Queda pendiente averiguar la inexistencia de la línea 26. Si puedo, llamaré a TUZSA para interesarme por el asunto, pero el caso es que cuando entré en a web de TUZSA para ver el recorrido del bus de este domingo, descubrí que después de la línea 25 no viene la 26 sino la 27.
Misterios aparte, y una vez aclarada la línea que tenía que explorar, he procedido a seguir con el protocolo dominguero mañanero: levantarme sobre las 9:20 e inmediatamente salir de casa, en esta ocasión aprovisionado de dos naranjas y un plátano. En mi agenda electrónica he anotado diligentemente la hora de salida: las 9:28.
No me ha costado elegir el itinerario: Tenía que llegar hasta el comienzo de línea en la Puerta del Carmen y el día estaba bueno aunque algo fresquillo. Por tanto me he encaminado hacia el Paseo de la Ribera y ya se podían ver por los aledaños algunas señoras mayores que iban caminando. De las tres alturas "caminables" que tiene el paseo, he decidido ir por la de abajo, cercana al río pero no por la orilla que es la tercera opción y hoy estaba impracticable debido, de nuevo, al caudal.
Por el camino he tomado varias fotos de patos picoteando en las orillas. Me llaman muchísimo la atención esos patos voladores y no me canso de observar su peculiar estilo de vuelo cuando deciden alzarlo. El motivo de este asombro puede estar de nuevo en el pueblo, en Uncastillo ya que cuando era niño, los patos que había por el río eran incapaces de volar.
Imagino que los propietarios de las aves se aseguraban bien de la incapacidad para el vuelo de estas anátidas y así poderlos tener controlados. Bien, pues como digo, los patos voladores siguen causando en mí asombro y siempre busco la detenida observación de su vuelo. Son muy originales, tanto cuando alzan el vuelo como cuando se posan.
He pasado por debajo del Puente de Piedra y allí me he tomado una foto con el disparador automático ya que la perspectiva del río, el puente y el Pilar, me han parecido muy originales.
Al final de mi recorrido ribereño he llegado al Puente de Santiago y cruzando el río, he pasado a la orilla derecha del Ebro para seguir por el Mercado Central, cruzar Conde Aranda, continuar por César Augusto y llegar, finalmente a la Puerta del Carmen. Con cierta impaciencia he buscado en los postes el inicio de la línea 27, creyendo que el bus continuaría por el Paseo María Agustín. He caminado casi hasta El Pignatelli y luego, vover de nuevo a la parada que ya había localizado en la Puerta del Carmen. Eran las 10:27 El trayecto andando desde mi casa hasta allí me había costado una hora.
Tal como me pasó en la línea 25, el inicio de línea no estaba en esta parada inicial sino justo enfrente. Cuando lo he descubierto, he cruzado velozmente la calle y preguntándole al conductor si era el inicio de línea, he pasado al interior del bus.
El conductor, de rasgos ecuatorianos, leía un libro mientra hacía tiempo para la hora de salida del autobús. "Buena y rara idea entre conductores esta de aprovechar los tiempos muertos para leer un libro" -he pensado-. A las 10:30 el autobús ha arrancado con un solo viajero: yo mismo.
El viaje se ha desarrollado a gran velocidad pues no ha subido al bus ningún viajero hasta que hemos llegado a la Avenida de Navarra. Justo al lado del antiguo mercado de pescados, tres personas de avanzada edad han accedido al interior del vehículo y ya no ha habido más novedades en el apartado accensos y descensos.
Retomado el camino con renovada furia, el conductor del vehículo público competía consigo mismo para arribar con la máxima rapidez a su destino. Este evento ha ocurrido a las 10:50 y la tríada viajera, sin despedirnos, nos hemos apeado en el Parque Deportivo Ebro.
Hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí y he tomado varias fotos de la entrada al antiguo "Parque Sindical" ahora gestionado por la GDA. Incluso le he preguntado al conserje cómo se podía conseguir el carnet de abonado de 10 entradas. Muy amablemente me ha indicado que pasando de lunes a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20 horas por las oficinas, aportando el DNI y abonando 27 € en metálico "Porque no tenemos para cobrar con tarjetas".
Realizada esta gestión he continuado bordeando el Ebro por el vial peatonal habilitado con motivo de la Expo. El sol empezaba a aparecer y la mañana estaba resplandeciente. He tomado unas fotos de varias casas con parcelas que hay en las cercanías y también me han llamado la atención unos campos en los que se cultivan árboles de sombra, todos ellos muy bien alineados y acondicionados. Cuando llevaba un rato caminando dirección aguas arriba del río, he decidido dar media vuelta y retornar a la ciudad. En el regreso me he encontrado con los hermanos "¿?" (no recuerdo su apellido) que estudiaron conmigo en la Institución Virgen del Pilar. El hermano pequeño es el padre de Daniel, que iba con Laura al Colegio Inglés. La próxima vez que lo vea me interesaré por nombres y apellidos. Hemos departido un momento hablando de nuestra afición a pasear y de lo bien que nos sienta y después cada cual hemos continuado por nuestro camino.
He tomado unas fotos de la estación de elevación de aguas de La Almozara y continuando mi caminata he llegado cerca del aparcamiento de la Expo donde los miembros de distintas cofradías ya estaban afinando sus trompetas y sincronizando sus tambores y bombos, todo ello de cara a la próxima Semana Santa. Nueva toma de fotos y también de dos vídeos para probar su inserción en este blog y continuando mi camino he llegado hasta el rastro donde cientos de tenderetes ofrecían a los posibles compradores una gran variedad de artículos, todos ellos a precios sin competencia.
El bullicio y la agitación de vendedores y compradores me ha traído a la mente un sinfín de reflexiones: Que si el estrato social de los que vienen al rastro, que si el origen de los dueños de los tenderetes, la presencia de muchos gitanos y musulmanes y su vinculación con el comercio, la pobre cualificación y formación de la gran mayoría... etc.
He pasado de soslayo por el rastro porque tenía mi misión bien trazada: buscar una iglesia y averiguar la hora de comienzo de la misa. He cruzado la avenida prolongación del puente del milenio y continuado por la Avenida de Pablo Gargallo, por el lado derecho, he aprovechado para "fichar" varios bares de tapas que tenían buena pinta.
Finalmente he llegado a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y allí he confirmado que la misa era a las 12:30 horas. Disponía de 1/2 hora para tomarme algo en uno de los bares que había detectado con anterioridad. He entrado en el "Musical Milenium" que estaba abarrotado de gente. Dada mi tradicional impaciencia, al ver que las dos jóvenes y llamativas camareras no me atendían con rapidez, he salido y me he dirigido a otro bar que había cerca. Allí me he tomado un té con limón y una tapa de chipirón con calabaza frita que he ha sabido a gloria. La media hora de observaciones en el bar no ha dado para mucho: señores de mediana edad tapeando, otro más joven agarrado al Heraldo, una pareja de sesentones (bajitos los dos) pero con muy buen apetito, porque en un plisplás se han ventilado la bebida y dos tapas, una pareja multirracial, ella seguramente cubana, de buen ver y divertida por la novedad del tapeo, etc.
He pagado y salido del bar y me he encaminado a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para valorar la misa. Un pobre de aspecto desgarbado y abundante melena sin peinar custodiaba la entrada a la iglesia. Humildemente se ha hecho para un lado cuando yo entraba sin pedirme nada ni molestarme.
El templo se encontraba lleno a rebosar. El ayudante del sacerdote ensayaba cánticos litúrgicos con los fieles (veo que esta práctica es habitual en algunas iglesias) y como los bancos estaban todos ocupados he tomado una silla plegable y, siguiendo el ejemplo de un señor que había hecho lo mismo, me he sentado piadosamente esperando que empezara la misa.
Mientras tanto he contado, aproximadamente, el número de fieles. La cuenta me salía así: dos hileras de unas 14 filas de bancos a 5 feligreses de media por cada banco, total 120. Sumando los que estaban en los laterales, yo calculo que estaríamos unas 160 personas. El número es significativamente mayor que lo que vengo observando en otras salidas.
La media de edad de unos 70 años. No he visto ningún joven. Algún niño entremezclado con sus padres o sus abuelos, se dejaba ver entre los bancos.
También me ha quedado tiempo para observar los desconchones en el techo y las paredes. Al igual que a la iglesia de Valdefierro, a ésta también le hace falta una buena capa de pintura.
El cura que oficiaba la misa, era joven (sobretodo si lo comparamos con la edad de los fieles). Yo calculo estaría por los treintaitantos. Con barba y cierto entusiasmo en los rezos. Me han llamado mucho la atención las lecturas: una de Neremías (¿?) y otra, un tanto alambicada, insistía en la necesidad de disponer de todas las partes del cuerpo humano ya que, por extensión, también en la iglesia se necesitan todos sus miembros. Luego, en la homilía, como ya viene siendo habitual, el sacerdote ha compuesto su disertación con retajos de aquí y allá extraídos de las lecturas y del evangelio. El problema de estas homilías (para mi gusto) es que el grado de abstracción es bastante elevado para el ordinario nivel de preocupaciones de los asistentes. Después de escuchar durante 10 minutos al mosen, reconozco que no he podido sacar mucho en limpio.
La lejanía al altar me ha impedido realizar más observaciones. Ya había escuchado lo que quería y deseaba salir. Lo he hecho acompañado de una señora a la que le habían llamado por teléfono y caminaba con el móvil pegado a la oreja.
Como ya estaba entrenado en caminar, he continuado andando por la Avda Pablo Gargallo hasta el puente de La Almozara. Lo he cruzado y observado las ranas de bronce pegadas al pasamanos del puente. Posteriormente he girado a la altura de la CREA y me he dirigido al Puente de Santiago para, posteriormente, retornando de nuevo por la ribera llegar hasta mi casa.
El ejercicio físico seguro que me ha hecho liberar endorfinas porque ya cuando iba llegando al barrio la Jota, un montón de ideas y de iniciativas se me agolpaban en la mente: Reactivar Rutaviva, unificar los blogs, hablar inglés con nativos aprovechando internet, ideas de mejora con alumnos que tienen dificultades de aprendizaje, profundizar más en el ámbito del desarrollo personal, etc.
Al entrar a la urbanización, una vecina me aguantaba la puerta para que pudiera pasar. Se lo he agradecido y he pasado al interior. Luego, en casa, Rosa Mary ya tenía la comida casi lista y sólo he tenido que ir a por el pan y la sal. Este encargo (he pensado) es como la vida misma. Estas movidas que me monto y otras iniciativas que tengo en mente son el pan y la sal que acompañan y aderezan el menú de cada día.
Todas las fotos en el enlace: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea27##
lunes, 25 de enero de 2010
lunes, 18 de enero de 2010
Veloz viaje a La Cartuja. Línea 25
El primer intento de salida por la mañana ha resultado frustrado. Después de tomarme el "desayuno" de un plátano y tomar las "provisiones" de dos naranjas para comérmelas por el camino, ya casi cerca del Paseo de la Ribera me he dado cuenta de que no me había cogido el monedero ni tampoco el reloj. Sin reloj puedo pasar (he pensado) pero sin el bonobús y sin dinero no voy a poder viajar.
He regresado a casa y tomado ambos objetos. He salido de nuevo pero ha sido necesario pasar por la papelería "El tronco" en la calle Pascuala Perié para recargar el bonobús. Consecuentemente también he variado el recorrido inicial y me he encaminado por la Avenida Puente del Pilar, pasando por el Puente de Hierro.
La vista del Ebro con su caudal muy crecido nunca me deja indiferente y esta vez no ha sido para menos. Los patos se han tenido que refugiar en las nuevas orillas trazadas por el río tras la crecida. La vista de algunas vainas de algarrobo flotando en el agua me han traído a la mente la idea de la propagación de algunas plantas gracias al arrastre de sus semillas aguas abajo.
He continuado mi camino por Echegaray y Caballero, para luego subir por Cesar Augusto, cruzar Conde Aranda, pasar por el Hotel Palafox (donde por cierto, he observado que, a su lado, han ubicado el casino de Zaragoza), calle Bilbao y finalmente Paseo Pamplona. Ayer confirmé en Internet que el final-comienzo de línea estaba ubicado en esta calle y, viendo ya la parada, me he dispuesto a esperar el autobús muy cerca de la Puerta del Carmen.
He tomado varias fotos de la parada con mi nuevo móvil con el que estoy más contento que un niño (de los de antes) con unas castañuelas. He aprovechado la espera para tantear un poco las funciones del innovador aparato y, cuando finalmente ha llegado el bus, el conductor me ha comunicado muy amablemente que la parada para ir en dirección a la Cartuja estaba en esa misma calle, pero enfrente. "Pues si que estoy hoy inspirado" -he pensado- así que he cruzado el Paseo Pamplona y me he dispuesto a esperar el bus en la dirección correcta.
No ha tardado mucho en llegar y junto a otras dos personas he accedido al interior del vehículo. Entonces eran las 11 de la mañana.
El bus ha partido como una exalación y, casi sin darme cuenta, ya me encontraba en la Carretera Castellón. Recordemos que La Cartuja es un barrio rural de Zaragoza que se encuentra a unos 5 kilómetros del centro de la ciudad.
Sólo el elevado volumen de voz y las risotadas de una joven que iba hablando constantemente por el móvil han alterado en algún momento mi concentración en el recorrido del autobús, de tal manera que al llegar al pueblo estaba deseando bajarme para recuperar de nuevo el silencio y el sosiego. Entonces eran las 11:16. He invertido, por tanto, un cuarto de hora, más o menos para realizar el recorrido.
He deambulado por las calles del barrio y no se veía mucha gente transitar. La vista de la torre de la iglesia me ha servido de referencia para intentar aclarar cuanto antes la hora de comienzo de la misa, pero los trámites han tenido que alargarse al constatar que se están realizando trabajos de restauración de la iglesia y que el templo estaba cerrado.
Caminando de nuevo por las desiertas calles, he pasado por varios emplazamientos que recuerdan al visitante que allí estuvo emplazado el monasterio de la Inmaculada Concepción durante los siglos XVII y XVIII hasta que en 1835-36 se produjo el abandono del mismo por parte de los monjes debido a la desamortizacion de Mendizábal. El claustro del monasterio, con sus 36 celdas, fue en aquella época el más grande de España.
Iba yo caminando por una hilera de arcadas sólo visibles en su arranque cuando he avistado a una señora que caminaba con su (creo) nieta. Le he preguntado dónde se celebraba la misa y con mucha precisión me ha indicado que él evento tendría lugar o bien en el pabellón (cuya entrada estaba salpicada de latas y botellas de cerveza y todo tipo de residuos de un supuesto botellón de la noche anterior) o bien en la capilla. "Yo creo que será en la capilla" le he sugerido. No creo que en las condiciones que se encuentra el pabellón vayan a celebrar la misa allí.
"Pues entonces vaya por la Avenida de los Plátanos y casi enfrente del bar Atalaya se encuentra la capilla"
Allí me he dirigido y he constatado que la misa comenzaba a las 12:30. Como eran las 11:35, todavía disponía casi de una hora para hacer lo que quisiera.
Desde el final de la Avenida de los Platanos se veían los campos de alfalfa y el Ebro en lontananza. He recordado otras ocasiones en las que pasé por allí y he decidido encaminarme hasta el "Puente salchicha" construído con motivo de la Expo para pasar desde La Cartuja hacia Pastriz. En mi recorrido hasta el puente he podido observar dos garzas blancas y un grupo de cigüeñas que picoteaban de aquí para allá en los campos.
He llegado hasta el puente salchicha y he tomado varias fotos pues el caudal de agua todavía era más impresionante en ese punto. También me ha llamado la atención el sonido amenazante del agua embravecida al pasar por el puente. Ha sido un paseo muy agradable de una media hora entre la ida y la vuelta. Al retornar de nuevo al pueblo me iba debatiendo entre tomarme un café con leche (que era lo que me pedía el cuerpo) o un te con limón (eso era lo que me decía la lógica digestiva mañanera). He repasado mentalmente los argumentos que me sugerían tomar una u otra decisión y al final, la opción del café con leche y el donut ha salido victoriosa. La argumentación ha sido muy elemental: ¿por qué privarme de algo que me apetece?. Un segundo argumento consolidaba el primero al afirmar: -Me lo merezco, después de la caminata que me he dado-
Al pasar al interior del bar "La Atalaya" lo que más me ha llamado la atención han sido las banderillas tan buenas dispuestas estratégicamente en el mostrador. Sin embargo, fiel a mi decisión anterior, he pedido lo que había acordado conmigo mismo. El dónut no ha podido ser porque no tenían pero a cambio he solicitado a la camarera que me pusiera dos churros de un montón que parecía tener buena pinta.
Por no extenderme demasiado diré que la camarera no destacaba por su especial amabilidad pero tampoco era antipática. Una señora muy metida en su rol que con bastante celeridad iba sirviendo lo que los clientes demandaban.
Para hacer tiempo me he entretenido atacando tres frentes al mismo tiempo: en la tele ubicada frente a mi ponían un interesante documental sobre una isla del Pacífico y la abundancia de marisco en sus aguas, en la pantalla trasera, un documental de la sexta sobre la construcción de un edificio en Shangai y, finalmente (y ya es una constante en mis visitas a los bares), una mamá joven leyendo El Heraldo y dejándome con la incertidumbre de averiguar si era suyo o del bar. El misterio no lo he podido resolver porque ya quedaban pocos minutos para empezar la misa; así que he pagado y he salido con la resolución de entrar en la capilla.
No más de 35 personas estaban ya sentadas en los bancos y un señor nos ha sugerido que mientras llegaba el sacerdote (que venía de oficiar misa en Valmadrid) fuéramos entonando cánticos litúrgicos apoyados en una libreta plastificada con sus páginas numeradas. He repasado con el improvisado coro varios cánticos de nueva redacción y, finalmente un sonriente y joven sacerdote ha llegado para celebrar la eucaristía.
Además de su juvenil sonrisa, me ha llamado la atención su peculiar gesticulación a lo Mister Bean y el entusiasmo y alto volumen de su voz al dirigirse a los fieles. Esta observación me ha llevado a la reflexión de que al igual que en otras empresas, en la iglesia católica no estaría de más seleccionar al nuevo clero en función de su preparación teológica pero también de sus aptitudes y rasgos de personalidad.
El sacerdote ha oficiado la misa cual de una representación teatral se tratara. Para mi gusto con mucho acierto y convicción y con un lenguaje sencillo que, creo, llegaba a los fieles y, especialmente a un grupito de 10 u 11 niños sentados en los bancos delanteros. Tenía curiosidad por ver su desempeño en la homilía y debo decir que, en líneas generales ha superado el reto con amplitud aunque en la parte final del sermón el mensaje ha quedado un poco desdibujado, bien es cierto que combinar la tragedia de Haití con el milagro de la bodas de Canaan y con que todo ello es obra de Dios ha requerido de un notable retorcimiento argumental para poder encajar las piezas de tan complicado puzzle.
Cada cura tiene su personalidad y sus maneras de actuar y, en este caso, es la primera vez que veo escenificar la conversión del agua en vino llenando el mosen unos vasitos con agua de Lunares. Si además el resultado final hubiera sido un tintado del agua (aunque hubiera tenido que echar mano de algún truquillo casero), el triunfo del joven cura hubiera sido apoteósico. Pero el milagro no se ha producido y, ya desarrollado el nudo de la homilía, he decidido salir pitando para tomar el bus de vuelta ya que se me hacía un poco tarde.
Para evitar confusiones con el inicio y el final de parada, he preguntado a unos señores que me han indicado dónde se ubicaba el verdadero comienzo de la línea dirección Zaragoza.
El bus no ha tardado mucho en llegar. De nuevo he tomado un asiento preferente al ser de los primeros en subir y dado el escaso número de viajeros. Al llegar a la Avenida de las Torres me he apeado y he tomado el circular 2 que me ha llevado de vuelta a casa.
Al apearme del bus una vez pasado el Puente de la Unión, de nuevo tenía la impresión de regresar de un largo viaje que había durado varios días. Reitero de nuevo que salir de la rutina diaria y explorar nuevas posibilidades de ocio conlleva entrar en otra dimensión temporal. Mi mente estaba relajada, mis pensamientos discurrían por itinerarios positivos y ya tenía ganas de comer. "Esta tarde leeré El País y luego escribiré en el blog". La vida recuperaba un agradable tono de normalidad. Yo estaba contento. ¿Qué más puedo pedir?
He regresado a casa y tomado ambos objetos. He salido de nuevo pero ha sido necesario pasar por la papelería "El tronco" en la calle Pascuala Perié para recargar el bonobús. Consecuentemente también he variado el recorrido inicial y me he encaminado por la Avenida Puente del Pilar, pasando por el Puente de Hierro.
La vista del Ebro con su caudal muy crecido nunca me deja indiferente y esta vez no ha sido para menos. Los patos se han tenido que refugiar en las nuevas orillas trazadas por el río tras la crecida. La vista de algunas vainas de algarrobo flotando en el agua me han traído a la mente la idea de la propagación de algunas plantas gracias al arrastre de sus semillas aguas abajo.
He continuado mi camino por Echegaray y Caballero, para luego subir por Cesar Augusto, cruzar Conde Aranda, pasar por el Hotel Palafox (donde por cierto, he observado que, a su lado, han ubicado el casino de Zaragoza), calle Bilbao y finalmente Paseo Pamplona. Ayer confirmé en Internet que el final-comienzo de línea estaba ubicado en esta calle y, viendo ya la parada, me he dispuesto a esperar el autobús muy cerca de la Puerta del Carmen.
He tomado varias fotos de la parada con mi nuevo móvil con el que estoy más contento que un niño (de los de antes) con unas castañuelas. He aprovechado la espera para tantear un poco las funciones del innovador aparato y, cuando finalmente ha llegado el bus, el conductor me ha comunicado muy amablemente que la parada para ir en dirección a la Cartuja estaba en esa misma calle, pero enfrente. "Pues si que estoy hoy inspirado" -he pensado- así que he cruzado el Paseo Pamplona y me he dispuesto a esperar el bus en la dirección correcta.
No ha tardado mucho en llegar y junto a otras dos personas he accedido al interior del vehículo. Entonces eran las 11 de la mañana.
El bus ha partido como una exalación y, casi sin darme cuenta, ya me encontraba en la Carretera Castellón. Recordemos que La Cartuja es un barrio rural de Zaragoza que se encuentra a unos 5 kilómetros del centro de la ciudad.
Sólo el elevado volumen de voz y las risotadas de una joven que iba hablando constantemente por el móvil han alterado en algún momento mi concentración en el recorrido del autobús, de tal manera que al llegar al pueblo estaba deseando bajarme para recuperar de nuevo el silencio y el sosiego. Entonces eran las 11:16. He invertido, por tanto, un cuarto de hora, más o menos para realizar el recorrido.
He deambulado por las calles del barrio y no se veía mucha gente transitar. La vista de la torre de la iglesia me ha servido de referencia para intentar aclarar cuanto antes la hora de comienzo de la misa, pero los trámites han tenido que alargarse al constatar que se están realizando trabajos de restauración de la iglesia y que el templo estaba cerrado.
Caminando de nuevo por las desiertas calles, he pasado por varios emplazamientos que recuerdan al visitante que allí estuvo emplazado el monasterio de la Inmaculada Concepción durante los siglos XVII y XVIII hasta que en 1835-36 se produjo el abandono del mismo por parte de los monjes debido a la desamortizacion de Mendizábal. El claustro del monasterio, con sus 36 celdas, fue en aquella época el más grande de España.
Iba yo caminando por una hilera de arcadas sólo visibles en su arranque cuando he avistado a una señora que caminaba con su (creo) nieta. Le he preguntado dónde se celebraba la misa y con mucha precisión me ha indicado que él evento tendría lugar o bien en el pabellón (cuya entrada estaba salpicada de latas y botellas de cerveza y todo tipo de residuos de un supuesto botellón de la noche anterior) o bien en la capilla. "Yo creo que será en la capilla" le he sugerido. No creo que en las condiciones que se encuentra el pabellón vayan a celebrar la misa allí.
"Pues entonces vaya por la Avenida de los Plátanos y casi enfrente del bar Atalaya se encuentra la capilla"
Allí me he dirigido y he constatado que la misa comenzaba a las 12:30. Como eran las 11:35, todavía disponía casi de una hora para hacer lo que quisiera.
Desde el final de la Avenida de los Platanos se veían los campos de alfalfa y el Ebro en lontananza. He recordado otras ocasiones en las que pasé por allí y he decidido encaminarme hasta el "Puente salchicha" construído con motivo de la Expo para pasar desde La Cartuja hacia Pastriz. En mi recorrido hasta el puente he podido observar dos garzas blancas y un grupo de cigüeñas que picoteaban de aquí para allá en los campos.
He llegado hasta el puente salchicha y he tomado varias fotos pues el caudal de agua todavía era más impresionante en ese punto. También me ha llamado la atención el sonido amenazante del agua embravecida al pasar por el puente. Ha sido un paseo muy agradable de una media hora entre la ida y la vuelta. Al retornar de nuevo al pueblo me iba debatiendo entre tomarme un café con leche (que era lo que me pedía el cuerpo) o un te con limón (eso era lo que me decía la lógica digestiva mañanera). He repasado mentalmente los argumentos que me sugerían tomar una u otra decisión y al final, la opción del café con leche y el donut ha salido victoriosa. La argumentación ha sido muy elemental: ¿por qué privarme de algo que me apetece?. Un segundo argumento consolidaba el primero al afirmar: -Me lo merezco, después de la caminata que me he dado-
Al pasar al interior del bar "La Atalaya" lo que más me ha llamado la atención han sido las banderillas tan buenas dispuestas estratégicamente en el mostrador. Sin embargo, fiel a mi decisión anterior, he pedido lo que había acordado conmigo mismo. El dónut no ha podido ser porque no tenían pero a cambio he solicitado a la camarera que me pusiera dos churros de un montón que parecía tener buena pinta.
Por no extenderme demasiado diré que la camarera no destacaba por su especial amabilidad pero tampoco era antipática. Una señora muy metida en su rol que con bastante celeridad iba sirviendo lo que los clientes demandaban.
Para hacer tiempo me he entretenido atacando tres frentes al mismo tiempo: en la tele ubicada frente a mi ponían un interesante documental sobre una isla del Pacífico y la abundancia de marisco en sus aguas, en la pantalla trasera, un documental de la sexta sobre la construcción de un edificio en Shangai y, finalmente (y ya es una constante en mis visitas a los bares), una mamá joven leyendo El Heraldo y dejándome con la incertidumbre de averiguar si era suyo o del bar. El misterio no lo he podido resolver porque ya quedaban pocos minutos para empezar la misa; así que he pagado y he salido con la resolución de entrar en la capilla.
No más de 35 personas estaban ya sentadas en los bancos y un señor nos ha sugerido que mientras llegaba el sacerdote (que venía de oficiar misa en Valmadrid) fuéramos entonando cánticos litúrgicos apoyados en una libreta plastificada con sus páginas numeradas. He repasado con el improvisado coro varios cánticos de nueva redacción y, finalmente un sonriente y joven sacerdote ha llegado para celebrar la eucaristía.
Además de su juvenil sonrisa, me ha llamado la atención su peculiar gesticulación a lo Mister Bean y el entusiasmo y alto volumen de su voz al dirigirse a los fieles. Esta observación me ha llevado a la reflexión de que al igual que en otras empresas, en la iglesia católica no estaría de más seleccionar al nuevo clero en función de su preparación teológica pero también de sus aptitudes y rasgos de personalidad.
El sacerdote ha oficiado la misa cual de una representación teatral se tratara. Para mi gusto con mucho acierto y convicción y con un lenguaje sencillo que, creo, llegaba a los fieles y, especialmente a un grupito de 10 u 11 niños sentados en los bancos delanteros. Tenía curiosidad por ver su desempeño en la homilía y debo decir que, en líneas generales ha superado el reto con amplitud aunque en la parte final del sermón el mensaje ha quedado un poco desdibujado, bien es cierto que combinar la tragedia de Haití con el milagro de la bodas de Canaan y con que todo ello es obra de Dios ha requerido de un notable retorcimiento argumental para poder encajar las piezas de tan complicado puzzle.
Cada cura tiene su personalidad y sus maneras de actuar y, en este caso, es la primera vez que veo escenificar la conversión del agua en vino llenando el mosen unos vasitos con agua de Lunares. Si además el resultado final hubiera sido un tintado del agua (aunque hubiera tenido que echar mano de algún truquillo casero), el triunfo del joven cura hubiera sido apoteósico. Pero el milagro no se ha producido y, ya desarrollado el nudo de la homilía, he decidido salir pitando para tomar el bus de vuelta ya que se me hacía un poco tarde.
Para evitar confusiones con el inicio y el final de parada, he preguntado a unos señores que me han indicado dónde se ubicaba el verdadero comienzo de la línea dirección Zaragoza.
El bus no ha tardado mucho en llegar. De nuevo he tomado un asiento preferente al ser de los primeros en subir y dado el escaso número de viajeros. Al llegar a la Avenida de las Torres me he apeado y he tomado el circular 2 que me ha llevado de vuelta a casa.
Al apearme del bus una vez pasado el Puente de la Unión, de nuevo tenía la impresión de regresar de un largo viaje que había durado varios días. Reitero de nuevo que salir de la rutina diaria y explorar nuevas posibilidades de ocio conlleva entrar en otra dimensión temporal. Mi mente estaba relajada, mis pensamientos discurrían por itinerarios positivos y ya tenía ganas de comer. "Esta tarde leeré El País y luego escribiré en el blog". La vida recuperaba un agradable tono de normalidad. Yo estaba contento. ¿Qué más puedo pedir?
El resto de las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/VelozViajeALaCartujaLinea25##
domingo, 10 de enero de 2010
Valdefierro: un universo en sus calles. Línea 24
No he dormido muy bien esta noche. El bocadillo de avestruz que me tomé en "La Orkídea Negra" en compañía de RM y los Planas me ha hecho dar vueltas y más vueltas en la cama. Me pregunto cómo me habría sentado el bocadillo de ñú, el de cebra o el de antílope. La idea del negocio es buena y exótica. El local está muy bien decorado y la música cuidada pero ya que se ponen en plan creativo creo que tendrían que cuidar más el pan y las salsas.
A pesar de ello, siguiendo el "principio de normalización" he saltado de la cama sobre las 9:20, me he tomado por desayuno un plátano y una manzana; me he pertrechado de dos mandarinas para el camino y a las 9:35 salía de casa dispuesto a realizar un recorrido que a mí me parecía más exótico que los anteriores.
Me he encaminado por el Parque de Oriente hacia el azud del Ebro y una vez lo he cruzado, me he dirigido hacia el principio de la línea 24 situada en Echegaray y Caballero. Por el camino me he encontrado con bastantes viandantes y me ha llamado la atención un matrimonio bastante mayor, bajitos los dos que muy voluntariosamente caminaban con paso vivo por el parque. Este pensamiento lo he enlazado con la variedad de conductas del ser humano, siendo una de ellas la de desafiar el mal tiempo y practicar ejercicio físico que se supone que es bueno y saludable.
Al cruzar el azud prácticamente ya se veía el bus 24 esperando en su parada. He dudado si correr para tomarlo cuanto antes o bien hacer unas fotos del inicio de la parada. Al final he optado por las fotos y esa pequeña inversión de tiempo ha supuesto que perdiera ese bus. Me he cerciorado en el panel informativo que el siguiente pasaría entre los 9 y los 11 minutos, así que he decidido dar un paseo por el barrio de Las Fuentes y "supervisar" las obras de un aparcamiento que están construyendo al final de la calle Salvador Minguijón en su confluencia con Echegaray y Caballero.
Finalmente he tomado el bus 24 al comienzo de línea y, como siempre, pocas personas y todas ellas más bien mujeres mayores y algunas inmigrantes ocupaban o han ido ocupando el bus en sus primeras paradas.
El autobús era de una sola pieza (no era articulado) y por un momento he pensado tomar algunas fotos exteriores del recorrido pero la suciedad de las ventanas me ha hecho desistir de la iniciativa.
He tomado el bus a las 9:53 pero se me ha olvidado controlar la hora de llegada a Valdefierro. Aún así, me ha dado la impresión de que esta línea realiza un recorrido muy largo hasta llegar a su destino en la calle Tulipán. Es curioso pero este nombre me ha recordado más a la flor que a la margarina que con tanto empeño publicitario nos vendían en mis años de juventud.
La parada está cercana a un parquecillo en el que ya muchos señores mayores jubilados comenzaban a ocupar aprovechando el abrigo y los primeros rayos de sol matutinos.
Como siempre, enseguida he preguntado a un señor por la iglesia y muy amablemente he ha indicado dónde se ubicaba. Con esa información en el bolsillo ya podía dedicarme con tranquilidad a visitar el barrio.
Inicialmente me he encaminado hacia el edificio eclesial y una vez localizada la torre he merodeado por los alrededores para encontrar la entrada al templo. Como no estaba claro por dónde se entraba, he decidido continuar mi periplo por el barrio y me he encaminado hacia la urbanización "Torre Pajaritos" en la que vive mi ex-compañera de Compensatoria Montse Salinas y su familia.
He dado un rodeo por la urbanización y he tomado algunas fotos. Se trata de una urbanización "cerrada" con una puerta que se abre desde los vehículos que entran y salen y también se puede acceder a través de una puerta para peatones llamando a la casa a la que vas.
Me agradaba también el silencio que se respiraba en el ambiente. Esta sensación me ha conducido a pensar si es mejor vivir en urbanizaciones tranquilas y sin ruido (pero apartadas del centro de la ciudad) o mejor en un entorno más céntrico y con más movimiento comercial.
A mí que siempre me ha gustado la tranquilidad, la primera opción es la que siempre me ha llamado la atención, pero actualmente reconozco que la compañía y el estímulo social, el hecho de rodearte de establecimientos y negocios que están vivos y en los que la gente entra y sale, creo que resulta también muy gratificante.
He llegado hasta el Canal Imperial a su paso por Valdefierro y he recorrido unas obras de acondicionamiento y canalización de aguas que, supongo son el preámbulo del posible enlace atravesando el canal del barrio de Valdefierro con el de Montecanal.
He retornado a la iglesia con la intención de averiguar la entrada a la misma y como me he encontrado con la puerta cerrada y sin ninguna información sobre las misas, me he dirigido a un edificio anexo en el que ponía Cáritas con la idea de averiguar a qué hora empezaba la misa.
Me ha atendido un señor y me ha indicado que creía que la misa era a las 12 (en ese momento serían las 11:05). "En todo caso, pregunte arriba que están ensayando unos jóvenes con las guitarras". He subido y preguntado y, muy amablemente, me han confirmado que la misa empezaba a las 12.
Tenía un poco de frío y me apetecía tomar algo, así que he recorrido 3 bares-cafeterías que no me han resultado precisamente acogedores. Todos tenían un denominador común: el humo que generaba un ambiente espeso y sin ningún encanto. Finalmente he encontrado el bar Stylo en la Calle Federico Ozanan y allí he entrado.
La camarera tenía un aire entre místico y displicente. Rondaría los 40 y con buen tipo. Me ha servido el café con leche y el croissant y ambas cosas me las he tomado mientras con el rabillo del ojo espiaba a un señor que leía el Heraldo para ver si me hacía con él. Anteriormente ya le había preguntado a un joven que tenía en su mesa otro Heraldo pero sin más contemplaciones me ha comunicado que era suyo, no del bar.
Tanto el croissant como el café con leche me han sabido buenísimos, pero como todavía eran las 11:35 he decidido salir y dar otro garbeo por las calles del barrio. Ya había observado que varias calles tenían nombre de planetas o de constelaciones y esta información la he completado y ampliado en mi nuevo recorrido.
Debo decir que yo que soy tan aficionado a la astronomía me he dado cuenta que tendré que memorizar algunos parámetros de los objetos estelares que tanto me apasionan. Por ejemplo, recuerdo que intenté memorizar el diámetro de la tierra y el de los planetas del sistema solar pero ahora no los recuerdo. Tampoco sé mucho sobre el antiguo zodíaco y las constelaciones aunque, como digo me apasionan los últimos descubrimientos sobre planetas extrasolares (ya tenemos localizados 404), génesis estelar, agujeros negros, enanas marrones, estrellas de neutrones, sondas espaciales, etc.
Así es que me he dedicado a fotografiar las placas de las calles que hacen alusión a algún astro o constelación. Recuerdo haber fotografiado la calle Antares, Boyero, Marte, Pléyades y muchas más que me han interesado y guardo en Picasa.
Ya se hacían las 12 y he retornado a la iglesia. Efectivamente, las puertas de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes estaban abiertas y todo preparado para iniciar la celebración.
El ambiente que se respiraba era de animada agitación. Mucha variedad en la edad de los fieles y templo ocupado en unas 3/4 partes de su capacidad. Yo he contabilizado, así por encima, unos 100 asistentes a la misa.
He tomado una revista parroquial y otra de la diócesis y he ocupado mi puesto en un banco. De todas las misas a las que he asistido hasta ahora, esta me ha parecido la más original. Los oficiantes (un cura joven que alargaba las "eses" y su ayudante, un cura más mayor de aspecto oriental) constituían un dúo bastante exótico. A la derecha un coro de jóvenes entonaba canciones religiosas acompañados de las guitarras y otros instrumentos que no sé denominar y como complemento, a la izquierda una gran pantalla ubicada a media altura, con marco de aluminio y estética de los años 70, mostraba las letras de los distintos cánticos litúrgicos. La idea me ha parecido muy original y, además, se podía leer desde todos los ángulos del templo.
He musitado alguno de los cánticos apoyado en el singular recurso audiovisual al mismo tiempo que pensaba en la necesidad urgente de renovación de la iglesia católica si quiere mantener su clientela. ¿Por qué no aprovechar la estructura y las dimensiones de las iglesias para ofrecer a los fieles algún complemento divino audiovisual? Probablemente muchos niños y jóvenes encontrarían más accesible y comprensible el mensaje pastoral mediante un lenguaje icónico al que están más acostumbrados que a través del consabido sermón dominical del cual (estoy seguro) desconectan con rapidez.
Estaba yo inmerso en estos pensamientos cuando se ha obrado el prodigio: un ayudante del sacerdote ha proyectado en pantalla el escritorio de Windows y a continuación ha pulsado el botón de iniciar de un vídeo de Youtube extraido a su vez de ETB. La voz amplificada del vídeo también se escuchaba (no con mucha claridad) en el interior de la iglesia.
El vídeo duraba unos dos minutos y en él se mostraba un pasaje de una comedia en la que el hijo de unos padres ateos les dice que él es católico (para desesperación de sus progenitores). Después de mucho insistir el hijo en las bondades de su elección, sale otro hermano de su habitación con un libro en la mano, que resulta que es el corán para comunicarles a sus padres que él (el segundo hermano) ha decidido ser musulmán. Aquí la desesperación de los padres alcanza su cénit y con el aditamento de unas risas de fondo, el vídeo ha terminado.
He esperado hasta la homilía para ver cómo se desempeñaba el sacerdote de las "esessssss" finales y me ha decepcionado el hecho de que la leyera. Ha hecho alguna alusión al vídeo pero enseguida ha entrado en materia con el tema del bautismo de Jesús y por extensión el bautismo en general.
Por mucho que he intentado seguir el hilo de la argumentación, no he sacado nada en claro. No quiero ser soberbio, pero si yo no me enterado mucho, imagino que el resto de los fieles no han captado mucho más.
Terminada la homilía, he decidido abandonar el templo y desplazarme caminando hasta la parada del 24. El viaje de regreso ha sido muy rápido. En la Avenida de Madrid he hecho el trasbordo a la línea 21 que va hasta el Paseo de Longares y, luego, en el Coso Bajo, de nuevo he mudado de vehículo y he tomado el 32 hasta la calle Pascuala Perié.
De vuelta a casa, todavía me ha quedado tiempo de hacer unas fotos a la Academia Barandal y al letrero de la empresa de extraescolares Activalia. Fueron el 2º y 3º negocios respectivamente que montamos hace ya unos años y que, después de venderlos, todavía siguen funcionando.
Al entrar en casa he agradecido el calorcillo de la calefacción. Rosa Mary ya estaba preparando la comida y las niñas y los abuelos con sus ocupaciones respectivas. "Todo en orden" he pensado. Parecía que volvía de otro universo y como en anteriores ocasiones las tres horas-tres horas y media de la salida se me han antojado casi como tres días.
A pesar de ello, siguiendo el "principio de normalización" he saltado de la cama sobre las 9:20, me he tomado por desayuno un plátano y una manzana; me he pertrechado de dos mandarinas para el camino y a las 9:35 salía de casa dispuesto a realizar un recorrido que a mí me parecía más exótico que los anteriores.
Me he encaminado por el Parque de Oriente hacia el azud del Ebro y una vez lo he cruzado, me he dirigido hacia el principio de la línea 24 situada en Echegaray y Caballero. Por el camino me he encontrado con bastantes viandantes y me ha llamado la atención un matrimonio bastante mayor, bajitos los dos que muy voluntariosamente caminaban con paso vivo por el parque. Este pensamiento lo he enlazado con la variedad de conductas del ser humano, siendo una de ellas la de desafiar el mal tiempo y practicar ejercicio físico que se supone que es bueno y saludable.
Al cruzar el azud prácticamente ya se veía el bus 24 esperando en su parada. He dudado si correr para tomarlo cuanto antes o bien hacer unas fotos del inicio de la parada. Al final he optado por las fotos y esa pequeña inversión de tiempo ha supuesto que perdiera ese bus. Me he cerciorado en el panel informativo que el siguiente pasaría entre los 9 y los 11 minutos, así que he decidido dar un paseo por el barrio de Las Fuentes y "supervisar" las obras de un aparcamiento que están construyendo al final de la calle Salvador Minguijón en su confluencia con Echegaray y Caballero.
Finalmente he tomado el bus 24 al comienzo de línea y, como siempre, pocas personas y todas ellas más bien mujeres mayores y algunas inmigrantes ocupaban o han ido ocupando el bus en sus primeras paradas.
El autobús era de una sola pieza (no era articulado) y por un momento he pensado tomar algunas fotos exteriores del recorrido pero la suciedad de las ventanas me ha hecho desistir de la iniciativa.
He tomado el bus a las 9:53 pero se me ha olvidado controlar la hora de llegada a Valdefierro. Aún así, me ha dado la impresión de que esta línea realiza un recorrido muy largo hasta llegar a su destino en la calle Tulipán. Es curioso pero este nombre me ha recordado más a la flor que a la margarina que con tanto empeño publicitario nos vendían en mis años de juventud.
La parada está cercana a un parquecillo en el que ya muchos señores mayores jubilados comenzaban a ocupar aprovechando el abrigo y los primeros rayos de sol matutinos.
Como siempre, enseguida he preguntado a un señor por la iglesia y muy amablemente he ha indicado dónde se ubicaba. Con esa información en el bolsillo ya podía dedicarme con tranquilidad a visitar el barrio.
Inicialmente me he encaminado hacia el edificio eclesial y una vez localizada la torre he merodeado por los alrededores para encontrar la entrada al templo. Como no estaba claro por dónde se entraba, he decidido continuar mi periplo por el barrio y me he encaminado hacia la urbanización "Torre Pajaritos" en la que vive mi ex-compañera de Compensatoria Montse Salinas y su familia.
He dado un rodeo por la urbanización y he tomado algunas fotos. Se trata de una urbanización "cerrada" con una puerta que se abre desde los vehículos que entran y salen y también se puede acceder a través de una puerta para peatones llamando a la casa a la que vas.
Me agradaba también el silencio que se respiraba en el ambiente. Esta sensación me ha conducido a pensar si es mejor vivir en urbanizaciones tranquilas y sin ruido (pero apartadas del centro de la ciudad) o mejor en un entorno más céntrico y con más movimiento comercial.
A mí que siempre me ha gustado la tranquilidad, la primera opción es la que siempre me ha llamado la atención, pero actualmente reconozco que la compañía y el estímulo social, el hecho de rodearte de establecimientos y negocios que están vivos y en los que la gente entra y sale, creo que resulta también muy gratificante.
He llegado hasta el Canal Imperial a su paso por Valdefierro y he recorrido unas obras de acondicionamiento y canalización de aguas que, supongo son el preámbulo del posible enlace atravesando el canal del barrio de Valdefierro con el de Montecanal.
He retornado a la iglesia con la intención de averiguar la entrada a la misma y como me he encontrado con la puerta cerrada y sin ninguna información sobre las misas, me he dirigido a un edificio anexo en el que ponía Cáritas con la idea de averiguar a qué hora empezaba la misa.
Me ha atendido un señor y me ha indicado que creía que la misa era a las 12 (en ese momento serían las 11:05). "En todo caso, pregunte arriba que están ensayando unos jóvenes con las guitarras". He subido y preguntado y, muy amablemente, me han confirmado que la misa empezaba a las 12.
Tenía un poco de frío y me apetecía tomar algo, así que he recorrido 3 bares-cafeterías que no me han resultado precisamente acogedores. Todos tenían un denominador común: el humo que generaba un ambiente espeso y sin ningún encanto. Finalmente he encontrado el bar Stylo en la Calle Federico Ozanan y allí he entrado.
La camarera tenía un aire entre místico y displicente. Rondaría los 40 y con buen tipo. Me ha servido el café con leche y el croissant y ambas cosas me las he tomado mientras con el rabillo del ojo espiaba a un señor que leía el Heraldo para ver si me hacía con él. Anteriormente ya le había preguntado a un joven que tenía en su mesa otro Heraldo pero sin más contemplaciones me ha comunicado que era suyo, no del bar.
Tanto el croissant como el café con leche me han sabido buenísimos, pero como todavía eran las 11:35 he decidido salir y dar otro garbeo por las calles del barrio. Ya había observado que varias calles tenían nombre de planetas o de constelaciones y esta información la he completado y ampliado en mi nuevo recorrido.
Debo decir que yo que soy tan aficionado a la astronomía me he dado cuenta que tendré que memorizar algunos parámetros de los objetos estelares que tanto me apasionan. Por ejemplo, recuerdo que intenté memorizar el diámetro de la tierra y el de los planetas del sistema solar pero ahora no los recuerdo. Tampoco sé mucho sobre el antiguo zodíaco y las constelaciones aunque, como digo me apasionan los últimos descubrimientos sobre planetas extrasolares (ya tenemos localizados 404), génesis estelar, agujeros negros, enanas marrones, estrellas de neutrones, sondas espaciales, etc.
Así es que me he dedicado a fotografiar las placas de las calles que hacen alusión a algún astro o constelación. Recuerdo haber fotografiado la calle Antares, Boyero, Marte, Pléyades y muchas más que me han interesado y guardo en Picasa.
Ya se hacían las 12 y he retornado a la iglesia. Efectivamente, las puertas de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes estaban abiertas y todo preparado para iniciar la celebración.
El ambiente que se respiraba era de animada agitación. Mucha variedad en la edad de los fieles y templo ocupado en unas 3/4 partes de su capacidad. Yo he contabilizado, así por encima, unos 100 asistentes a la misa.
He tomado una revista parroquial y otra de la diócesis y he ocupado mi puesto en un banco. De todas las misas a las que he asistido hasta ahora, esta me ha parecido la más original. Los oficiantes (un cura joven que alargaba las "eses" y su ayudante, un cura más mayor de aspecto oriental) constituían un dúo bastante exótico. A la derecha un coro de jóvenes entonaba canciones religiosas acompañados de las guitarras y otros instrumentos que no sé denominar y como complemento, a la izquierda una gran pantalla ubicada a media altura, con marco de aluminio y estética de los años 70, mostraba las letras de los distintos cánticos litúrgicos. La idea me ha parecido muy original y, además, se podía leer desde todos los ángulos del templo.
He musitado alguno de los cánticos apoyado en el singular recurso audiovisual al mismo tiempo que pensaba en la necesidad urgente de renovación de la iglesia católica si quiere mantener su clientela. ¿Por qué no aprovechar la estructura y las dimensiones de las iglesias para ofrecer a los fieles algún complemento divino audiovisual? Probablemente muchos niños y jóvenes encontrarían más accesible y comprensible el mensaje pastoral mediante un lenguaje icónico al que están más acostumbrados que a través del consabido sermón dominical del cual (estoy seguro) desconectan con rapidez.
Estaba yo inmerso en estos pensamientos cuando se ha obrado el prodigio: un ayudante del sacerdote ha proyectado en pantalla el escritorio de Windows y a continuación ha pulsado el botón de iniciar de un vídeo de Youtube extraido a su vez de ETB. La voz amplificada del vídeo también se escuchaba (no con mucha claridad) en el interior de la iglesia.
El vídeo duraba unos dos minutos y en él se mostraba un pasaje de una comedia en la que el hijo de unos padres ateos les dice que él es católico (para desesperación de sus progenitores). Después de mucho insistir el hijo en las bondades de su elección, sale otro hermano de su habitación con un libro en la mano, que resulta que es el corán para comunicarles a sus padres que él (el segundo hermano) ha decidido ser musulmán. Aquí la desesperación de los padres alcanza su cénit y con el aditamento de unas risas de fondo, el vídeo ha terminado.
He esperado hasta la homilía para ver cómo se desempeñaba el sacerdote de las "esessssss" finales y me ha decepcionado el hecho de que la leyera. Ha hecho alguna alusión al vídeo pero enseguida ha entrado en materia con el tema del bautismo de Jesús y por extensión el bautismo en general.
Por mucho que he intentado seguir el hilo de la argumentación, no he sacado nada en claro. No quiero ser soberbio, pero si yo no me enterado mucho, imagino que el resto de los fieles no han captado mucho más.
Terminada la homilía, he decidido abandonar el templo y desplazarme caminando hasta la parada del 24. El viaje de regreso ha sido muy rápido. En la Avenida de Madrid he hecho el trasbordo a la línea 21 que va hasta el Paseo de Longares y, luego, en el Coso Bajo, de nuevo he mudado de vehículo y he tomado el 32 hasta la calle Pascuala Perié.
De vuelta a casa, todavía me ha quedado tiempo de hacer unas fotos a la Academia Barandal y al letrero de la empresa de extraescolares Activalia. Fueron el 2º y 3º negocios respectivamente que montamos hace ya unos años y que, después de venderlos, todavía siguen funcionando.
Al entrar en casa he agradecido el calorcillo de la calefacción. Rosa Mary ya estaba preparando la comida y las niñas y los abuelos con sus ocupaciones respectivas. "Todo en orden" he pensado. Parecía que volvía de otro universo y como en anteriores ocasiones las tres horas-tres horas y media de la salida se me han antojado casi como tres días.
El resto de las fotos, disponibles en el enlace: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/ValdefierroUnUniversoEnSusCallesLinea24##
domingo, 3 de enero de 2010
Línea 23
Como siempre, he salido de casa con la ilusión de descubrir aspectos nuevos de los sitios que voy a visitar. Eran las 9:18 de la mañana y ya me había pertrechado de dos naranjas y un bombón tipo Ferrero Roché para írmelos comiendo por el camino, al estilo del pueblo. Debo decir que me produce un placer muy agradable ir pelando las naranjas y comiéndomelas al mismo tiempo que camino. Y eso es lo que he hecho.
Para tomar el bus en el comienzo de línea tenía que trasladarme hasta "Cala Verde" en el Barrio de La Paz y ayer, sábado ya planeé cómo iba a hacerlo: a pie por el tercer cinturón, recordando recorridos que antaño había hecho en bicicleta.
He salido de casa por la puerta de Miguel Asso y me he encaminado hacia el Parque de Oriente. Al pasar por los bloque de Heliópolis he visto una "milaneta" (así les llamábamos en el pueblo) sobrevolando los edificios y me ha recordado aquella ocasión (también en domingo), siendo yo un mozalbete en la que intentaba cazar con mi escopeta de perdigón "grallas" en el castillo de Uncastillo y al ver una milaneta en la torre cuadrada, hice la promesa de confesarme y comulgar si de un disparo cobraba esa pieza. Efectivamente, la mano divina hizo que afinara mi puntería y el pobre bicho cayó abatido para mi asombro y regocijo. Pensándo lo retrospectivamente quiero pedir perdón al gremio de las milanetas ya que ahora veo que aquello fue una salvajada y probablemente por mi culpa se deshizo una familia milanetera. Debo decir también que, agradecido por la ayuda de los cielos, creo recordar que, efectivamente, me confesé y comulgué en la iglesia de San Martín, aunque no puedo asegurar que fuera aquel domingo en el que muy ufano volví a mi casa para mostrarle a mis padres el trofeo cobrado.
