domingo, 25 de julio de 2010

Viaje gratis al cementerio. Línea C1

No tenía ni idea de que existiera la línea C1 y menos de que el billete fuera gratuito. Me ha parecido un servicio muy interesante para aquellas personas que desean visitar las tumbas de sus seres queridos o que deban asistir a algún sepelio.

Hoy he madrugado bastante. La hora oficial de salida de casa ha sido las 7:24 de la mañana. He dudado un momento porque no sabía si llevar o no jersey ya que el día estaba ventoso pero, finalmente he pensado que con el ejercicio y el avance del día la temperatura se iría templando. Así es que he enfilado el Paseo de la Ribera a buen paso pues ya habia trazado mentalmente mi trayecto: iría a pie hasta la Plaza de las Canteras, en Torrero y allí tomaría el autobús para realizar el corto trayecto que separa la plaza del camposanto.

Como digo he ido a buen paso y casi no he sentido el frío. Muy poca gente por las calles zaragozanas a esas horas. Si acaso algunos jóvenes todavía de marcha y personas mayores con distintas encomiendas. He tomado unas fotos por aquí, otras por allá de escenas o estampas que me ofrecían más originalidad y, enseguida me he plantado en Torrero.

Justo cuando llegaba salía el bus de las 8:15, así que he tenido que esperar un cuarto de hora hasta el siguiente de las 8:30. Mientras tanto, he aprovechado esa tasa de tiempo para averiguar dónde estaba el letrero de la Plaza de la Albada pues sólo vislumbraba las indicaciones de la Calle Fray Julián Garcés y Alicante. Finalmente, después de un detenido repaso he descubierto que el dichoso cartel se encuentra en el centro de la plaza.

Mientras tanto iban llegando bastantes personas mayores a la parada. Ya digo que todas ellas eran de avanzada edad y ello ha sido motivo de una primera reflexión al preguntarme por qué no había jóvenes que visitaran el cementerio a esas horas. Aunque la respuesta es obvia, también nos podemos inquirir por el motivo de que unas personas mayores dediquen tiempo a estos menesteres y otras no. Probablemente convicciones religiosas o distintos grados de percepción de la proximidad al final del trayecto vital de cada cual pueden conducir a esos señores a esta conducta.

Cuando ha llegado el autobús y he subido al vehículo, me disponía a pasar el abono por la máquina lectora pero el conductor me ha advertido muy amablemente que tomara el billete gratuito. Efectivamente, en el propio boleto queda impresa la hora de acceso y la gratuidad del viaje.

Enseguida hemos llegado hasta el interior del cementerio. Debo decir que no me hacía mucha gracia deambular por el camposanto ni por las instalaciones aledañas. Menos a esas horas de la mañana en las que -por contraste- todo comienza a llenarse de vida. Quizás una visita al atardecer o bien en otro momento del día hubiera conllevado más contenido. El caso es que, después de pensármelo un poco y para no violentar la tranquilidad de los difuntos, he tomado una foto de compromiso y, aprovechando que todavía no se había ido el bus con el que había llegado, he subido, he tomado de nuevo el billete gratuito y me he dejado transportar otra vez hasta el mundo de los vivos.

Durante el corto trayecto se ha ido concretando la mezcla de impactos visuales mañaneros en el cementerio y mis habituales inquietudes intelectuales. He pensado -de nuevo- qué sentido tiene la vida. También he pensado si tiene algún objeto preguntarse por el sentido de la vida porque, la verdad es que la vida -en general- es ubicua en nuestro planeta y son millones los seres vivos que diariamente nacen y mueren. No digamos nada de las miriadas de seres que nos han precedido y de la cascada de casualidades que condujeron a la aparición de los humanos en la tierra. La contemplación hace unos día de un documental en el que se veían miles de cangrejos desovando en las playas de Cuba y luego retornando a la selva, debiendo cruzar una carretera, me impactó porque cada vez que pasaba algún vehículo cientos de decápodos eran aplastados sin consideración alguna. Incluso las hormigas que pisamos inadvertidamente o los mosquitos que fulminamos con insecticidas merecen nuestra admiración ya que constituyen maquinarias complejísimas imposibles siquiera de imitación.

Como tantas veces se ha repetido, los humanos nos diferenciamos del resto de los animales por nuestra inteligencia, nuestro lenguaje elaboradísimo y nuestra capacidad de abstracción. Sin embargo según voy averiguando en mis lecturas y visionados de documentales sobre estrellas, planetas y asteroides, ese supuesto privilegio le tiene sin cuidado al Universo puesto que sólo es cuestión de tiempo para que un asteroide impacte en nuestro planeta, nos afecte alguna explosión de rayos gamma o seamos engullidos por un agujero negro. Incluso la vida de nuestro sol también está tasada. En unos miles de millones de años desaparecerá y con él también lo hará el resto de los planetas. Esta constatación científica y los enormes avances que casi diariamente se producen en el mundo de la astronomía, la verdad, dejan muy poco espacio para las religiones. Si un asteroide de tamaño mediano, de los millones que nos rodean impactara en nuestro planeta, no quedaría títere con cabeza. ¿Cómo explicar desde la perspectiva cristiana ese desprecio de la naturaleza por la vida inteligente, por los hombres y mujeres de la tierra? ¿Dónde queda la misericordia de Dios para con los de nuestra especie?

