domingo, 14 de febrero de 2010

Línea 30. Lo mejor ha sido la misa

Como de costumbre, mi salida ha sido a las 9 y pico. En esta ocasión, exactamente a las 9:40.

He pasado a saludar a mis amigas las palomas torcaces que hoy, no estaban pastando en el solar de Marqués de la Cadena sino que me observaban desde unos pinos ubicados en la rotonda situada justo antes del Puente de la Unión. Cuando me he acercado un poco, han volado a su habitual puesto de vigilancia: unos chopos en los que ya empiezan a asomar los brotes preprimaverales situados en el ya familiar solar cerca de la rotonda.

He tomado varias fotos de las palomas y también de una picaraza que saltaba de aquí para allá en un césped necesitado de agua.

Esta fauna (y otra que vive en el entorno del río Ebro) nos acompaña en nuestro devenir. No tienen carnet de identidad pero se les podría considerar tan zaragozanos como a nosotros, los humanos. Al fin y al cabo se acuestan, despiertan y viven habitualmente en nuestra ciudad.

Más fotos al Ebro: la fuente en forma de botella arrugada lista para ser reciclada situada debajo del Puente de la Unión, de nuevo el río con el Pilar al fondo y sus guardianes los puentes de Hierro y el de Piedra... He observado una secuencia interesante y es que desde mi puesto de observación cada dos arcos del Puente de Piedra coindidían casi exactamente con uno del de Hierro. En fin, idas y venidas de mi pensamiento en una fresca y soleada mañana de un 14 de febrero de 2010.

He llegado a la calle del Doctor Iranzo sobre las 9:55 y después de escuchar las quejas de un señor muy hablador sobre el cambio de "inicio de línea" del 30 relativas a un familiar suyo (con el que he deducido no se llevaba muy bien) que había pedido al ayuntamiento la modificación de dicho inicio por molestias de ruido, he subido al bus previa foto de rigor intentando que el conductor no se amoscara por mi atrevimiento al fotografiar la parada y el vehículo.

El autobús ha iniciado su recorrido a las 10:00 y la "redondez" de la hora la he considerado como un presagio de que la jornada iba a ser interesante.

Como siempre, las consabidas reflexiones sobre los contados viajeros que hemos iniciado nuestro periplo. Gente más bien mayor y todos en silencio observando el discurrir de las paradas y las subidas y bajadas de nuestros ocasionales compañeros de viaje.

El recorrido no se ha realizado con arreglo al trazado oficial. Las obras del tranvía obligan al bus a modificar su trayecto. He podido ver fugazmente las obras del Huerva en Gran Vía, la colocación de las vías en varios tramos de Isabel la Católica, los útiles especialmente diseñandos para asegurar el paralelismo de las vías, las novedades en la colocación de los carriles (sin traviesas, con una peculiar disposición que, imagino, asegurará la conexión eléctrica y la comodidad del viaje). En fin, que la tecnología que se utiliza ahora dista muchísimo de la que se empleaba allá por el año 1968 que es cuando yo vine a Zaragoza a estudiar y ví por primera vez los tranvías de la época.

Si actualmente somos ya capaces de alinear protones para que impacten en los aceleradores, cómo no vamos a ser capaces de alinear unas sencillas vías de tranvía (he pensado). Volveré al tema de los aceleradores de partículas y ya adelanto que el libro que estoy leyendo de Leon Lederman (Premio nóbel de física) sobre la "Partícula de Dios", me tiene entusiasmado aunque sólo logro entender un 40% de su contenido.

Hemos llegado a la calle de La Sagrada Familia en el barrio de Casablanca a las 10:26. Veintiséis minutos de un viaje que se me ha hecho muy corto.

En esa calle está ubicada la iglesia de Santa Gema que ya cité al inicio de este blog. Como ya conocía todos los alrededores, he pensado que, en esta ocasión la visita a la zona no me iba a reportar nada especialmente interesante.

Como el que no quiere la cosa he echado a andar y me he dirigido al Canal Imperial que estaba muy bajo de nivel (imagino que por operaciones de mantenimiento) aunque todavía tenía agua y los patos, gansos y otros habituales de las aguas del canal, disfrutaban chapoteando en sus orillas. Nueva toma de fotos e incluso un corto de video con los graciosos estiramientos de cuello de unos gansos que se dejaban fotografiar sin ningún problema.

Continuando el recorrido, he atravesado el canal y una vez atravesada la calle Tomás Gabasa (de la que nunca había oído hablar) le he preguntado a una señora dónde se encontraba la parroquia del barrio. Muy certeramente me ha dado las instrucciones para encontrarla y he tenido suerte pues enseguida he acertado con su ubicación. Una vez que me he cerciorado de la hora de comienzo de la misa (las 11), he aprovechado para tomarme algo en un bar cercano pues todavía eran las 11 menos 10.

He elegido el bar más próximo a la iglesia pues quería acudir puntual a la cita eclesial. Así es que he entrado en el "Bar Miguel Ángel". Desde fuera, he imaginado que el establecimiento haría honor a su nombre y estaría decorado con algún motivo del famoso pintor, escultor e inventor renacentista. Nada de eso he encontrado y el bar me ha parecido más bien frío y sin gracia. Eso sí, el camarero muy atento y las 5 personas que en ese momento se encontraban en su interior, respetuosas con mi intención de degustar el cortado descafeinado y apropiarme (si la ocasión lo permitía) de un Heraldo que, como suele ser habitual, estaba prisionero de un cliente que desganadamente pasaba las hojas.

Tras una tensa espera en la que intentaba controlar las intenciones de un señor cercano al coyuntural propietario del diario, he aprovechado un descuido del segundo y la marcha del "tortugo" lector para caer cual águila culebrera sobre el rotativo y traerlo hasta mi mesa. La certera jugada no me ha servido de mucho pues he descubierto que no llevaba las gafas y sólo he podido leer apresuradamente los titulares del periódico. La mezcla de sentirme contrariado por lo de las gafas y la urgencia por acudir a la misa se han transmutado en un impulso repentino de pagar cuanto antes y salir del establecimiento. Sólo el saborcillo de dos churros que me he tomado con el cortado ha mitigado en alguna medida el descalabro del bar "Miguel Ángel".

La puerta de entrada a la iglesia me la ha franqueado junto a unas señoras un pobre que a mi me ha parecido hasta elegante y, de mesurados ademanes.

Una vez en el interior del templo, me he situado en un banco desde el que se divisaba bien el altar y ya he empezado a notar una agradable atmósfera de confraternización entre los asistentes.

Un grupo de jóvenes y algún adulto estaban ajustando sus guitarras, panderetas y ¡percusión! y preparándose para iniciar la liturgia. El sacerdote todavia no había hecho acto de presencia y esperaba al final del templo a que arrancaran los de la música para hacer su entrada. Un joven ayudante trajeado ha pasado delante de mí y luego ha vuelto, ya revestido, para dar los últimos toques a un proyector que amplificaba la imagen de las letras de las canciones para que los feligreses pudieran también recordar la canción.

He contado unos 220 asistentes. La iglesia estaba llena y el perfil de edad -a diferencia de anteriores ocasiones- era mucho más variado: unos 20-25 niños en primera fila, algunas atractivas jóvenes y vigilantes mamás y el resto del personal un poco más mayor y de aspecto ligeramente acomodado.

La puesta en escena ha sido perfecta. El cura ha hecho su entrada acogido y acompañado por un bello cántico que los del grupo de orquestación ha desgranado con mucho acierto. Varios feligreses hacían sonar sus palmas con algunas estrofas e incluso, el jóven acompañante del cura me ha parecido que se movía al ritmo de la música.

Varios niños han leído las sagradas escrituras y también he de anotar la muy cuidada ambientación pues además de su cándida voz, era de agradecer el altillo que les habían preparado para que la lectura se pudiera realizar sin problemas.

Cada cierto tiempo, aprovechando los cambios en la liturgia el grupo musical continuaba interpretando sus rítmicas canciones arropado por los asistentes y los sacerdotes. El ambiente en la iglesia se iba haciendo cada vez más cálido y agradable. El mosen ha leído el evangelio y acto seguido ha iniciado la homilía.

¡Qué manejo de la palabra! ¡Qué dotes didácticas! ¡Qué sencillez y profundidad al mismo tiempo en sus explicaciones! ¡Qué capacidad de interlocución con los niños allí presentes y con los adultos! ¡Qué sinceridad se apreciaba en su mensaje! La homilía ha constituido para mí una obra maestra en la que han confluído lo más granado de la oratoria, la comunicación no verbal, la empatía con los asistentes, el mensaje claro y sencillo en favor de los pobres.

Después de tan deslumbrante intervención ha venido el capítulo de ofrendas y de nuevo los niños han pasado a ofrecer: unos auriculares, unas flores, el caliz y la hostia mientras una niña leía el texto de las ofrendas y el grupo cantante entonaba -bajito- una nueva canción.

Cuando ha llegado la hora del Padrenuestro, además de proyectar en pantalla la canción previa que acompañaba el rezo, el sacerdote nos ha invitado a cogernos de la mano mientras escuchábamos la canción-plegaria. Unos segundos después, notando el calor de la mano de la señora de mi izquierda y el suave apretón del señor de mi derecha y viendo la cadena humana que se había formado en el templo es cuando he sentido como una benéfica opresión en mi estómago y, sorpresivamente, me he dado cuenta que sentía ganas de llorar. Mis párpados se han humedecido e incluso he llegado a pensar que las lágrimas se iban a deslizar por mis mejillas. Al final la cosa no ha ido a más y todo ha retornado a la normalidad.

A pesar de que sólo pensaba permanecer hasta el final de la homilía, he decidido terminar toda la misa. Ha sido una decisión acertada pues entre los cánticos y las acertadas palabras del cura, sumadas a la alegre participación de los asistentes al término del santo oficio la ceremonia ha salido redonda.

Sólo ha faltado la canción final (el cura ya se había retirado) entonada con mucho sentimiento por el profesional coro que de nuevo me ha puesto al borde de un nuevo derrame de lágrimas. El estribillo decía así:

"Adelante por los sueños que aún nos quedan
Adelante por los aquellos que están por venir
Adelante porque no importa la meta
El destino es la promesa de seguir adelante"

Un montón de ideas iban discurriendo por mi mente. Desde luego, una muy clara es la importancia de la convicción, el ejemplo, la capacidad didáctica y el gusto por el detalle para crear un buen ambiente en un grupo. Otra idea es que el obispado debería tomar nota y premiar, de alguna manerra a los curas como el de esta parroquia con tan buenas capacidades. Finalmente he pensado que la experiencia de hoy se puede transponer a la empresa privada o a cualquier organización donde una sóla persona convencida puede mejorar muchísimo su funcionamiento.

Finalmente otra reflexión tomada de la física de partículas. Al igual que los colisionadores pueden crear partículas exóticas que nunca hubieran imaginado los físicos, cuando dos ideas contrapuestas chocan entre sí puede ocurrir la singularidad de generarse un estado afectivo y emocional desconocido.

Por mi parte puedo decir que hoy he entrado a las 11 de la mañana en la parroquia San Vicente de Paúl con una mezcla de socarronería y curiosidad y decir que he salido mucho mejor persona.

El resto de las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea30LoMejorHaSidoLaMisa##

domingo, 7 de febrero de 2010

Muchas sorpresas en San Gregorio. Bus 29

Sorpresivamente hoy me he levantado bastante temprano (8:30). La combinación de ayer por la noche de: té+cerveza+tónica+cortado+leche desnatada no ha sido muy afortunada y, como en otras ocasiones, he dado muchas vueltas en la cama.

Sin embargo me sentía pletórico de energía y con ganas de disfrutar del viaje a San Gregorio. El día acompañaba y el paseo hasta el número 10 de la Avenida Las Torres me han sentado de maravilla.

He saludado (mentalmente) a mis amigos torcaces que disfrutaban picoteando en el solar aledaño de Marqués de la Cadena e incluso he tomado dos fotografías de la original bandada. No sé por qué pero le tienen un gran cariño a ese emplazamiento. Como sólo los veo en domingo he llegado a pensar que sólo están allí ese día de la semana, pero probablemente el resto de la semana también se les pueda ver por la mañana, término éste que debería comprobar siguiendo el modelo empírico-experimental.

Me he desplazado caminando hasta el principio de la línea 29 y enseguida se ha presentado el autobús. Para entonces ya había tomado las consabidas fotos del poste indicador del "Comienzo de línea".

El autobús ha arrancado a las 9:38 y no he podido tomar posiciones como suelo hacer

habitualmente ya que una señora ecuatoriana se me ha adelantado y se ha sentado en el puesto que suelo tomar como punto de observación. Pero es igual, el viaje me ha resultado cómodo y rápido y también se ha mantenido la regularidad en la tipología de viajeros que a esas horas suben al bus: señoras mayores e inmigrantes sobre todo. A mitad de viaje se han subido una chica y un chico con sus mochilas y un grupito de señoras han hecho un poco de rechufla al comprobar que sólo hablaban inglés y que iban en dirección contraria de su supuesto destino: la basílica del Pilar.

Con grandes voces muy cariñosas (en español) les han conminado a apearse (ellas también se han apeado) en la MAZ y no se en qué habrá quedado el tema porque el autobús ha continuado su camino haciendo caso omiso de las desventuras de los mochileros.

Otra curiosa observación durante el viaje ha sido originada por una pareja de mediana edad que estaba sentada detrás de mí. Sólo hablaba él pero el volumen de voz me permitía enterarme de toda la conversación. También podía observarlos en el reflejo del cristal. Era como un "Gran Hermano autobusero" en directo. Como en tantas ocasiones he comprobado, el tema era económico (de unos dineros que le debían a él) y para reforzar su argumentación ha echado mano de lo "que decía mi abuelo" ; algo así como que si alguien te debe algo y no te lo paga, en su momento, cuando tengas la ocasión de cobrárselo, pues que también le cobres los intereses de la deuda. Yo he supuesto que este aforismo se podrá aplicar a todo tipo de deudas aunque tengo mis dudas sobre la forma de calcular los intereses de (pongamos por caso) una deuda de gratitud.

Total, que el autobús ha llegado al final de la línea en el Barrio de San Gregorio ubicada, justamente, en la entrada al hospital "Royo Villanova" (antiguo "Cascajo). He tratado de tomar una foto de frente del autobús desde lejos y como tenía mis dudas si el conductor me estaba viendo o no y el posible grado de mosqueo del mismo, para disimular y contrariando mis iniciales intenciones me he dirigido hacia el interior del hospital por la zona ajardinada. Llegado a un punto en el que el paisaje nada me decía he decidido dar media vuelta y, despreciando el posible desagrado del conductor por lo de la foto, me he encaminado por la "Calle de enmedio" (así rezaba el cartel indicador) y también para apaciguar mi inquietud por si no la encontraba con rapidez, le he hecho a un señor la pregunta de rigor: ¿Sabé dónde se encuentra la iglesia? Muy amable me ha indicado con una imprecisión muy española el sitio por donde debía caminar y, supuestamente llegar a mi destino.


Con paso vivo me he encaminado hacia el incierto destino descrito por el Sangregoriano y, en un primer ojeo nada he podido encontrar. Ha sido necesaria una nueva investigación preguntando a dos jóvenes que cargaban sendos bombos de Semana Santa en un coche y, esta vez sí, me han señalado con precisión la ubicación del templo.

Hasta allí me he acercado y cerciorado que la misa comenzaba a las 11:30. Eran las 10:30 y por tanto disponía de una hora para "alparcear" por San Gregorio.

Así que me he dirigido hacia el restaurante San Gregorio (del que luego hablaré) y después he tomado la calle de Cristo Rey y he decidido recorrerla desde mi ubicación hasta su final en la autovía de Huesca.


Dos cosas me han llamado la atención en este primer recorrido: un señor que entraba en un almacén en el que ponía "venta de miel", y como yo también soy colmenero pues, ya se sabe, la cabra tira al monte. Después he pasado por el Horno de repostería "Cristo Rey" en el que me he comprado un pastel de manzana y 250 gramos de lacitos. Ambas cosas estaban deliciosas. ¡Qué pena -he pensado- que el establecimiento esté tan poco cuidado desde el punto de vista estético y que no se hagan publicidad porque el producto es bueno pero los complementos dejan mucho que desear!


El final de la calle daba ya a la autovía y me he percatado de un puente que la cruzaba para pasar al otro lado de la misma. He decidido subir por las escaleras y ha sido una buena idea porque desde arriba se vislumbraba un paisaje muy particular: al fondo, a la izquierda el Pirineo nevado y a la derecha la papelera La Montañanesa vomitando -como de costumbre- un humo pestilente.

También me he fijado en una urbanización situada en la parte izquierda de la autovía (según se va hacia Huesca). Es la urbanización "El pinar" constituida por varios bloques de viviendas de unas 7 alturas. No conocía esta urbanización y dada mi habitual curiosidad he aprovechado que un señor entraba en el recinto vallado para pasar yo también al interior del mismo.

El recorrido inicial por la urbanización no me ha aportado grandes novedades si bien es cierto que el lugar destilaba un aire tranquilo y sosegado, un pelín castrense.


Cuando ya me dirigía a la salida me he llevado una sorpresa pues he reconocido a un señor que iba paseando un perrito Yorkshire. Era Michel, de casa Maño de Uncastillo. Él también me ha reconocido y ambos hemos estado departiendo un rato. Él poniéndome al corriente de su situación familiar (una hija tuvo la mala suerte de tomar una pastilla a la que era alérgica y sufrió graves consecuencias y su hermano Jesús que falleció hace ya dos años) y yo comentándole también mi actual situación profesional y el motivo de la visita a la urbanización.


Nos hemos despedido y yo he partido con una gran tristeza al conocer ambas noticias, tanto por su hija como por su hermano con el que, en tiempos, compartimos algunas aventuras.

De nuevo he cruzado el puente de la autovía y he vuelto hacia el centro del barrio. Ya se iba haciendo la hora de ir a misa pero no quería dejar de entrar en el restaurante San Gregorio para observar el ambiente en su interior.


Sólo señalaré que esta vez he tenido suerte y me he apropiado del Periódico de Aragón. He leído con avidez sus titulares mientras amarraba con fuerza el vasito del cortado para tratar de transmitir a mis manos el exceso de calor de la bebida y podérmelo tomar sin riesgo de quemarme el paladar.


Ya se me hacía tarde y, después de ir al baño me he dado prisa porque ya eran las 11:45 y la misa se encontraba muy adelantada.


Me he introducido subrepticiamente en el templo y rápidamente me he hecho composición del lugar: todos los fieles en la fila izquierda de la iglesia y la fila derecha totalmente vacía. He contado 24 asistentes de los cuales, 5 eran niños y el resto, como siempre personal de edad avanzada.


Iba un poco condicionado porque Michel me había comentado que creía que el cura era el mismo que apareció en los diarios por un tema de bodas de conveniencia entre inmigrantes y españoles y, quizás por eso, el mensaje que pretendía transmitir en el sermón no me ha parecido nada convincente tanto por el tono de la voz como por la muletilla "eeeeeeeee" que empleaba en demasiadas ocasiones, como no sabiendo como finalizar una frase y empezar la otra

Por otra parte, su aspecto tampoco era el usual del clero. Cura joven, pelo más bien largo y una tímida coleta recogida hacia atrás.



También como anécdota señalar que en el "podéis daros fraternalmente la paz" los niños han pasado por todos los bancos y, como si fuera una fiesta, iban dando la mano a toda la abuelería y personal asistente en general.

El final de la misa lo ha empleado el sacerdote para hacer numerosas observaciones sobre actividades en la parroquia y otras propias de la diócesis. La más interesante me ha parecido una convocatoria para limpiar la ermita de San Gregorio el próximo domingo a las 10 de la mañana con el fin de preparar todo para el mes de mayo que es cuando, parece, se realiza la romería. Yo, si puedo, este año no me la perderé.


Ha terminado la misa y hemos salido los fieles. Yo me he dirigido a la repostería "Cristo Rey" donde anteriormente había encargado una ración suplementaria de lacitos que estaban exquisitos y, de paso dejado la bolsa de plástico para que no me molestara en la misa. La señora, muy amable me ha devuelto la bolsa y ya me he encaminado hacia el fin-principio de línea para tomar el bus de regreso.


He tenido suerte pues nada más llegar a la parada ha aparecido el autobús. En un plis plas nos hemos presentado al final de Salvador Allende donde me he apeado y, posteriormente he realizado a pie el recorrido por Valle de Broto y Marqués de la Cadena.


Todavía me ha quedado tiempo para comprar "El País" y, cuando he llegado a casa, me he encontrado con que no había nadie de la familia nuclear. Estaba mi padre que me ha puesto al corriente que tanto Eva como Laura y Rosa Mari habían salido con el Pipo

Breve y animada charla con mi padre dado mi estado de euforia post-cortado. Enseguida han llegado las niñas y la madre que ya traían provisiones de una tienda de comida elaborada. Nuevo e interesante intercambio de ideas e impresiones y ya nos hemos puesto a comer.

Como siempre, parecía que volvía de una larga estancia en un remoto país y también con buena gana de comer. Así que me he servido un vaso de vino de Rioja y he devorado la menestra y el pollo asado. Una larga y plácida tarde se vislumbraba al acabar de comer: ver el telediario, leer el periódico y estar todos en familia. De nuevo la sencillez de las cosas cotidianas cobra una nueva dimensión cuando uno cree que ha cumplido con el deber.


El resto de fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/MuchasSorpresasEnSanGregorioBus29##

lunes, 1 de febrero de 2010

Sin noticias de los Tortos. Línea 28

La cuestión de la inexistencia de la línea 26 está todavía pendiente de resolución. Llamé a TUZSA pero el empleado que me atendió no resolvió mis dudas. Parece ser que la actual línea 27 era la anterior 26. Para indagar más sobre los motivos del cambio me remitió a la oficina del Caracol. Todavía no he podido cerrar este último capítulo.

Hoy me hacía una ilusión especial realizar el recorrido hasta Peñaflor. Además de visitar un barrio rural y disfrutar de un paisaje rural (siempre tan querido por mí) me vería con mi compañero de trabajo y amigo Basilio y juntos, recorreríamos el barrio deteniéndonos en los parajes más interesantes.

Así es que provisto de nuevo de provisiones, me he lanzado a la calle a las 10:03. Por no ser reiterativo, diré que de nuevo he realizado a pie el recorrido hasta el Paseo Pamplona caminando por la ribera del Ebro. Al igual que el domingo anterior, me han llamado la atención varios ejemplares de palomas torcaces (con más envergadura que las habituales de la plaza del Pilar) que reposaban tranquilamente en unos aylantos ubicados en un solar que da a Marqués de la Cadena.

El recorrido por la ribera no ha aportado impresiones especialmente relevantes. Eso sí. A mí el trayecto siempre me resulta agradable. Todo lo que sea pasear al lado de un río me parece ilusionante.

Sobre las 10:45 llegaba al comienzo de la línea 28 y le he preguntado a una señora pequeñota y regordeta a qué hora estaba prevista la llegada del bus. "Yo creo que estará aquí a las 11 menos cinco". Su pronóstico ha resultado acertado y una vez pagado el billete, el autobús ha arrancado. Eran las 11:03 de la mañana.

El recorrido en su parte urbana se ha ceñido al típico de los autobuses ciudadanos: mucho semáforo, mucha parada, mucho arranque y freno. Cuando hemos abandonado la Avenida de Cataluña y encaminado hacia Montañana, el bus ha iniciado un "trotecillo" que más adelante se ha convertido en "galopada" una vez pasada la factoría de La Montañanesa. Pienso que han disfrutado los dos: el conductor y el vehículo. No todos los autobuses urbanos tienen la dicha de viajar con velocidades largas durante tanto tiempo (he pensado).

Hemos llegado a Peñaflor a las 11:41. El viaje ha durado, por tanto, 38 minutos pero no se me ha hecho pesado en absoluto. La mañana estaba fría y las gentes del pueblo dormitaban o se guarecían en sus domicilios porque no se veía ni un alma por la calle.
Siguiendo las instrucciones de Basilio he buscado la calle que da directamente a la iglesia (la calle de la Cruz o de las cruces) y la he recorrido para comprobar si recordaba la imagen mental de la casa de mi compañero ya que la agenda la tenía "muerta" al no haber recargado la pila y por tanto no podía acceder al dato del nombre y número de la calle.

Todavía otra vuelta en sentido contrario por una calle paralela y, de paso, me he interesado por la hora de la misa, que como ya es habitual comenzaba a las 12:30.

Para hacer un poco de tiempo y seguir con el mismo ritual que en anteriores excursiones, me he metido en el único bar que ya había descubierto anteriormente en otra escapada a Peñaflor: el Bar La Carretera.

Un espeso humo de cigarrillos me ha envuelto nada más entrar al mismo tiempo que de un plumazo observaba: el suelo lleno de papeles y las mesas sin recoger, el bar sin pintar, tres chicas jóvenes con libros escolares hablando a gritos de sus cosas, un señor jugando sin parar en una tragaperras y dos camareras de aspecto latino añorando (creo yo) la calidez de su tierra y las maneras más afables y melosas de sus gentes.

De nuevo El Heraldo estaba prisionero de un señor que disfrutaba pasando página a cámara lenta y me asaltaban las dudas si un Periódico de Aragón que leía otro parroquiano era de su propiedad o de la casa. La cuestión la he resuelto calentando mis manos con la ardiente taza de té y bebiendo a sorbos la infusión mientras miraba distraidamente en la tele el "Canal latino".

He salido de "La Carretera" con la firme decisión de no volver y el empeño en buscar otro bar alternativo para cuando regrese en otra ocasión a Peñaflor y confiando en que el ponderado criterio de mi amigo Basilio me encaminaría hacia un establecimiento con más glamour en posteriores ocasiones.

De nuevo he tomado la calle de La Cruz y cuando he llegado a la casa que yo creía recordar era la de mi compañero, he tocado el timbre.

Me ha salido a recibir su señora que muy amablemente me ha invitado a pasar y, al instante ha bajado Basilio. Juntos hemos estado departiendo un ratillo ya que enseguida les he comunicado que debía cumplir con mi misión de asistir a misa al menos hasta que finalizara la homilía.

Traspasado el umbral de la puerta del templo me he encontrado con un recinto agradable y acogedor. Muy bien decorado, adornado con flores y pintado recientemente. El saborcillo mudéjar de la factura del templo destilaba también en su interior. Los angelotes y santos de los retrablos brillaban después de su restauración. Una cándida paz se respiraba entre los (aproximadamente) cincuenta aistentes a la liturgia. Como siempre, mayoría septagenarios y dos niños y dos niñas ayudando al sacerdote en su celebración.

El cura, desde mi puesto de observación casi al final del templo, se daba un aire a lo Javier Cámara. Su voz era firme y potente y todavía quedaba más resaltada con los cuatro altavoces alargados desplegados estratégicamente en la iglesia, alimentados por un amplificador con algún punto de más de volumen.

La misa se ha desarrollado como siempre. Las lecturas leídas por dos señores bastante piadosos (el primero leía mejor que el segundo) y el evangelio que hablaba de un supuesto cabreo de los judíos en la sinagoga de Nazareth con Jesús ya que al final se hablaba de la posibilidad de despeñarlo por un desfiladero por algunas expresiones o frases que ofendieron a sus conciudadanos. No recordaba este pasaje a pesar de mi extenso pasado como monaguillo en el pueblo.

En la homilía de nuevo se ha producido el "efecto puzzle", es decir, cómo encajar las piezas de las lecturas y acomodarlas a la situación actual. He sacado en limpio una especie de regañina del mosen con sus feligreses porque "al igual que le pasó a Jesús", al principio (el domingo) lo acogen pero luego, durante la semana, se olvidan de él. Conclusión: hay que ser más constantes en la fe y punto pelota.

Como ya viene siendo habitual, de nuevo me he preguntado qué les habrá quedado en claro a los asistentes del mensaje del cura. "Se podría aplicar un cuestionario de evaluación para ver qué contenidos de la homilía han integrado los fieles". De nuevo mi sesgo de profesional de la educación ha salido a relucir.

Aprovechando el cierto grado de confusión que generan los cambios de actividad en la liturgia (en este caso las ofrendas leídas por los niños) me he dirigido a la puerta de atrás y he salido del templo.

De nuevo he pasado por casa Basilio que también me ha presentado a su hija Estela y luego ambos nos hemos dado un garbeo por el pueblo deteniéndonos en los lugares más significados: El casino, otro bar en la Plaza de España, la tienda de los Tortos de Peñaflor (cerrada como todo, en domingo), el Centro Cívico, la panadería, las escuelas, el cuartel de la guardia civil, el balcon de los forasteros.... Todo ello departiendo amigablemente y tratando de muchas y variadas cuestiones.

Era ya la una y media y yo debía partir. Nos hemos despedido y enseguida ha llegado un nuevo 28 que con mucha celeridad me ha trasportado hasta las inmediaciones de la calle Pascuala Perié, ya en mi barrio.

He llegado a casa aterido de frío. La mañana estaba fresca pero en Peñaflor todavía se dejaba sentir más el fresco. Así es que me he colocado con la espalda pegada a un radiador y poco a poco el calorcillo se ha ido transfiriendo a mi cuerpo. Esa agradable sensación unida a las ganas de comer y que la comida ya estaba preparada me ha transportado a la dimensión de las cosas sencillas que se valoran más cuando careces de ellas.
Como siempre, el resto del reportaje fotográfico en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/SinNoticiasDeLosTortosLinea28##

lunes, 25 de enero de 2010

Ebro, rastro y tapas. Todo en el mismo pack. Línea 27

Queda pendiente averiguar la inexistencia de la línea 26. Si puedo, llamaré a TUZSA para interesarme por el asunto, pero el caso es que cuando entré en a web de TUZSA para ver el recorrido del bus de este domingo, descubrí que después de la línea 25 no viene la 26 sino la 27.