He continuado mi andadura pasando por el colegio "Don Bosco" y encaminándome hacia el tercer cinturón. A la altura del puente de Manuel Giménez Abad he podido observar los nuevos campos de fútbol que ha construido el ayuntamiento en Vadorrey, con césped artificial que está siempre verde. He pensado que esta iniciativa del equipo municipal me parece muy apropiada ya que es una fórmula relativamente sencilla de que los jóvenes hagan deporte y se entretengan los días festivos. Cruzando el Ebro he podido observar el importante caudal del río y también he disfrutado de una vista magnífica del río con el Pilar al fondo. En una orilla de la margen izquierda se encontraba un señor pescando o intentando pescar. Esto ha llevado mis pensamientos a mi época de pescador en el pueblo y las "razzias" que hacíamos con los amigos en el río pescando barbos a mano. Pero, dejemos esos pensamientos para otras ocasiones y continuemos con el viaje.
Continuando mi recorrido por la acera derecha del tercer cinturón o Ronda Hispanidad, he pasado por el barrio de Las Fuentes y he observado el muro de protección acústica que, en su momento se construyó para proteger las viviendas cercanas a la vía rodada. He hecho varias fotos que luego voy a integrar en estos comentarios.
Finalmente he llegado al antiguo cauce del canal Imperial a la altura del Barrio de La Paz y también del nuevo tramo construido para proteger al menos un trocito de la obra de Pignatelli del siglo XVIII. Recordemos que el bocal del canal se sitúa en Fontellas (Navarra) y que toma sus aguas del Ebro. Es un lugar en el que ya estuve con Rosa Mary en una de nuestras caminatas por el Ebro.
He llegado al comienzo de la línea 23 en la calle Alhama de Aragón y ya eran las 10:18, por tanto he invertido una hora, caminando para llegar desde mi casa al comienzo de línea.
No puedo dejar de reseñar el cúmulo de pensamientos y emociones que se agolpaban en mi mente al pasar por el sitio donde hace unos años se ubicaba La Quinta Julieta, lugar en el que vivían muchos gitanos que se dedicaban a la "rebusca" de basura y en el que estuve trabajando durante tres años en un equipo de Educación Compensatoria dedicado a integrar los alumnos gitanos en los colegios del barrio. Fue una experiencia intensa de la que aprendí muchas cosas que ahora no vienen al caso. Pues bien, todo eso ha desaparecido y ahora recuerdo que mi amigo Rafael Idoipe hizo una fotos que seguro que guardará y que, desde luego ahora mismo constituyen un documento histórico de las condiciones en las que vivían los gitanos del poblado en aquella época. Estoy hablando de los años 1984, 85 y 86.
Como digo, a las 10:18 he tomado el bus 23. En el comienzo de línea iba yo solo en el autobús. Se trataba de un bus moderno y articulado. Al circular por las callejuelas del barrio he comprendido que sólo con esa articulación se pueden realizar los atrevidos giros y circular con cierta agilidad dada la estrechez de las vías.
Ya había tomado este bus anteriormente (cuando realicé el recorrido de la línea 20) hasta la Plaza de España, pero el resto del itinerario era desconocido para mí.
He ido observando la gente que subía y se apeaba en el bus: una madre y una hija (supongo que marroquíes) que iban sin velo y esta visión la he enlazado con la gran diferencia en el estilo de vida entre las culturas cristianas y las musulmanas. He pensado también si estas señoras no sufrirán algún tipo de presión social de sus coetáneos por el hecho de no ir cubiertas.
También han subido en el bus una pareja de ecuatorianos. Tanto él como ella con una abundante cabellera. El talante de ambos y más el del varón se me antojaba que se parecía, en cierta manera al de los caciques incas, más que nada por la expresión altiva de su rostro.
El viaje en el bus ha terminado a las 10:51. He invertido, por tanto, 33´en realizar el trayecto, que ya digo que me ha resultado cómodo.
El final de línea se ubica (los días festivos) en María Zambrano, al lado de la calle Pablo Iglesias. He decidido recorrer esa calle peatonal y como tenía un poco de frío y quería disfrutar también de un poco de ocio del barrio, me he metido en el café World Press cuya fachada y ambientación temática me ha parecido muy peculiar.
Ha sido todo un acierto. La camarera, supersimpática me ha dado los buenos días y sonriente me ha preguntado lo que deseaba. Un café con leche y un croissant, le he dicho. ¿A la placha o normal? me ha preguntado. Suponiendo que el "a la plancha" me iba a costar más caro y dada mi natural tendencia a "excusar" le he pedido un croissant normal.
He disfrutado saboreando el café con leche y el croissant mientras a mi lado un grupo de señoras vociferantes repasaban vida y milagros de no se sabe qué otras personas.
He pagado con mucho gusto a la camarera simpática que de nuevo me ha dirigido unas palabras agradables. No recuerdo con precisión, pero ha sido algo así como "que tenga buen día" que me ha hecho sentir bien.
Con anterioridad a la entrada a la cafetería ya había preguntado a un señor muy conciso por la ubicación de la iglesia del barrio y con breve expresión me había indicado que se situaba "detrás de esas casas blancas". Hacia allí me he encaminado y para mi sorpresa, al lado de la iglesia se encuentran el Colegio Hermanos Marx y el Instituto Tiempos Modernos. En el colegio trabaja Maite Arilla (me lo comentó en el viaje en AVE en el que coincidimos recientemente para ir a un funeral) y en el IES mi amigo Juan Antonio Planas, de orientador.
He llegado al edificio eclesiástico en el que se ubica la parroquia de San Andrés apóstol y ya he observado que la misa comenzaba a las 11. Aunque eran las 11:14 he pasado al interior del templo.
El panorama era muy distinto del domingo anterior. La iglesia moderna y amplia. El sacerdote calculo que rondaría los 45 años. Joven y con una poblada barba negra como el azabache. La media de edad de los feligreses la situaría en unos 65-70 años. Sólo he visto a dos jóvenes entre los, aproximadamente 76 asistentes que he contabilizado.
La misa se ha oficiado a velocidad de crucero. Ante mí iban desfilando cánticos y oraciones y, entre otras cosas me ha sorprendido que al iniciar el rezo del Padrenuestro un grupito que se situaba delante, cerca del altar, se ha cogido de la mano formando una pequeña cadena. Al acabar la oración la cadeneta se ha deshecho y la cosa ha seguido como siempre.
También me ha llamado la atención una señora que era la encargada de indicar al auditorio el cántico que se iba a iniciar. También ella iba un poco "a reacción" pues cantaba muy deprisa y creo que al resto del público no le daba tiempo para leer, entonar y seguir el acelerado curso del eclesial salmo.
El joven cura se ha ventilado la misa en media hora. No ha habido homilía y sólo al final, antes del "podéis ir en paz" se ha dirigido a los feligreses para recordarles que el próximo domingo habrá un "café tertulia" sobre un tema del que no me he enterado muy bien. También ha recordado que el día 6 es del día de reyes y que si nos habíamos portado bien, nos traerían regalos. Este piadoso e inocente comentario también me ha llamado la atención teniendo en cuenta la edad del público asistente.
He salido de la iglesia y he retornado de nuevo caminando hacia mi casa por las tranquilas y silenciosas calles peatonales del ACTUR.
Al pasar por un parque que hay en Valle de Broto, enfrente de Kasán, he tomado una foto indicadora de la falta de civismo de algunos elementos de esta ciudad. Finalmente, a las 12:18 retornaba de nuevo a mi domicilio, agradeciendo el calorcillo de la calefacción en esta fresca mañana de enero-2010. He invertido pues, tres horas en esta actividad y debo decir que me han cundido casi como tres días puesto que entre los pensamientos y las impresiones que iban circulando por mi mente, en varias ocasiones he perdido la conciencia del tiempo.
Tanto el recorrido como el café con leche y el croissant han producido en mí un efecto euforizante que, de nuevo me confirma la idea de que pasárselo bien, como disfrutar de las cosas depende más de tu estado mental que del dinero que inviertas.
El resto de las fotos que he tomado en el día de hoy pueden verse en este hiperenlace fotero: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea23##
Suscribirse a:
Entradas (Atom)