Bueno, lo cierto es que estas reflexiones no me amargan el día a día aunque parezca lo contrario. Digamos que me aportan una nueva perspectiva a mí, que como el resto de los de mi generación fuimos educados de niños con parámetros de la edad media.

Después de apearme en la Avenida de América he realizado el trayecto en sentido contrario aunque, esta vez cuesta abajo. He pasado por el Paseo de Cuellar, Sagasta, Plaza Paraíso y, finalmente he llegado a la Plaza Aragón. Allí me esperaba la segunda cita del día porque quería ver la exposición de fotografías de Robert Doisneau.

Me he acercado hasta la sala y he constatado -con cierta decepción- que abrían a las 11. Eran las 9 de la mañana y disponía de dos horas para dedicarlas a lo que me pareciera.

Me he dejado llevar por la intuición y ella me ha conducido, en primer lugar, hacia la Pastelería Canfranc, en la calle del mismo nombre. No he podido resistir la tentación y hoy he probado un excelente producto denominado "borracho" por el módico precio de 1,50 €. Estaba tan rico que le he tomado una foto y todo.

Posteriormente he parado en una cafetería y tomado un café con leche y un croissant, con lectura de diario incluida (aunque sin gafas) y después me he encaminado hacia la calle Pignatelli. Luego he virado hacia Conde Aranda, calle San Pablo, calle Predicadores, Mercado Central y Plaza de San Felipe. Allí, en el Torreón Fortea, he pasado a ver una exposición de vistas de Zaragoza (acuarelas y óleos) de Agustín Allué, Delia Guillén y Beatriz Allué. He realizado un recorrido rápido. Aún valorando el mérito de las obras, no he prestado mucha atención pues el tema no me atraía especialmente.

Luego he pasado por el museo Pablo Gargallo y preguntado si también había que pagar por ver otra exposición (ésta de escultura) con obras de Joaquín Rubio CAMÍN. Tampoco me ha dicho gran cosa. Después he merodeado por la plaza observando cómo pintores anónimos montaban sus chiringuitos para mostrar sus obras. Los cuadros que se exponían tampoco me han llamado especialmente la atención. Finalmente he abandonado la plaza, he pasado por El Tubo y regresado de nuevo a la Plaza de Aragón. Eran ya las 10:30 de la mañana así que todavía me ha quedado tiempo para entrar en el VIP´S y hojear algunas revistas.

Se acercaban ya las 11:00 y todavía me ha quedado tiempo de dar un garbeo por Paseo la Constitución, Plaza de San Sebastián (Pastelería Ascaso) y, finalmente retornar de nuevo al Centro de Exposiciones que ya estaba abierto.

La muestra de Doisneau la componen varias decenas de fotografías tomadas entre 1940 y 1970. Todas ellas en blanco y negro, retratan con gran acierco momentos y situaciones cotidianas en la Francia de aquella época. Por su objetivo desfilan amantes y enamorados, niños enclaustrados en la escuela, tenderos, guardias de tráfico, porteras, obreros, cupletistas y un sinfín de personajes.

La gran cualidad del artista es que fotografía con gran acierto gestos y expresiones espontáneas de todo aquel que cae en el campo de visión de su objetivo. He pensado por un momento si habría alguna foto preparada (yo creo que sí) pero aún bajo este supuesto, como digo, el autor ha sabido captar con precisión los momentos más jugosos de cada situación

En la planta de abajo se exponían más fotos y también un documental en el que se mostraban muchas más. He visualizado durante bastante tiempo el documental y, casi sin darme cuenta me he abstraído tanto que pareciera que yo también formara parte del espectáculo. Finalmente aunque no había visto todo el corto he pensado que ya era suficiente y he salido de nuevo a la luz, en Constitución.

No me extenderé en más reflexiones aunque el visionado de la obra de Robert Dosineau también ha encendido la mecha de muchas elucubraciones. El caso es que, a la salida, he inspirado profundamente y de nuevo me he enganchado con el mundo real.

De nuevo a caminar. Esta vez por la Plaza de los Sitios, Isaac Peral, Coso y Puente de Hierro. En la papelería del Camino del Vado he comprado el periódico. Allí estaba mi amigo Carlos que me ha atendido muy amablemente. Luego he redoblado el paso porque habíamos quedado a las 12 para tomar vermout con unos amigos. He llegado sobre las 12:15 y Juan y Ángeles, todavía no habían llegado. Mejor para mí. Todavía me ha quedado tiempo para ir al baño y echar una ojeada rápida al diario. Enseguida ha llegado la pareja y hemos salido todos en dirección a "Barrio". Hemos pasado una agradable jornada festiva y yo he dado por bien empleada esta mañana de domingo.

Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/ViajeGratisAlCementerioLineaC1##

2 comentarios:

  1. Entender el origen de las especies es complejo e investigar el porqué de tanta perfección aún más, todo ser vivo es una maquinaria perfecta difícil de imitar; a veces pienso, que el proceso de la evolución es tan grandioso y perfecto que el ser humano, con sus investigaciones, sólo le podrá hacer caricias.

    ResponderEliminar
  2. Hola amigo.
    Yo pienso que tendrías que leer algún libro sobre la teroría del espacio-tiempo y verías lo relativo que son las cosas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar