrada, Overture español y las Leandras y finalizando con Suspiros de España, Mesonera de Aragón y Sierra de Luna. También han interpretado Medley Boleros, Gershwin´s Songs, Cerezo rosa y Anniversary Marcha-cha. De todas ellas yo me quedaría con la del cerezo y Sierra de Luna. Esta última también cuenta con la ya conocida letra "El Ebro guarda silencio, al pasar por el Pilar..." y ese recuerdo -no sé por qué- junto con los cadenciosos acordes de la banda ha hecho que me emocionara durante toda la pieza.
He aplaudido con agradecimiento cada una de las 10 piezas juntamente con el público -bastante mayor en su mayoría-. Como propina, la directora y sus acólitos nos han obsequiado con una nueva interpretación de Las Leandras. Ya digo que he quedado muy satisfecho de la experiencia y me han encantado todas las actuaciones.
Al terminar el concierto, de nuevo me he desplazado a pie hasta la parada del 35 en Pedro Cerbuna; luego el 20 hasta Valle de Broto y después la Ci 1 hasta Marqués de la Cadena. Al llegar a casa, después de saludar a la familia, mi primera ocupación ha sido recolectar unas cerezas para darme el gustazo de comérmelas sin lavar ni nada pues todavía no he fumigado el cerezo a pesar del inevitable avance del pulgón. Muy orgulloso de mi cosecha, he tomado varias fotos-demostración de la fruta, refulgente, con su piel suave y tersa y, posteriormente, como todos los domingos he disfrutado de la estupenda comida que había preparado RM. Quizás me he pasado un poco con las cerezas en el postre pues he contado -por encima- unos 60 "cascuellos" como dicen en mi pueblo pero, la verdad, no he podido sustraerme a un placer tan irresistible.
Esta vez no he comprado El País. La experiencia de vivir sin él durante dos semanas me ha dejado huella y, bien pensado, en el fondo en el fondo ya adivinaba lo que iba a ser su contenido lo cual no me entusiasmaba.
Así es que todavía he tenido tiempo para ver un poquillo el Telediario, la cabezada y, posteriormente me he entrenado a cortarme yo mismo el pelo con un cortador eléctrico. Luego una ducha y después a escribir en el blog. El "Principio de normalización" se ha cumplido de nuevo.
Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LiberadoPorFinDelAutoimpuestoYugoEclesialLinea51##
Se presenta el visitante 121, veo que has cambiado los sermones de las iglesias por la música en el parque, ¡Buen cambio !, la música trae torrentes de recuerdos y de momentos y no digamos la sonatas oficiales !!! y no la quieren despertar¡¡¡. un abrazo.
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