domingo, 4 de julio de 2010

De puente a puente... y tiro porque me lleva la corriente. Línea 141

Hoy estaba previsto el viaje en la línea 128 pero después de llevar a cabo todos los preparativos habituales de las mañanas de domingo y desplazarme hasta la Plaza Mozart desde donde sale el susodicho bus, resulta que me entero que los festivos no hay servicio y, después del desconcierto inicial, he tenido que plantear rápidamente otra alternativa.

Había salido de casa a las 8:45 y el panorama en la calle Miguel Asso no era muy halagüeño. Vasos de plástico usados y restos de comida esparcidos por el césped de la Plaza de la Albada daban fe pública de la indiferencia de muchos ciudadanos por el respeto con el medio ambiente. La insolente proximidad de las ferias y atracciones a las viviendas y zonas residenciales también nos está informando del atávico descuido cuando no desprecio por el descanso ajeno. Fiel notario de la realidad, he tomado varias fotos de los estragos que, por otra parte, ya resultan habituales en cualquier festejo o celebración en nuestros pueblos y ciudades.

Camino del inicio de la línea 128 he reparado en que no había cogido las gafas de sol pero he declinado deshacer lo ya recorrido por tan fútil descuido.

Como decía al comienzo de mi crónica, hoy yo no me quería quedar sin recorrido en bus así es que he sacrificado la ordenada secuencia autobusera que he seguido hasta la fecha y, dando un salto en la lista, he resuelto dedicarme a la línea 141. Me tenía que desplazar hasta la Plaza Emperador Carlos V -donde está ubicado el comienzo del trayecto- y he tomado el 45 que diligentemente me ha trasladado hasta allí.

Justo cuando llegaba salía cautelosamente mi vehículo desde la parada de inicio así es que me ha tocado esperar ya que el próximo autobús se anunciaba para dentro de 15 minutos.

He aprovechado este tiempo muerto para entretenerme con el Tom Tom instalado recientemente en mi móvil. Las opciones y posibilidades de esta aplicación me han sorprendido y me he conjurado para aprender lo básico del navegador en cuanto tenga tiempo. Otra derivación de esta experiencia es la constatación de lo rápido que está evolucionando la tecnología y el limitado uso que hacemos la gente de a pie de las increibles posibilidades que se nos están brindando ahora mismo en todos los campos del conocimiento.

En estos pensamientos me hallaba enfrascado cuando, por fin, ha arribado el 141. He tenido suerte y me ha servido el anterior viaje por lo que no he tenido que abonar este trasbordo.

El recorrido del bus ha discurrido paralelo a las ya famosas obras del tranvía. Se avanza con rapidez y de tiempo en tiempo aparecen en el trayecto nuevos elementos que perfilan con más nitidez como va a quedar definitivamente el trazado. Cerca ya de la gasolinera de Valdespartera, mi vehículo ha virado a la derecha y hemos dejado atrás los metálicos carriles del trainway.

Luego el viaje ha continuado por avenidas y calles conocidas ya de sobra en la Urbanizacion Montecanal para finalmente ir a parar a la Clínica Montecanal (actualmente Hospital Viamed) donde me he apeado del bus ya que allí se ubica el final de línea.

El hecho de ir pertrechado con mi entrañable sombrero y haberme aplicado crema protección 50 me ha permitido girar una amplia visita por la parte más meridional actualmente edificada de Zaragoza, ciudad. El balance ha sido espléndido. He discurrido por parajes hasta ahora no hollados por mí y visitado parques e instalaciones municipales que desconocía. Ciertamente, el pasear por el límite construido de la ciudad al sur me ha permitido, entre otras cosas avistar dos "picatroncos" o pájaros carpinteros que hace muchos años que no los veía. También he pasado por las instalaciones del Club Deportivo Montecanal, cuya existencia ignoraba.

Cuando me ha parecido, he girado a la izquierda a la búsqueda de un 141 que me llevara de vuelta al centro de la ciudad, con tan buena fortuna que en ese momento pasaba un 41 que me ha devuelto hasta la Puerta del Carmen. Comenzaba así la segunda parte del periplo dominguero en la que iba a realizar las actividades culturales sustitutivas de las trasnochadas misas.

Me he encaminado por la calle Canfranc hasta la calle Bilbao. Justo en la intersección se encuentra una pastelería (no he mirado su nombre), creo que es la pastelería Canfranc donde venden unos estupendos productos. He adquirido un pastel "borracho" en forma de cono y me lo he comido con devoción. Estaba riquísimo. Con ese dulce sabor de boca he continuado mi camino por calles céntricas de la ciudad hasta llegar al Palacio de Montezumo donde iba a recrearme con la exposición de Rafael López Espí (gran maestro del cómic español, cuya existencia, también desconocía).

