La hora de salida de hoy ha sido redonda: las 9:30. Fácil de recordar y espuria referencia a la evanescencia de esa cuarta dimensión que es el tiempo.
El camino hasta el inicio de línea ha discurrido por trayecto ya de sobras conocido: la ribera izquierda del Ebro. Sin embargo el panorama siempre cambiante me ha aportado, como ya es habitual, nuevas sensaciones e insospechadas percepciones. Hoy había gente pescando en la orilla y ese hecho me ha trasladado por un momento a mi época de infancia en la que la pesca era uno de nuestros entretenimientos favoritos. Había también piraguas impulsadas por cansinos remeros y parejas de mediana edad que intentaban un trotecillo ágil aunque sus desentrenadas articulaciones los delataban. Mientras tanto, yo, con paso decidido iba descontando la distancia que restaba hasta la parada del 53 en la Puerta del Carmen.
El día estaba espléndido, con una pizca de calor. Sin embargo he salido muy bien pertrechado con mi sombrero ecuatoriano y una generosa capa de crema solar factor 50 extendida con cuidado por las partes más castigadas de mi rostro.
A la altura del monumento a César Augusto un cartel invitaba a realizar una visita en familia por la calle indiscreta (a las 12) y he pensado que para próximas salidas podría ser una actividad interesante. Más adelante, al pasar por el Hotel Melia Corona de Aragón he recordado también el famoso suceso del incendio que yo lo viví justo al día siguiente de volver de vacaciones de Peñíscola en casa de la hermana de Javier.
Ha continuado mi andadura hasta llegar a la Puerta del Carmen y después de unas cuantas indagaciones, he podido dar por fin con la parada del autobus de hoy. El comienzo de línea está ubicado en la calle Hernán Cortés y, quizás, ese ha sido el motivo de mi despiste. Cuando he llegado al bus eran las 10:14 (el paseo mañanero ha durado por tanto 44 minutos) y a las 10:15 el bus se ponía ya en marcha conmigo como único pasajero.
Como en otros relatos de pretéritas líneas, el vehículo no era nuevo precisamente y eso se notaba en la suspensión, en el ruido del motor y en los bruscos acelerones y frenadas. Me he tenido que cambiar varias veces de ubicación porque el sol se empeñaba en perseguirme. En todo momento he permanecido con el sombrero al que ya me había habituado como si formara parte consustancial de mi cuerpo.
Esta línea llega a Miralbueno por el Barrio Oliver y este barrio siempre me ha parecido exótico, con sus casitas tipo parcela, su variopinta población, sus curiosas callejuelas...
Hemos recorrido todo el barrio hasta la entrada -por arriba- al Barrio de Miralbueno donde muchos edificios e instalaciones de moderno diseño nos están indicando que, en la época de esplendor inmobliario, muchas parejas jóvenes decidieron fijar en el mismo su residencia.
Por fin hemos llegado al camino del Pilón. Esa calle es, desde siempre, mi referencia cuando viajo a este barrio y el bus, obediente a su conductor, la ha recorrido prácticamente en su totalidad hasta que hemos llegado al final de la línea ubicada enfrente del colegio Julián Nieto.
Al bajar del bus de nuevo he reparado en edificios e instalaciones ya vistos el domingo pasado con la línea 52, ya que ambas, la 52 y la 53 son líneas hermanas que llegan a Miralbueno. Por tanto he decidido explorar el barrio por alguna calle paralela a la del Pilón para disponer de otra perspectiva complementaria del barrio.
Así es que he tomado la Calle Mayor y luego me he desviado a la derecha por la calle de La Merced y al final de la subida me he dado de bruces con el Instituto Miralbueno al que le he sacado una foto. En sus cercanías se encuentra la panadería-repostería Castilla en la que he adquirido un bollito de hojaldre relleno de crema, buenísimo. He descendido después por la calle de Vistabella y luego ya me he ido desviando hacia la parte más nueva del barrio, cercana ya a la carretera de Logroño.
Me ha llamado especialmente la atención las innumerables muestras del reciente descalabro urbanístico: adosados terminados y sin vender, carteles de "se vende" o "se alquila" por doquier, promociones paralizadas, solares vallados sin actividad alguna, etc. No se cuando se reactivará la urbanización del barrio pero da la sensación de que se ha quedado todo como paralizado cuando quedaban al menos un 30-40% de zonas edificables en las que no se ha podido continuar.
Por un momento he pensado en las jóvenes parejas que ahora habitan en el barrio y que, seguramente, cargaron a sus espaldas con hipotecas sobredimensionadas. Era domingo y hora del vermut, pero no se veía prácticamente nadie por la calle. Eso lo dice todo.
Después de una minuciosa inspección por la zona y visto ya lo principal, he decidido regresar al centro de la ciudad pues ya tenía pensada la actividad que iba a complementar hoy el recorrido. Así es que he esperado en la parada del 52, que parece que circula con más frecuencia que su homólogo siguiente y, enseguida ha llegado el autobús. El regreso hacia el centro también se me ha antojado muy rápido pero no descarto que haya sido una percepción sesgada por la íntima satisfacción del deber cumplido. El caso es que, enseguida me he apeado en Paseo de la Constitución, al lado de Comisiones Obreras y rápidamente me he puesto en marcha hacia el Edificio Paraninfo de la Universidad donde sabía que tenía lugar la exposición: "El fotógrafo Luis Gandú Mercadal, una crónica visual. 1910-1930".
Antes de pasar a detallar las características de la muestra, debo ya adelantar que la exposición me ha entusiasmado hasta el punto que no descarto volver a verla con más tranquilidad. Se trata de una selección de 159 fotografías tomadas entre 1910 y 1930, de muy buena calidad y que retratan una amplia panoplia de temática diversa, incluyendo fotos familiares, taurinas, de sucesos de la época y bastantes de familias pobres, obreros y gente menuda.
A la entrada a la exposición he tomado el catálogo que, distraidamente, me han ofrecido unas jóvenes azafatas y, por tanto, sería muy fácil para mí reproducir el contenido de la muestra siguiendo el guión del folleto. Sin embargo, en un ejercicio de asociación libre comentaré algunas que, por el motivo que sea, me han llamado más la atención.
En primer lugar la esposa de Luis Mercadal, a la que retrata en varias ocasiones en distintas poses y situaciones me ha parecido verdaderamente sugerente, con un encanto y una mirada muy especial. Dos niñas vestidas de holandesas en el Canal Imperial, un torero herido en una corrida llevado por varios subalternos mostrando en su rostro un inesperado sufrimiento, una concurridísima manifestación por el asesinato de Canalejas asesinado el 12 de noviembre de 1912 por el anarquista Manuel Pardiñas cuando miraba el escaparate de la librería San Martín en la Puerta del Sol a escasos metros de la Calle de Carretas (hay que ver lo bien que viene Google). También otra multitudinaria manifestación por la muerte de Joaquín Costa....
Un aviador francés en el aeródromo de Valdespartera, el propio fotógrafo, Luis Gandú con pose burguesa a los mandos de un curioso automóvil, etc. En fin, que la colección de fotografías en blanco y negro no tienen desperdicio y me ha trasladado por un momento a los comienzos del siglo XX con un detalle y unas escenas que ni me imaginaba. Mentalmente he hecho cuentas y esas fotos corresponden a unos ocho años antes del nacimiento de mi padre (en 1920). Qué pena que la alegría y el civismo que trasladan muchas de las instantáneas se hiciera añicos en años posteriores a causa de la desdichada Guerra Civil.
He salido muy contento de la exposición y un punto emocionado por todas las vidas pasadas que han desfilado ante mis pupilas y, de nuevo me he puesto en marcha para ver si llegaba al siguiente evento: visita a los bouquinistas o mercadillo de libreros que tiene lugar en el Paseo Echegaray, junto al Naútico. Cuando he llegado, sólo dos garitos permanecían abiertos y, la verdad, la muestra de libros viejos y usados no me ha aportado nada nuevo. Que conste que he reflexionado por qué la muestra no me decía gran cosa y creo adivinar que se debe a mi natural preferencia por lo nuevo, por lo último, por lo más novedoso en un amplio abanico de disciplinas.
De nuevo me he puesto en circulación, esta vez camino al Puente de Hierro y al cruzarlo, he podido otra vez verificar cómo va el pintado de esta añeja conexión entre las dos orillas.
He virado 90 grados a la derecha para tomar la calle Alfonso Solans (que, como veo en Google, fue el fundador de Pikolín puesto que en 1948 con una plantilla de siete trabajadores comenzó la fabricación de camas en un pequeño local ubicado en esta calle). Finalmente, he ido a parar a la calle Cosuenda y, cruzando Marqués de la Cadena, finalmente he arribado a mi casa.
No hace falta dar más detalles. La jornada ha sido intensa y fructífera, las actividades planteadas para hoy, muy acertadas. ¿Qué más se puede pedir?
Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/RetornoAlPasadoLinea53##
domingo, 27 de junio de 2010
domingo, 20 de junio de 2010
Línea 52. Todos los objetivos, cubiertos.
A pesar de que ayer me acosté algo tarde (las 13:30) y de que me tomé dos cervezas y también un café, hoy me he despertado descansado y con buen humor. Quizás el ejercicio de la mañana del sábado con la mula mecánica ha producido un benéfico efecto en mi organismo. También podría ser el hecho de saber que ya queda poco de curso. El caso es que sobre las 7:30 ya estaba en pie.
Después de desayunar tranquilamente (vaso de leche con miel y café descafeinado, varias piezas de pan tostado con mermelada de fresa y una generosa porción de torta Loras de Muel) he preparado todos los efectos para la excursión de hoy. Parecía que el día estaba bueno y, después de pensármelo un poco, he decidido salir en camisa, sin jersey ni nada. Esta vez me he llevado el sombrero que me regalaron para protegerme del sol. Ha sido una buena decisión aunque -como veremos- el día se ha ido complicando por el viento.
En primer lugar recorrido a pie por el tercer cinturón hasta el pabellón Príncipe Felipe. Los pies iban solos puesto que los nuevos zapatos que me compré -a buen precio- en Alcampo-Utebo son muy ligeros y cómodos. No lo he comentado pero la salida de casa ha sido a las 8:20 y a las 9:00 ya estaba esperando en la parada del 51 en Cesáreo Alierta. He realizado el recorrido, por tanto, en 40 minutos. Por el camino ya he ido sintiendo el pertinaz viento zaragozano empeñado en recorrer mi rostro desde todos los ángulos a gran velocidad. Sin embargo no sentía frío. El día estaba bueno y el paseo, como he indicado, ha sido estupendo.
De nuevo he aprovechado para fotografíar el bus desde cerca pues no se veía el conductor. También he tomado una inusual foto de tres buses esperando, uno detrás de otro, ya que se me ha brindado esa oportunidad. Enseguida ha llegado el conductor y a las 9:05 arrancaba el vehículo desde el comienzo de línea. Como en otras ocasiones, el viaje ha transcurrido con normalidad y también con comodidad pues se trataba de un autobús moderno con la suspensión bien equilibrada. A las 9:36 llegábamos a Miralbueno con lo que el tiempo invertido en el trayecto ha sido exactamente de media hora.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ya había quedado que pasaría por la casa de Rocío (antigua compañera de Casetas) para saludarla a ella y a su familia, así es que he hecho tiempo hasta las 10:00 merodeando por el barrio y tomando fotos de las nuevas edificaciones y los abundantes parques construidos recientemente. En el ambiente se respiraba mucha tranquilidad y, ciertamente Miralbueno está muy cambiado -para bien- gracias, como digo, a las nuevas construcciones y servicios implementados por el ayuntamiento. Enseguida he dado con la calle Enrique Val y, aprovechando que unos señores entraban en la urbanización de mi compañera, yo también he pasado al interior.
Ha bastado una corta llamada de teléfono para que enseguida se percatara de mi presencia y pasara al interior de su vivienda. Allí he departido agradablemente con toda la familia: con Eugenio, con David, con Alberto... Nos hemos puesto mutuamente al corriente de nuestras vidas y hasta he tenido tiempo de contemplar su gimnasio privado, resguardado por unos oportunos toldos, los acuarios con una instalación estratosférica y gran variedad de peces, el cuarto arreglado de uno de los hermanos... En fin, que he pasado un rato muy agradable con ellos.
Sobre las 11:00 nos hemos despedido y, de nuevo he salido a la calle. Ya había conseguido dos objetivos: el trayecto en el 52 y la visita. Enseguida he observado que el viento había arreciado y he tenido que sujetarme el sombrero con la mano so pena de perderlo por el camino. Me he desplazado a pie hasta el complejo Augusta y de allí hasta la estación Delicias y el Rastro. Nuevas fotos de ese espectáculo humano tan sorprendente realizando transaciones de la más diversa índole y el viento azotando cada vez con más fuerza, ahora todo mi cuerpo.
El paso por el Puente del Tercer Milenio ha sido reconfortante. Protegido del viento he podido centrarme de nuevo en el tercer objetivo previsto para hoy: acudir a la sala de títeres Arbolé para disfrutar de una sesión de moñacos titulada "El libro de la selva". A las 11:40 ya estaba adquiriendo mi entrada (8 €) y, después de pasar por el baño, me he puesto en la cola con una nutrida representación de padres y madres jóvenes y la chiquillería. Enseguida nos han hecho pasar y ya en el interior he podido contemplar el significativo avance realizado por esta compañía desde aquellos tiempos en los que realizaban sus sesiones en el Actur. Las instalaciones son ahora amplias y cómodas así es que me he situado en un lugar estratégico y he esperado a que diera comienzo el espectáculo. Pensaba tomar algunas fotos pero una "voz en off" nos ha recordado que no se podían tomar fotos con flash, así que he optado por emplear la cámara del móvil sin fogonazo alguno.
Me hubiera gustado escribir que salía muy contento y divertido de la obra pero, la verdad, no ha sido así. Reconozco en la pareja de titiriteros un gran dominio en la entonación, modulación e inflexiones de la voz pero el argumento no ha sido nada novedoso (se han ceñido al milímetro a la película de Disney) y los muñegotes tampoco eran ninguna maravilla de diseño. El caso es que ya a media sesión he podido observar algunos niños que, ajenos a lo que se urdía en el escenario, se entretenían mirando al público dando la espalda a los protagonistas. Por otra parte también se ha echado en falta mayor interacción de los figurantes con el público así como cambios de ritmo y música en los distintos episodios. El espectáculo ha durado aproximadamente una hora y al finalizar, ambos titiriteros han salido, el uno con el elefante (sólo la cabeza) y la otra con un diminuto Mowgli para saludar a los niños que, distraidamente, iban saliendo. Yo he declinado saludar al proboscídeo y al niño salvaje y he apretado el paso para salir cuanto antes al exterior.
De nuevo el fortísimo cierzo ha hecho acto de presencia y me ha ido zarandeando sin piedad en mi camino hacia la línea Ci 1. Ya empezaba a tener frío y deseaba que llegara pronto el bus pero una señora ya me ha puesto al corriente que había pasado un bus lleno y no había parado y, para mi sorpresa, el siguiente C1 tampoco ha parado. Así es que he decidido ponerme en marcha para intentar llegar a pie hasta otra parada que no estuviera gafada. He tenido suerte pues en la siguiente, enseguida ha llegado otro circular prácticamente vacío.
A gran velocidad he sido transportado hasta Marqués de la Cadena. Siguiendo el protocolo habitual, todavía he tenido tiempo de adquirir El País y una barra de pan y luego ya he vuelto para casa. Después de los saludos y el intercambio de impresiones mañanero he bajado a escribir un rato en el blog porque enseguida se me ha encomendado la tarea de ir a buscar a mi hija pequeña que llegaba de Salou.
Durante los días del 12 al 20 de junio esta villa tarraconense ha sido el destino de la práctica totalidad de los estudiantes zaragozanos que se han presentado a los exámenes de selectividad. Yo no conocía este ritual pero ya me he puesto al corriente de lo habitual del éxodo estudiantil después de las penalidades sufridas para el acceso a la universidad.
El primer intento de recogida de la niña ha fracasado ya que por una información incorrecta creíamos que llegaba a las tres pero a esa hora todavía estaba en camino. Así es que hemos vuelto a casa, hemos comido y sobre las 16:00 he vuelto (ahora yo solo) de nuevo a la estación a recoger a la fatigada estudianta. Vuelta de nuevo a casa y, un poco atontado por el tinto de Borja enseguida me he quedado dormido en el sofá. Al despertar el viento continuaba y también mi atontamiento. Con una nueva cabezada, esta vez en la cama, he intentado despejarme. Todavía un poco aturdido me he dedicado a recoger las últimas cerezas y a retirar -como todos los años- la malla protectora del árbol. Finalizada la tarea, a terminar de escribir el blog. La modorra ya ha quedado atrás y, ahora más despejado voy a hincarle el diente a El País para ponerme al día después de una nueva quincena de sequía de noticias.
El resto de fotos en:http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea52TodosLosObjetivosCubiertos#
Después de desayunar tranquilamente (vaso de leche con miel y café descafeinado, varias piezas de pan tostado con mermelada de fresa y una generosa porción de torta Loras de Muel) he preparado todos los efectos para la excursión de hoy. Parecía que el día estaba bueno y, después de pensármelo un poco, he decidido salir en camisa, sin jersey ni nada. Esta vez me he llevado el sombrero que me regalaron para protegerme del sol. Ha sido una buena decisión aunque -como veremos- el día se ha ido complicando por el viento.
En primer lugar recorrido a pie por el tercer cinturón hasta el pabellón Príncipe Felipe. Los pies iban solos puesto que los nuevos zapatos que me compré -a buen precio- en Alcampo-Utebo son muy ligeros y cómodos. No lo he comentado pero la salida de casa ha sido a las 8:20 y a las 9:00 ya estaba esperando en la parada del 51 en Cesáreo Alierta. He realizado el recorrido, por tanto, en 40 minutos. Por el camino ya he ido sintiendo el pertinaz viento zaragozano empeñado en recorrer mi rostro desde todos los ángulos a gran velocidad. Sin embargo no sentía frío. El día estaba bueno y el paseo, como he indicado, ha sido estupendo.
De nuevo he aprovechado para fotografíar el bus desde cerca pues no se veía el conductor. También he tomado una inusual foto de tres buses esperando, uno detrás de otro, ya que se me ha brindado esa oportunidad. Enseguida ha llegado el conductor y a las 9:05 arrancaba el vehículo desde el comienzo de línea. Como en otras ocasiones, el viaje ha transcurrido con normalidad y también con comodidad pues se trataba de un autobús moderno con la suspensión bien equilibrada. A las 9:36 llegábamos a Miralbueno con lo que el tiempo invertido en el trayecto ha sido exactamente de media hora.
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid ya había quedado que pasaría por la casa de Rocío (antigua compañera de Casetas) para saludarla a ella y a su familia, así es que he hecho tiempo hasta las 10:00 merodeando por el barrio y tomando fotos de las nuevas edificaciones y los abundantes parques construidos recientemente. En el ambiente se respiraba mucha tranquilidad y, ciertamente Miralbueno está muy cambiado -para bien- gracias, como digo, a las nuevas construcciones y servicios implementados por el ayuntamiento. Enseguida he dado con la calle Enrique Val y, aprovechando que unos señores entraban en la urbanización de mi compañera, yo también he pasado al interior.
Ha bastado una corta llamada de teléfono para que enseguida se percatara de mi presencia y pasara al interior de su vivienda. Allí he departido agradablemente con toda la familia: con Eugenio, con David, con Alberto... Nos hemos puesto mutuamente al corriente de nuestras vidas y hasta he tenido tiempo de contemplar su gimnasio privado, resguardado por unos oportunos toldos, los acuarios con una instalación estratosférica y gran variedad de peces, el cuarto arreglado de uno de los hermanos... En fin, que he pasado un rato muy agradable con ellos.
Sobre las 11:00 nos hemos despedido y, de nuevo he salido a la calle. Ya había conseguido dos objetivos: el trayecto en el 52 y la visita. Enseguida he observado que el viento había arreciado y he tenido que sujetarme el sombrero con la mano so pena de perderlo por el camino. Me he desplazado a pie hasta el complejo Augusta y de allí hasta la estación Delicias y el Rastro. Nuevas fotos de ese espectáculo humano tan sorprendente realizando transaciones de la más diversa índole y el viento azotando cada vez con más fuerza, ahora todo mi cuerpo.
El paso por el Puente del Tercer Milenio ha sido reconfortante. Protegido del viento he podido centrarme de nuevo en el tercer objetivo previsto para hoy: acudir a la sala de títeres Arbolé para disfrutar de una sesión de moñacos titulada "El libro de la selva". A las 11:40 ya estaba adquiriendo mi entrada (8 €) y, después de pasar por el baño, me he puesto en la cola con una nutrida representación de padres y madres jóvenes y la chiquillería. Enseguida nos han hecho pasar y ya en el interior he podido contemplar el significativo avance realizado por esta compañía desde aquellos tiempos en los que realizaban sus sesiones en el Actur. Las instalaciones son ahora amplias y cómodas así es que me he situado en un lugar estratégico y he esperado a que diera comienzo el espectáculo. Pensaba tomar algunas fotos pero una "voz en off" nos ha recordado que no se podían tomar fotos con flash, así que he optado por emplear la cámara del móvil sin fogonazo alguno.
