domingo, 20 de junio de 2010

Línea 52. Todos los objetivos, cubiertos.

A pesar de que ayer me acosté algo tarde (las 13:30) y de que me tomé dos cervezas y también un café, hoy me he despertado descansado y con buen humor. Quizás el ejercicio de la mañana del sábado con la mula mecánica ha producido un benéfico efecto en mi organismo. También podría ser el hecho de saber que ya queda poco de curso. El caso es que sobre las 7:30 ya estaba en pie.

Después de desayunar tranquilamente (vaso de leche con miel y café descafeinado, varias piezas de pan tostado con mermelada de fresa y una generosa porción de torta Loras de Muel) he preparado todos los efectos para la excursión de hoy. Parecía que el día estaba bueno y, después de pensármelo un poco, he decidido salir en camisa, sin jersey ni nada. Esta vez me he llevado el sombrero que me regalaron para protegerme del sol. Ha sido una buena decisión aunque -como veremos- el día se ha ido complicando por el viento.

En primer lugar recorrido a pie por el tercer cinturón hasta el pabellón Príncipe Felipe. Los pies iban solos puesto que los nuevos zapatos que me compré -a buen precio- en Alcampo-Utebo son muy ligeros y cómodos. No lo he comentado pero la salida de casa ha sido a las 8:20 y a las 9:00 ya estaba esperando en la parada del 51 en Cesáreo Alierta. He realizado el recorrido, por tanto, en 40 minutos. Por el camino ya he ido sintiendo el pertinaz viento zaragozano empeñado en recorrer mi rostro desde todos los ángulos a gran velocidad. Sin embargo no sentía frío. El día estaba bueno y el paseo, como he indicado, ha sido estupendo.

De nuevo he aprovechado para fotografíar el bus desde cerca pues no se veía el conductor. También he tomado una inusual foto de tres buses esperando, uno detrás de otro, ya que se me ha brindado esa oportunidad. Enseguida ha llegado el conductor y a las 9:05 arrancaba el vehículo desde el comienzo de línea. Como en otras ocasiones, el viaje ha transcurrido con normalidad y también con comodidad pues se trataba de un autobús moderno con la suspensión bien equilibrada. A las 9:36 llegábamos a Miralbueno con lo que el tiempo invertido en el trayecto ha sido exactamente de media hora.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ya había quedado que pasaría por la casa de Rocío (antigua compañera de Casetas) para saludarla a ella y a su familia, así es que he hecho tiempo hasta las 10:00 merodeando por el barrio y tomando fotos de las nuevas edificaciones y los abundantes parques construidos recientemente. En el ambiente se respiraba mucha tranquilidad y, ciertamente Miralbueno está muy cambiado -para bien- gracias, como digo, a las nuevas construcciones y servicios implementados por el ayuntamiento. Enseguida he dado con la calle Enrique Val y, aprovechando que unos señores entraban en la urbanización de mi compañera, yo también he pasado al interior.

Ha bastado una corta llamada de teléfono para que enseguida se percatara de mi presencia y pasara al interior de su vivienda. Allí he departido agradablemente con toda la familia: con Eugenio, con David, con Alberto... Nos hemos puesto mutuamente al corriente de nuestras vidas y hasta he tenido tiempo de contemplar su gimnasio privado, resguardado por unos oportunos toldos, los acuarios con una instalación estratosférica y gran variedad de peces, el cuarto arreglado de uno de los hermanos... En fin, que he pasado un rato muy agradable con ellos.

Sobre las 11:00 nos hemos despedido y, de nuevo he salido a la calle. Ya había conseguido dos objetivos: el trayecto en el 52 y la visita. Enseguida he observado que el viento había arreciado y he tenido que sujetarme el sombrero con la mano so pena de perderlo por el camino. Me he desplazado a pie hasta el complejo Augusta y de allí hasta la estación Delicias y el Rastro. Nuevas fotos de ese espectáculo humano tan sorprendente realizando transaciones de la más diversa índole y el viento azotando cada vez con más fuerza, ahora todo mi cuerpo.

El paso por el Puente del Tercer Milenio ha sido reconfortante. Protegido del viento he podido centrarme de nuevo en el tercer objetivo previsto para hoy: acudir a la sala de títeres Arbolé para disfrutar de una sesión de moñacos titulada "El libro de la selva". A las 11:40 ya estaba adquiriendo mi entrada (8 €) y, después de pasar por el baño, me he puesto en la cola con una nutrida representación de padres y madres jóvenes y la chiquillería. Enseguida nos han hecho pasar y ya en el interior he podido contemplar el significativo avance realizado por esta compañía desde aquellos tiempos en los que realizaban sus sesiones en el Actur. Las instalaciones son ahora amplias y cómodas así es que me he situado en un lugar estratégico y he esperado a que diera comienzo el espectáculo. Pensaba tomar algunas fotos pero una "voz en off" nos ha recordado que no se podían tomar fotos con flash, así que he optado por emplear la cámara del móvil sin fogonazo alguno.

Me hubiera gustado escribir que salía muy contento y divertido de la obra pero, la verdad, no ha sido así. Reconozco en la pareja de titiriteros un gran dominio en la entonación, modulación e inflexiones de la voz pero el argumento no ha sido nada novedoso (se han ceñido al milímetro a la película de Disney) y los muñegotes tampoco eran ninguna maravilla de diseño. El caso es que ya a media sesión he podido observar algunos niños que, ajenos a lo que se urdía en el escenario, se entretenían mirando al público dando la espalda a los protagonistas. Por otra parte también se ha echado en falta mayor interacción de los figurantes con el público así como cambios de ritmo y música en los distintos episodios. El espectáculo ha durado aproximadamente una hora y al finalizar, ambos titiriteros han salido, el uno con el elefante (sólo la cabeza) y la otra con un diminuto Mowgli para saludar a los niños que, distraidamente, iban saliendo. Yo he declinado saludar al proboscídeo y al niño salvaje y he apretado el paso para salir cuanto antes al exterior.

De nuevo el fortísimo cierzo ha hecho acto de presencia y me ha ido zarandeando sin piedad en mi camino hacia la línea Ci 1. Ya empezaba a tener frío y deseaba que llegara pronto el bus pero una señora ya me ha puesto al corriente que había pasado un bus lleno y no había parado y, para mi sorpresa, el siguiente C1 tampoco ha parado. Así es que he decidido ponerme en marcha para intentar llegar a pie hasta otra parada que no estuviera gafada. He tenido suerte pues en la siguiente, enseguida ha llegado otro circular prácticamente vacío.

A gran velocidad he sido transportado hasta Marqués de la Cadena. Siguiendo el protocolo habitual, todavía he tenido tiempo de adquirir El País y una barra de pan y luego ya he vuelto para casa. Después de los saludos y el intercambio de impresiones mañanero he bajado a escribir un rato en el blog porque enseguida se me ha encomendado la tarea de ir a buscar a mi hija pequeña que llegaba de Salou.

Durante los días del 12 al 20 de junio esta villa tarraconense ha sido el destino de la práctica totalidad de los estudiantes zaragozanos que se han presentado a los exámenes de selectividad. Yo no conocía este ritual pero ya me he puesto al corriente de lo habitual del éxodo estudiantil después de las penalidades sufridas para el acceso a la universidad.

El primer intento de recogida de la niña ha fracasado ya que por una información incorrecta creíamos que llegaba a las tres pero a esa hora todavía estaba en camino. Así es que hemos vuelto a casa, hemos comido y sobre las 16:00 he vuelto (ahora yo solo) de nuevo a la estación a recoger a la fatigada estudianta. Vuelta de nuevo a casa y, un poco atontado por el tinto de Borja enseguida me he quedado dormido en el sofá. Al despertar el viento continuaba y también mi atontamiento. Con una nueva cabezada, esta vez en la cama, he intentado despejarme. Todavía un poco aturdido me he dedicado a recoger las últimas cerezas y a retirar -como todos los años- la malla protectora del árbol. Finalizada la tarea, a terminar de escribir el blog. La modorra ya ha quedado atrás y, ahora más despejado voy a hincarle el diente a El País para ponerme al día después de una nueva quincena de sequía de noticias.

El resto de fotos en:http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea52TodosLosObjetivosCubiertos#

1 comentario:

  1. Has elejido un día muy airoso para visitar los alrededores del Ebro, pero !!ojo ¡¡, dicen que el cierzo es el saludo entre el mar Cantábrico y el mar Mediterráneo, o que el viento es el que traslada los buenos deseos de un lugar a otro, en el fondo el viento del valle del Ebro es una ceremonia.

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