La muestra me ha sorprendido muy gratamente. Esperaba visualizar úna colección de los clásicos dibujos de cómic sin más pretensiones y me he encontrado con la obra de un verdadero artista que yo no dudaría en colocar al lado de Goya o Velázquez por la variedad y calidad de sus dibujos y la excelente ejecución en todos sus trabajos. No tenía desperdicio ninguno de los cuadros expuestos en las tres salas de la exposición y, algunos de ellos eran, para mi gusto, verdaderamente sublimes. No he podido menos que admirar internamente el trabajo de este artista que sabe captar miles de matices en los rostros o en las composiciones corporales que, a mí, seguro que se me escaparían. El dominio de los gestos y de las proporciones; una enorme creatividad para gestar personajes de ficción que parecen dotados de vida y las composiciones en las que aparece el héroe batallando con una multitud de esbirros, trazado todo ello con enorme precisión y colorido son los rasgos que, a mi entender definen mejor la obra de Rafael López.

Hasta tal punto ha llegado mi entusiasmo que, en un alarde de atrevimiento, me he puesto a fotografiar algunas de las obras más interesantes para mi gusto. No tenía claro si se permitía o no, pero al hacerlo sin flash, creía que sería más discreto y pasaría desapercibido. No ha sido así. Al tercer "clic", ha acudido el oficial de seguridad y con amabilidad -pero con firmeza- me ha conminado a que no hiciera más fotos porque estaban protegidas por el copyright. Le he agradecido su advertencia mitad amable, mitad confundido. Luego he disimulado un poco como mirando uno de los cuadros con más atención y, finalmente, he salido con cierta celeridad al tiempo que me despedía confusamente del guarda y de la conserje.

Mi siguiente cita era en el Centro de Historia de Zaragoza. Allí iba a visitar la exposición "Quito en Zaragoza" y con paso firme y decidido hacia allí me he encaminado. Al llegar a la Plaza de San Agustín, las puertas correderas automáticas del Centro, me han recibido con calidez. He penetrado al interior del recinto y en un rápido vistazo he podido hacerme cargo del piso en el que se mostraba el grueso de la obra. He subido a la segunda planta y allí me ha recibido una variopinta muestra de fotografías, carteles, vídeos, sonidos y hasta camisetas de la pintoresca capital de Ecuador. Lo que más me ha gustado han sido las fotos del archivo Bloomberg. Se trata de una muestra de fotografías correspondientes a un Quito de medianos del siglo XX muy peculiares e interesantes. También me ha sorprendido un vídeo sobre el festival de rock que se celebra en la ciudad quiteña en el que los jóvenes manifiestan sus opiniones acerca de este tipo de música. Por cierto que, a diferencia de otros festivales organizados por estos lares, las canciones que se ven y escuchan son todas en español. Después de visitar con detenimiento la muestra, he tomado un folleto de recuerdo y he retornado de nuevo a la Plaza de San Agustín con el plan de ir regresando a mi domicilio.

Aún me ha quedado tiempo de pasar por el albergue municipal en el que una legión de transeúntes se preparaban para el yantar. Desde las ventanas, que dan a la calle de Las Arcadas se podía escuchar el cansino alboroto de los que tienen poco y poco esperan de los poderosos.

Finalmente me he encaminado por el Puente de Hierro (Puente del Pilar) a la calle Camino del Vado. Allí, en una papelería ya conocida, he adquirido El País y continuado, posteriormente mi caminar de vuelta a casa. Sobre las 13:05 horas llegaba a mi hogar y, como casi todos los domingos enseguida he ido a por el pan. También como todos los domingos, a la vuelta me he puesto a escribir la primera parte del blog y, posteriormente, a disfrutar de la estupenda comida que había preparado RM.

Quedan relativamente pocos buses para explorar y, entre las líneas pendientes, hay varias que son nocturnas. Así es que me propongo intensificar mis excursiones, aprovechando las vacaciones del verano y cuando el objetivo esté cubierto, cerrar un ciclo que tantas satisfacciones me ha reportado. Son muchas las ideas que bullen en mi interior respecto a la nueva actividad que sustituirá las excursiones en bus urbano. En su momento comentaré la opción por la que, finalmente me decanto. Ahora, a protegerse del calor y a disfrutar cada segundo de las vacaciones.

Reportaje fotográfico de la salida de hoy: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/DePuenteAPuenteYTiroPorqueMeLlevaLaCorrienteLinea141##

1 comentario:

  1. Te vamos a declarar cronista oficial de la ciudad de Zaragoza, tus crónicas dominicales, dentro de la normalidad de vida de esta ciudad, nos resulta amena y tiene muchos adeptos, en cierta manera a la gente le estás enseñando nuestra vida cotidiana.

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