Me hubiera gustado escribir que salía muy contento y divertido de la obra pero, la verdad, no ha sido así. Reconozco en la pareja de titiriteros un gran dominio en la entonación, modulación e inflexiones de la voz pero el argumento no ha sido nada novedoso (se han ceñido al milímetro a la película de Disney) y los muñegotes tampoco eran ninguna maravilla de diseño. El caso es que ya a media sesión he podido observar algunos niños que, ajenos a lo que se urdía en el escenario, se entretenían mirando al público dando la espalda a los protagonistas. Por otra parte también se ha echado en falta mayor interacción de los figurantes con el público así como cambios de ritmo y música en los distintos episodios. El espectáculo ha durado aproximadamente una hora y al finalizar, ambos titiriteros han salido, el uno con el elefante (sólo la cabeza) y la otra con un diminuto Mowgli para saludar a los niños que, distraidamente, iban saliendo. Yo he declinado saludar al proboscídeo y al niño salvaje y he apretado el paso para salir cuanto antes al exterior.
De nuevo el fortísimo cierzo ha hecho acto de presencia y me ha ido zarandeando sin piedad en mi camino hacia la línea Ci 1. Ya empezaba a tener frío y deseaba que llegara pronto el bus pero una señora ya me ha puesto al corriente que había pasado un bus lleno y no había parado y, para mi sorpresa, el siguiente C1 tampoco ha parado. Así es que he decidido ponerme en marcha para intentar llegar a pie hasta otra parada que no estuviera gafada. He tenido suerte pues en la siguiente, enseguida ha llegado otro circular prácticamente vacío.
A gran velocidad he sido transportado hasta Marqués de la Cadena. Siguiendo el protocolo habitual, todavía he tenido tiempo de adquirir El País y una barra de pan y luego ya he vuelto para casa. Después de los saludos y el intercambio de impresiones mañanero he bajado a escribir un rato en el blog porque enseguida se me ha encomendado la tarea de ir a buscar a mi hija pequeña que llegaba de Salou.
Durante los días del 12 al 20 de junio esta villa tarraconense ha sido el destino de la práctica totalidad de los estudiantes zaragozanos que se han presentado a los exámenes de selectividad. Yo no conocía este ritual pero ya me he puesto al corriente de lo habitual del éxodo estudiantil después de las penalidades sufridas para el acceso a la universidad.
El primer intento de recogida de la niña ha fracasado ya que por una información incorrecta creíamos que llegaba a las tres pero a esa hora todavía estaba en camino. Así es que hemos vuelto a casa, hemos comido y sobre las 16:00 he vuelto (ahora yo solo) de nuevo a la estación a recoger a la fatigada estudianta. Vuelta de nuevo a casa y, un poco atontado por el tinto de Borja enseguida me he quedado dormido en el sofá. Al despertar el viento continuaba y también mi atontamiento. Con una nueva cabezada, esta vez en la cama, he intentado despejarme. Todavía un poco aturdido me he dedicado a recoger las últimas cerezas y a retirar -como todos los años- la malla protectora del árbol. Finalizada la tarea, a terminar de escribir el blog. La modorra ya ha quedado atrás y, ahora más despejado voy a hincarle el diente a El País para ponerme al día después de una nueva quincena de sequía de noticias.
El resto de fotos en:http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea52TodosLosObjetivosCubiertos#
Etiquetas:
Turismo urbano y reflexiones personales
domingo, 13 de junio de 2010
Liberado, por fin, del autoimpuesto yugo eclesial... Línea 51
No me ha costado mucho dar con el título de la entrada de hoy. Como comentaba en mi anterior crónica, desde este mismo día, con la línea 51 el plan de las expediciones domingueras en bus ha quedado modificado al prescindir de la misa (que yo mismo me autoimpuse) con lo que ha quedado despejado el horizonte de nuevas aventuras y experiencias más creativas y originales.
Ya indiqué que si podía, me apuntaría a eventos relacionados con la ciencia, pero la exploración de actividades ayer, sábado, me sirvió de ensayo al comprobar que pocos son los programas centrados en actividades científicas los domingos. No obstante el panorama que ahora se vislumbra es, desde luego, más rico y variado y, para ir abriendo boca, hoy he sustituido la misa por un concierto de la banda de música del Actur, patrocinado por ASPANOA (Asociación de padres de niños con cáncer de Aragón) que ha tenido lugar a las 12 de la mañana en el kiosco de la música del Parque Grande.
Eran las 6:30 de la mañana cuando ya me he despertado. Ayer me acosté relativamente temprano y 7 horas de sueño son, actualmente, suficientes para levantarme con la sensación de haber descansado. Tenía "mono" del libro de Brian Green "El universo elegante" y he dedicado hora y media (hasta las 8) a la lectura de este apasionante viaje por el mundo de lo más microscópico y las teorías que los investigadores más punteros van pergeñando con el objetivo de explicar de la forma más precisa posible cual es la esencia de la materia. Lo último es la teoría de cuerdas y, aunque intuyo lo que pretende explicar, debo confesar que su correcta comprensión excede, por ahora mis capacidades intelectuales.
Después de poner el lavavajillas y arreglar un poco la cocina, he desayunado tranquilamente con lo cual se han hecho las 8:45 que ha sido la hora de salida en el periplo de hoy. El inicio de línea se ubicaba en el pabellón "Príncipe Felipe" y el recorrido desde mi casa lo he hecho a pie. He pasado por el azud, por la calle Salvador Minguijón y por el Parque de Torrerramona hasta arribar a Cesáreo Alierta que es donde se ubica el comienzo de línea 51. Allí estaba el bus, cerrado y sin nadie en su interior, ocasión que he aprovechado para tomar una foto en primerísimo plano.
Enseguida ha acudido el conductor que con voz imperativa y amable al mismo tiempo me ha invitado a que subiera. Obediente, así lo he hecho y ha dado comienzo el recorrido. He tomado una foto de mi reloj en el mismo momento de partir y eran las 9:38.
El viaje se ha desarrollado con total normalidad. La subida de un nutrido grupo de jóvenes negros hablando entre ellos un extraño idioma ha sido la anécdota más relevante. El bus ha recorrido obedientemente el trayecto diseñado para él y, enseguida he sido trasportado hasta la Estación Delicias. Al apearme he mirado de nuevo el reloj: las 10:02; es decir 24 minutos de trayecto. Al descender he reparado de nuevo en el puente de reciente factura construido con motivo de la Expo, en el teleférico (parado) y en la animada agitación de viajeros que iban y venían desde y a quién sabe hasta qué remotos lugares. Todavía me ha quedado tiempo para dar una vuelta completa por la estación y fotografiar aquí y allá escenas y rincones que se me antojaban singulares.
Como ya había visitado la estación cuando viajé en la línea 34 pues, la verdad, no he invertido mucho tiempo al ser un lugar ya conocido con anterioridad.
He salido del edificio por el bar de pinchos de obligado paso (buena inversión han realizado los pájaros) y me he encaminado hacia la Ci 2 para acercarme al Parque Primo de Rivera. De nuevo un rápido recorrido y, al no conocer las paradas, me he apeado en una más alejada del parque por lo que he tenido que desandar el camino por Fernando el Católico y Luis Vives hasta llegar al Kiosko de la música. Allí se encontraba un grupo practicando Taichí pero no se veía ninguna preparación del concierto. Enseguida he vislumbrado un cartel en el que ya se indicaba que la actuación comenzaba a las 12:00.
Al disponer de tiempo más que suficiente, lo he dedicado a pasear por el parque por lugares por los que no pasaba hace mucho tiempo. También me ha dado tiempo de tomar fotografías. El día acompañaba con un sol radiante y no mucho calor. Después del periplo, he retornado la estación del trenecito del parque y, atravesando el puente del Huerva, he divisado una cafetería con buena pinta. Se trata del restaurante-cafetería Serrablo con ventanales muy amplios y una excelente vista al parque. Todavía he tenido que acudir a un cajero automático de Servired para sacar dinero y, posteriormente, me he introducido en el establecimiento para disfrutar de las viandas y el merecido descanso.
El servicio ha sido rápido y los manjares habituales (croissant y café con leche), excelentes. Al poco iniciar la degustación, un Heraldo ha quedado libre y, como hiciera en anteriores ocasiones, rápidamente lo he captado y leído en los apartados que me parecían de mayor interés. Bien pensado, el precio que me han cobrado (2:55 €) es bastante ajustado si incluimos también la excelente ubicación y la lectura del rotativo.
Ya se acercaba la hora del concierto (eran las 11:45) y, tranquilamente, me he ido acercando a las instalaciones en las que la banda ya preparaba la actuación afinando pausadamente sus instrumentos. Después de cambiar de silla en tres ocasiones (intentando calcular la trayectoria del sol, para que no me diera) me he sentado en una silla de tijera y esperado a que comenzara la actuación de la orquesta.
Una joven muchacha -la directora del grupo- dirigía enérgicas y amables palabras a sus músicos como preparación de la intervención. Las cariñosas admoniciones han durado su tiempo pues hasta las 12:6 minutos no ha comenzado la actuación. Estaban previstas 10 obras en el programa, comenzando por La entrada, Overture español y las Leandras y finalizando con Suspiros de España, Mesonera de Aragón y Sierra de Luna. También han interpretado Medley Boleros, Gershwin´s Songs, Cerezo rosa y Anniversary Marcha-cha. De todas ellas yo me quedaría con la del cerezo y Sierra de Luna. Esta última también cuenta con la ya conocida letra "El Ebro guarda silencio, al pasar por el Pilar..." y ese recuerdo -no sé por qué- junto con los cadenciosos acordes de la banda ha hecho que me emocionara durante toda la pieza.
He aplaudido con agradecimiento cada una de las 10 piezas juntamente con el público -bastante mayor en su mayoría-. Como propina, la directora y sus acólitos nos han obsequiado con una nueva interpretación de Las Leandras. Ya digo que he quedado muy satisfecho de la experiencia y me han encantado todas las actuaciones.
Al terminar el concierto, de nuevo me he desplazado a pie hasta la parada del 35 en Pedro Cerbuna; luego el 20 hasta Valle de Broto y después la Ci 1 hasta Marqués de la Cadena. Al llegar a casa, después de saludar a la familia, mi primera ocupación ha sido recolectar unas cerezas para darme el gustazo de comérmelas sin lavar ni nada pues todavía no he fumigado el cerezo a pesar del inevitable avance del pulgón. Muy orgulloso de mi cosecha, he tomado varias fotos-demostración de la fruta, refulgente, con su piel suave y tersa y, posteriormente, como todos los domingos he disfrutado de la estupenda comida que había preparado RM. Quizás me he pasado un poco con las cerezas en el postre pues he contado -por encima- unos 60 "cascuellos" como dicen en mi pueblo pero, la verdad, no he podido sustraerme a un placer tan irresistible.
Esta vez no he comprado El País. La experiencia de vivir sin él durante dos semanas me ha dejado huella y, bien pensado, en el fondo en el fondo ya adivinaba lo que iba a ser su contenido lo cual no me entusiasmaba.
Así es que todavía he tenido tiempo para ver un poquillo el Telediario, la cabezada y, posteriormente me he entrenado a cortarme yo mismo el pelo con un cortador eléctrico. Luego una ducha y después a escribir en el blog. El "Principio de normalización" se ha cumplido de nuevo.
Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LiberadoPorFinDelAutoimpuestoYugoEclesialLinea51##
Ya indiqué que si podía, me apuntaría a eventos relacionados con la ciencia, pero la exploración de actividades ayer, sábado, me sirvió de ensayo al comprobar que pocos son los programas centrados en actividades científicas los domingos. No obstante el panorama que ahora se vislumbra es, desde luego, más rico y variado y, para ir abriendo boca, hoy he sustituido la misa por un concierto de la banda de música del Actur, patrocinado por ASPANOA (Asociación de padres de niños con cáncer de Aragón) que ha tenido lugar a las 12 de la mañana en el kiosco de la música del Parque Grande.
Eran las 6:30 de la mañana cuando ya me he despertado. Ayer me acosté relativamente temprano y 7 horas de sueño son, actualmente, suficientes para levantarme con la sensación de haber descansado. Tenía "mono" del libro de Brian Green "El universo elegante" y he dedicado hora y media (hasta las 8) a la lectura de este apasionante viaje por el mundo de lo más microscópico y las teorías que los investigadores más punteros van pergeñando con el objetivo de explicar de la forma más precisa posible cual es la esencia de la materia. Lo último es la teoría de cuerdas y, aunque intuyo lo que pretende explicar, debo confesar que su correcta comprensión excede, por ahora mis capacidades intelectuales.
Después de poner el lavavajillas y arreglar un poco la cocina, he desayunado tranquilamente con lo cual se han hecho las 8:45 que ha sido la hora de salida en el periplo de hoy. El inicio de línea se ubicaba en el pabellón "Príncipe Felipe" y el recorrido desde mi casa lo he hecho a pie. He pasado por el azud, por la calle Salvador Minguijón y por el Parque de Torrerramona hasta arribar a Cesáreo Alierta que es donde se ubica el comienzo de línea 51. Allí estaba el bus, cerrado y sin nadie en su interior, ocasión que he aprovechado para tomar una foto en primerísimo plano.
Enseguida ha acudido el conductor que con voz imperativa y amable al mismo tiempo me ha invitado a que subiera. Obediente, así lo he hecho y ha dado comienzo el recorrido. He tomado una foto de mi reloj en el mismo momento de partir y eran las 9:38.
El viaje se ha desarrollado con total normalidad. La subida de un nutrido grupo de jóvenes negros hablando entre ellos un extraño idioma ha sido la anécdota más relevante. El bus ha recorrido obedientemente el trayecto diseñado para él y, enseguida he sido trasportado hasta la Estación Delicias. Al apearme he mirado de nuevo el reloj: las 10:02; es decir 24 minutos de trayecto. Al descender he reparado de nuevo en el puente de reciente factura construido con motivo de la Expo, en el teleférico (parado) y en la animada agitación de viajeros que iban y venían desde y a quién sabe hasta qué remotos lugares. Todavía me ha quedado tiempo para dar una vuelta completa por la estación y fotografiar aquí y allá escenas y rincones que se me antojaban singulares.
Como ya había visitado la estación cuando viajé en la línea 34 pues, la verdad, no he invertido mucho tiempo al ser un lugar ya conocido con anterioridad.
He salido del edificio por el bar de pinchos de obligado paso (buena inversión han realizado los pájaros) y me he encaminado hacia la Ci 2 para acercarme al Parque Primo de Rivera. De nuevo un rápido recorrido y, al no conocer las paradas, me he apeado en una más alejada del parque por lo que he tenido que desandar el camino por Fernando el Católico y Luis Vives hasta llegar al Kiosko de la música. Allí se encontraba un grupo practicando Taichí pero no se veía ninguna preparación del concierto. Enseguida he vislumbrado un cartel en el que ya se indicaba que la actuación comenzaba a las 12:00.
Al disponer de tiempo más que suficiente, lo he dedicado a pasear por el parque por lugares por los que no pasaba hace mucho tiempo. También me ha dado tiempo de tomar fotografías. El día acompañaba con un sol radiante y no mucho calor. Después del periplo, he retornado la estación del trenecito del parque y, atravesando el puente del Huerva, he divisado una cafetería con buena pinta. Se trata del restaurante-cafetería Serrablo con ventanales muy amplios y una excelente vista al parque. Todavía he tenido que acudir a un cajero automático de Servired para sacar dinero y, posteriormente, me he introducido en el establecimiento para disfrutar de las viandas y el merecido descanso.
El servicio ha sido rápido y los manjares habituales (croissant y café con leche), excelentes. Al poco iniciar la degustación, un Heraldo ha quedado libre y, como hiciera en anteriores ocasiones, rápidamente lo he captado y leído en los apartados que me parecían de mayor interés. Bien pensado, el precio que me han cobrado (2:55 €) es bastante ajustado si incluimos también la excelente ubicación y la lectura del rotativo.
Ya se acercaba la hora del concierto (eran las 11:45) y, tranquilamente, me he ido acercando a las instalaciones en las que la banda ya preparaba la actuación afinando pausadamente sus instrumentos. Después de cambiar de silla en tres ocasiones (intentando calcular la trayectoria del sol, para que no me diera) me he sentado en una silla de tijera y esperado a que comenzara la actuación de la orquesta.
Una joven muchacha -la directora del grupo- dirigía enérgicas y amables palabras a sus músicos como preparación de la intervención. Las cariñosas admoniciones han durado su tiempo pues hasta las 12:6 minutos no ha comenzado la actuación. Estaban previstas 10 obras en el programa, comenzando por La entrada, Overture español y las Leandras y finalizando con Suspiros de España, Mesonera de Aragón y Sierra de Luna. También han interpretado Medley Boleros, Gershwin´s Songs, Cerezo rosa y Anniversary Marcha-cha. De todas ellas yo me quedaría con la del cerezo y Sierra de Luna. Esta última también cuenta con la ya conocida letra "El Ebro guarda silencio, al pasar por el Pilar..." y ese recuerdo -no sé por qué- junto con los cadenciosos acordes de la banda ha hecho que me emocionara durante toda la pieza.
He aplaudido con agradecimiento cada una de las 10 piezas juntamente con el público -bastante mayor en su mayoría-. Como propina, la directora y sus acólitos nos han obsequiado con una nueva interpretación de Las Leandras. Ya digo que he quedado muy satisfecho de la experiencia y me han encantado todas las actuaciones.
Al terminar el concierto, de nuevo me he desplazado a pie hasta la parada del 35 en Pedro Cerbuna; luego el 20 hasta Valle de Broto y después la Ci 1 hasta Marqués de la Cadena. Al llegar a casa, después de saludar a la familia, mi primera ocupación ha sido recolectar unas cerezas para darme el gustazo de comérmelas sin lavar ni nada pues todavía no he fumigado el cerezo a pesar del inevitable avance del pulgón. Muy orgulloso de mi cosecha, he tomado varias fotos-demostración de la fruta, refulgente, con su piel suave y tersa y, posteriormente, como todos los domingos he disfrutado de la estupenda comida que había preparado RM. Quizás me he pasado un poco con las cerezas en el postre pues he contado -por encima- unos 60 "cascuellos" como dicen en mi pueblo pero, la verdad, no he podido sustraerme a un placer tan irresistible.
Esta vez no he comprado El País. La experiencia de vivir sin él durante dos semanas me ha dejado huella y, bien pensado, en el fondo en el fondo ya adivinaba lo que iba a ser su contenido lo cual no me entusiasmaba.
Así es que todavía he tenido tiempo para ver un poquillo el Telediario, la cabezada y, posteriormente me he entrenado a cortarme yo mismo el pelo con un cortador eléctrico. Luego una ducha y después a escribir en el blog. El "Principio de normalización" se ha cumplido de nuevo.
Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LiberadoPorFinDelAutoimpuestoYugoEclesialLinea51##
Etiquetas:
Turismo urbano y reflexiones personales
domingo, 6 de junio de 2010
Línea cincuenta, fugaz viaje de ida y vuelta
Hoy me ha quedado tiempo por la mañana para arreglar un poco el jardín. Mi obsesión por mantener limpias las baldosas del suelo choca de lleno con el color que mi señora eligió para el gres que es el blanco, así es que mantengo una vigilancia permanente con cualquier mota, hoja seca o caca de pájaro que osa posarse en el níveo pavimento.
Como me he levantado temprano (7:15) ya a las 8:00 salía de casa disfrutando de la excelente mañana que me regalaba un, todavía, joven junio.
El recorrido previsto no era muy novedoso. La línea 50 realiza el trayecto Vadorrey-San Gregorio y ambos barrios los tengo ya muy visitados. Sin embargo la vida siempre depara sorpresas agradables y, sobretodo, el talante con el que se encaran las cosas sirve en muchas ocasiones de catalizador de experiencias novedosas e interesantes.
Nada más llegar al principio de línea en la calle Carmelo Betoré Bergua, ya he avistado el autobús que, mansamente, estaba esperando a que los viajeros penetraran en sus entrañas. Cuando le he preguntado al conductor a qué hora salía, él, muy amable, me ha contestado: "ahora mismo". En ese instante mi reloj marcaba las 8:12 minutos.
En las cuatro primeras paradas no ha subido nadie al vehículo, y yo era el único viajero por lo que he experimentado la sensación de rico y poderoso señor con bus propio y chofer a su disposición. En la cuarta parada se ha disipado mi ensueño pues dos señores mayores han accedido indiferentes a mi frustración.
El viaje se ha desarrollado a una velocidad frenética. En muchas paradas no montaba viajero alguno por lo que el recorrido se me ha antojado fugaz como digo en el título. Hemos llegado a San Gregorio y como ya conociera de anteriores visitas tanto el barrio como las instalaciones del Hospital Royo Villanova, he tomado subrepticiamente varias fotos del bus y después he dado media vuelta con la idea de retornar cuanto antes a Vadorrey. No he tenido que esperar ni un minuto pues el conductor, después de visitar un bar cercano para -supongo- hacer sus necesidades ha resuelto poner en marcha el autobús e iniciar -también con un solo viajero, que era yo- el viaje de regreso.
De nuevo muy poca gente ha subido al veloz medio de trasporte y, después de varios giros y desvíos por lo más granado del barrio del Picarral hemos llegado a la Avenida Cataluña para, posteriormente, pasar a la Avenida Puente del Pilar y, rápidamente terminar el trayecto, "again" en Vadorrey.
A pesar de la rapidez del viaje, todavía he tenido tiempo de pensar durante el mismo en el nuevo reto que me impuse la semana pasada de escuchar cual sociólogo aficionado las conversaciones que se desarrollaran cerca de mí con la intención de obtener un muestreo aproximado de los intereses de la gente de la calle. Bueno, pues he de decir que en esta ocasión el reto no se ha coronado con éxito. Es más, el fracaso ha sido total ya que no he podido tomar nota de ninguna conversación. Conclusión: vivo más centrado en mis pensamientos, proyectos e interacciones que en lo que ocurre a mi alrededor. Es algo, por otra parte natural si bien no me despido de intentar de nuevo el experimento en el futuro. También es cierto que deberé disponer de un apoyo técnico como, por ejemplo, un micrófono-amplificador orientable ya que he comprobado la dificultad de escuchar con nitidez conversaciones ajenas. Total, que según parece, vivimos inmersos en una maraña de mensajes e intercomunicaciones verbales que vienen a ser como un ruido de fondo al que cuesta prestarle atención.
Al bajarme del bus en Vadorrey eran las 9:12 por lo que hoy he batido el record de velocidad autobusera. En una hora he ido a San Gregorio y he vuelto.
Enseguida he puesto en marcha la segunda parte del plan de hoy que no era otro que pasar por el puente del azud al Barrio de Las Fuentes y escuchar misa en el Colegio Santo Domingo de Silos. Al pasar por el puente he observado dos chinos (o coreanos) que estaban pescando y uno de ellos había atrapado una carpa de tamaño considerable que se debatía con valentía oponiéndose a ser extraída de su medio natural. He tomado varias fotos y continuado mi camino. He tomado la calle Fray Luis Urbano y arribado a la calle Amistad donde viviera mi mujer, su hermano y sus padres. De nuevo he tomado varias fotos y preguntado a una señora por la hora en la que celebraban en el colegio. Ella me ha contestado que la misa tenía lugar en la parroquia de San José Artesano que la tenía muy cerca, cosa que yo no recordaba. Así es que me he plantado en la iglesia y, al comprobar que la gente entraba ya al templo, he colegido que la misa era a las 9:30 como así ha sido.
El templo se encontraba lleno a media entrada. En su mayor parte mujeres bastante mayores, todas ellas con semblante piadoso. Las instalaciones son espaciosas y una ligera penumbra contribuía al recogimiento. Enseguida ha aparecido el sacerdote, un señor mayor que cojeaba ostensiblemente. Con voz grave y segura ha iniciado la celebración al tiempo que los cánticos de la nutrida representación femenina acompañaban el ritual. Tal como me ocurrio en mi anterior expedición, ni las lecturas, ni los cánticos ni el evangelio me han aportado nada nuevo por lo que no dedicaré mucho tiempo a su comentario. Ya dije que esta era mi última visita a una iglesia en mi periplo autobusero urbano y, en las próximas salidas, tendré que buscar alternativas que complenten el recorrido, a ser posible, alternativas relacionadas con la ciencia.
Del sermón no me he enterado mucho. No tanto por falta de interés sino por la deficiente instalación megafónica que impedía descifrar con precisión el discurso del cura. Había mucha reberberación y, como he comentado en otras ocasiones, he salido con la duda del porcentaje de ración sermonera que han aprovechado los fieles.
A la salida varias fotos a los restos de una boda (confettis, arroz y cintas por el suelo) y también a una casa del grupo Girón remodelada y que parece ahora un edificio futurista. He recordado que antaño compraba pan en la Tahona Goyesca y allí me he dirigido. Una nutrida cola de clientes daba cuenta de la calidad de los productos y yo he aguantado pacientemente que me tocara mi turno para solicitar dos barras de pueblo, una torta Loras de Muel y cuatro rejitas de piñones. He dado cuenta de dos de las últimas porque necesitaba glucosa y he continuado deambulando por Salvador Minguijón. Inopinadamente me he encontrado con Jose, el padre de Alejandra, la amiga de mi hija pequeña el cual iba a visitar a sus padres. Me he ofredido a acompañarlo y él, a cambio me ha indicado un añejo obrador en el que elaboran exquisitas pastas de té. Después de llegar hasta casa de sus padres y despedirme he retornado al obrador y adquirido 300 gramos de las prometedoras pastas. El establecimiento también ha sido fotografiado.
Me he dirigido posteriormente al bar Chema ubicado al final de Salvador Minguijón y próximo ya a la ribera del Ebro. He solicitado el menú habitual de mis mañanas domingueras y me he colocado -provisionalmente- en la única mesa libre, cerca de la televisión del establecimiento. Enseguida me he percatado del excesivo volumen del aparato y, como me molestara bastante, he decidido trasladarme a la terraza exterior donde he devorado el croissant y he disfrutado del café con leche. Mis dudas sobre si me cobrarían la consumición versión interior o versión terraza han quedado rápidamente aclaradas: me han aplicado 40 céntimos por el servicio exterior y el importe total se ha quedado en 2,40€. No he protestado ni nada porque, al fin y al cabo, la decisión de cambiar de escenario ha sido mía.
Como sucede habitualmente, el chute de café con leche me ha puesto de mejor humor todavía y muy feliz y contento he retornado por la orilla derecha del Ebro hasta cruzar el puente del Azud y situarme en la orilla contraria. He pasado un momento por la cafetería El Puerto abierta recientemente en el embarcadero de Vadorrey. También he tomado fotos del abundante público que aprovechaba para subir al Ebrobús o que realizaba actividades con la Federación Aragonesa de Piragüismo. Sólo me faltaba adquirir el periódico ya que la veda de su lectura ha quedado levantada. Para ello me he desplazado hasta el quiosco ubicado en las cercanías del Colegio de La Jota (antiguamente La Natalia y ahora, pues me tendré que fijar porque no lo recuerdo). Allí una amable señora me ha dispensado el rotativo previo abono de 2:50 €, precio que me empieza a parecer excesivo en tiempos de crisis.
No llevaba llaves de casa para aligerar mis bolsillos, así es que he tenido que llamar al contestador intuyendo que quizás el personal permanecía dormido. No ha sido así y, afortunadamente, enseguida me ha sido franqueado el paso.
Al llegar, los comentarios habituales y el repaso del día. Me he prestado a colaborar en las faenas del hogar puesto que hoy he retornado más temprano de lo habitual a casa. Me ha sido encomendada la labor de preparar "la fritada" y a ello me he dedicado pacientemente. Ahora mismo tengo que subir para que no se me queme por lo que doy por cerrada la crónica de hoy salvo que -más adelante- quiera perfilar -si me apetece- un poco más la descripción dominguera. Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LineaCincuentaFugazViajeDeIdaYVuelta##
Como me he levantado temprano (7:15) ya a las 8:00 salía de casa disfrutando de la excelente mañana que me regalaba un, todavía, joven junio.
El recorrido previsto no era muy novedoso. La línea 50 realiza el trayecto Vadorrey-San Gregorio y ambos barrios los tengo ya muy visitados. Sin embargo la vida siempre depara sorpresas agradables y, sobretodo, el talante con el que se encaran las cosas sirve en muchas ocasiones de catalizador de experiencias novedosas e interesantes.
Nada más llegar al principio de línea en la calle Carmelo Betoré Bergua, ya he avistado el autobús que, mansamente, estaba esperando a que los viajeros penetraran en sus entrañas. Cuando le he preguntado al conductor a qué hora salía, él, muy amable, me ha contestado: "ahora mismo". En ese instante mi reloj marcaba las 8:12 minutos.
En las cuatro primeras paradas no ha subido nadie al vehículo, y yo era el único viajero por lo que he experimentado la sensación de rico y poderoso señor con bus propio y chofer a su disposición. En la cuarta parada se ha disipado mi ensueño pues dos señores mayores han accedido indiferentes a mi frustración.
El viaje se ha desarrollado a una velocidad frenética. En muchas paradas no montaba viajero alguno por lo que el recorrido se me ha antojado fugaz como digo en el título. Hemos llegado a San Gregorio y como ya conociera de anteriores visitas tanto el barrio como las instalaciones del Hospital Royo Villanova, he tomado subrepticiamente varias fotos del bus y después he dado media vuelta con la idea de retornar cuanto antes a Vadorrey. No he tenido que esperar ni un minuto pues el conductor, después de visitar un bar cercano para -supongo- hacer sus necesidades ha resuelto poner en marcha el autobús e iniciar -también con un solo viajero, que era yo- el viaje de regreso.
De nuevo muy poca gente ha subido al veloz medio de trasporte y, después de varios giros y desvíos por lo más granado del barrio del Picarral hemos llegado a la Avenida Cataluña para, posteriormente, pasar a la Avenida Puente del Pilar y, rápidamente terminar el trayecto, "again" en Vadorrey.
A pesar de la rapidez del viaje, todavía he tenido tiempo de pensar durante el mismo en el nuevo reto que me impuse la semana pasada de escuchar cual sociólogo aficionado las conversaciones que se desarrollaran cerca de mí con la intención de obtener un muestreo aproximado de los intereses de la gente de la calle. Bueno, pues he de decir que en esta ocasión el reto no se ha coronado con éxito. Es más, el fracaso ha sido total ya que no he podido tomar nota de ninguna conversación. Conclusión: vivo más centrado en mis pensamientos, proyectos e interacciones que en lo que ocurre a mi alrededor. Es algo, por otra parte natural si bien no me despido de intentar de nuevo el experimento en el futuro. También es cierto que deberé disponer de un apoyo técnico como, por ejemplo, un micrófono-amplificador orientable ya que he comprobado la dificultad de escuchar con nitidez conversaciones ajenas. Total, que según parece, vivimos inmersos en una maraña de mensajes e intercomunicaciones verbales que vienen a ser como un ruido de fondo al que cuesta prestarle atención.
Al bajarme del bus en Vadorrey eran las 9:12 por lo que hoy he batido el record de velocidad autobusera. En una hora he ido a San Gregorio y he vuelto.
Enseguida he puesto en marcha la segunda parte del plan de hoy que no era otro que pasar por el puente del azud al Barrio de Las Fuentes y escuchar misa en el Colegio Santo Domingo de Silos. Al pasar por el puente he observado dos chinos (o coreanos) que estaban pescando y uno de ellos había atrapado una carpa de tamaño considerable que se debatía con valentía oponiéndose a ser extraída de su medio natural. He tomado varias fotos y continuado mi camino. He tomado la calle Fray Luis Urbano y arribado a la calle Amistad donde viviera mi mujer, su hermano y sus padres. De nuevo he tomado varias fotos y preguntado a una señora por la hora en la que celebraban en el colegio. Ella me ha contestado que la misa tenía lugar en la parroquia de San José Artesano que la tenía muy cerca, cosa que yo no recordaba. Así es que me he plantado en la iglesia y, al comprobar que la gente entraba ya al templo, he colegido que la misa era a las 9:30 como así ha sido.
El templo se encontraba lleno a media entrada. En su mayor parte mujeres bastante mayores, todas ellas con semblante piadoso. Las instalaciones son espaciosas y una ligera penumbra contribuía al recogimiento. Enseguida ha aparecido el sacerdote, un señor mayor que cojeaba ostensiblemente. Con voz grave y segura ha iniciado la celebración al tiempo que los cánticos de la nutrida representación femenina acompañaban el ritual. Tal como me ocurrio en mi anterior expedición, ni las lecturas, ni los cánticos ni el evangelio me han aportado nada nuevo por lo que no dedicaré mucho tiempo a su comentario. Ya dije que esta era mi última visita a una iglesia en mi periplo autobusero urbano y, en las próximas salidas, tendré que buscar alternativas que complenten el recorrido, a ser posible, alternativas relacionadas con la ciencia.
Del sermón no me he enterado mucho. No tanto por falta de interés sino por la deficiente instalación megafónica que impedía descifrar con precisión el discurso del cura. Había mucha reberberación y, como he comentado en otras ocasiones, he salido con la duda del porcentaje de ración sermonera que han aprovechado los fieles.
A la salida varias fotos a los restos de una boda (confettis, arroz y cintas por el suelo) y también a una casa del grupo Girón remodelada y que parece ahora un edificio futurista. He recordado que antaño compraba pan en la Tahona Goyesca y allí me he dirigido. Una nutrida cola de clientes daba cuenta de la calidad de los productos y yo he aguantado pacientemente que me tocara mi turno para solicitar dos barras de pueblo, una torta Loras de Muel y cuatro rejitas de piñones. He dado cuenta de dos de las últimas porque necesitaba glucosa y he continuado deambulando por Salvador Minguijón. Inopinadamente me he encontrado con Jose, el padre de Alejandra, la amiga de mi hija pequeña el cual iba a visitar a sus padres. Me he ofredido a acompañarlo y él, a cambio me ha indicado un añejo obrador en el que elaboran exquisitas pastas de té. Después de llegar hasta casa de sus padres y despedirme he retornado al obrador y adquirido 300 gramos de las prometedoras pastas. El establecimiento también ha sido fotografiado.
Me he dirigido posteriormente al bar Chema ubicado al final de Salvador Minguijón y próximo ya a la ribera del Ebro. He solicitado el menú habitual de mis mañanas domingueras y me he colocado -provisionalmente- en la única mesa libre, cerca de la televisión del establecimiento. Enseguida me he percatado del excesivo volumen del aparato y, como me molestara bastante, he decidido trasladarme a la terraza exterior donde he devorado el croissant y he disfrutado del café con leche. Mis dudas sobre si me cobrarían la consumición versión interior o versión terraza han quedado rápidamente aclaradas: me han aplicado 40 céntimos por el servicio exterior y el importe total se ha quedado en 2,40€. No he protestado ni nada porque, al fin y al cabo, la decisión de cambiar de escenario ha sido mía.
Como sucede habitualmente, el chute de café con leche me ha puesto de mejor humor todavía y muy feliz y contento he retornado por la orilla derecha del Ebro hasta cruzar el puente del Azud y situarme en la orilla contraria. He pasado un momento por la cafetería El Puerto abierta recientemente en el embarcadero de Vadorrey. También he tomado fotos del abundante público que aprovechaba para subir al Ebrobús o que realizaba actividades con la Federación Aragonesa de Piragüismo. Sólo me faltaba adquirir el periódico ya que la veda de su lectura ha quedado levantada. Para ello me he desplazado hasta el quiosco ubicado en las cercanías del Colegio de La Jota (antiguamente La Natalia y ahora, pues me tendré que fijar porque no lo recuerdo). Allí una amable señora me ha dispensado el rotativo previo abono de 2:50 €, precio que me empieza a parecer excesivo en tiempos de crisis.
No llevaba llaves de casa para aligerar mis bolsillos, así es que he tenido que llamar al contestador intuyendo que quizás el personal permanecía dormido. No ha sido así y, afortunadamente, enseguida me ha sido franqueado el paso.
Al llegar, los comentarios habituales y el repaso del día. Me he prestado a colaborar en las faenas del hogar puesto que hoy he retornado más temprano de lo habitual a casa. Me ha sido encomendada la labor de preparar "la fritada" y a ello me he dedicado pacientemente. Ahora mismo tengo que subir para que no se me queme por lo que doy por cerrada la crónica de hoy salvo que -más adelante- quiera perfilar -si me apetece- un poco más la descripción dominguera. Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LineaCincuentaFugazViajeDeIdaYVuelta##
Etiquetas:
Turismo urbano y reflexiones personales
Suscribirse a:
Entradas (Atom)