Misterios aparte, y una vez aclarada la línea que tenía que explorar, he procedido a seguir con el protocolo dominguero mañanero: levantarme sobre las 9:20 e inmediatamente salir de casa, en esta ocasión aprovisionado de dos naranjas y un plátano. En mi agenda electrónica he anotado diligentemente la hora de salida: las 9:28.

No me ha costado elegir el itinerario: Tenía que llegar hasta el comienzo de línea en la Puerta del Carmen y el día estaba bueno aunque algo fresquillo. Por tanto me he encaminado hacia el Paseo de la Ribera y ya se podían ver por los aledaños algunas señoras mayores que iban caminando. De las tres alturas "caminables" que tiene el paseo, he decidido ir por la de abajo, cercana al río pero no por la orilla que es la tercera opción y hoy estaba impracticable debido, de nuevo, al caudal.

Por el camino he tomado varias fotos de patos picoteando en las orillas. Me llaman muchísimo la atención esos patos voladores y no me canso de observar su peculiar estilo de vuelo cuando deciden alzarlo. El motivo de este asombro puede estar de nuevo en el pueblo, en Uncastillo ya que cuando era niño, los patos que había por el río eran incapaces de volar.

Imagino que los propietarios de las aves se aseguraban bien de la incapacidad para el vuelo de estas anátidas y así poderlos tener controlados. Bien, pues como digo, los patos voladores siguen causando en mí asombro y siempre busco la detenida observación de su vuelo. Son muy originales, tanto cuando alzan el vuelo como cuando se posan.

He pasado por debajo del Puente de Piedra y allí me he tomado una foto con el disparador automático ya que la perspectiva del río, el puente y el Pilar, me han parecido muy originales.

Al final de mi recorrido ribereño he llegado al Puente de Santiago y cruzando el río, he pasado a la orilla derecha del Ebro para seguir por el Mercado Central, cruzar Conde Aranda, continuar por César Augusto y llegar, finalmente a la Puerta del Carmen. Con cierta impaciencia he buscado en los postes el inicio de la línea 27, creyendo que el bus continuaría por el Paseo María Agustín. He caminado casi hasta El Pignatelli y luego, vover de nuevo a la parada que ya había localizado en la Puerta del Carmen. Eran las 10:27 El trayecto andando desde mi casa hasta allí me había costado una hora.

Tal como me pasó en la línea 25, el inicio de línea no estaba en esta parada inicial sino justo enfrente. Cuando lo he descubierto, he cruzado velozmente la calle y preguntándole al conductor si era el inicio de línea, he pasado al interior del bus.

El conductor, de rasgos ecuatorianos, leía un libro mientra hacía tiempo para la hora de salida del autobús. "Buena y rara idea entre conductores esta de aprovechar los tiempos muertos para leer un libro" -he pensado-. A las 10:30 el autobús ha arrancado con un solo viajero: yo mismo.

El viaje se ha desarrollado a gran velocidad pues no ha subido al bus ningún viajero hasta que hemos llegado a la Avenida de Navarra. Justo al lado del antiguo mercado de pescados, tres personas de avanzada edad han accedido al interior del vehículo y ya no ha habido más novedades en el apartado accensos y descensos.

Retomado el camino con renovada furia, el conductor del vehículo público competía consigo mismo para arribar con la máxima rapidez a su destino. Este evento ha ocurrido a las 10:50 y la tríada viajera, sin despedirnos, nos hemos apeado en el Parque Deportivo Ebro.

Hacía mucho tiempo que no pasaba por ahí y he tomado varias fotos de la entrada al antiguo "Parque Sindical" ahora gestionado por la GDA. Incluso le he preguntado al conserje cómo se podía conseguir el carnet de abonado de 10 entradas. Muy amablemente me ha indicado que pasando de lunes a viernes de 9 a 13 y de 16 a 20 horas por las oficinas, aportando el DNI y abonando 27 € en metálico "Porque no tenemos para cobrar con tarjetas".

Realizada esta gestión he continuado bordeando el Ebro por el vial peatonal habilitado con motivo de la Expo. El sol empezaba a aparecer y la mañana estaba resplandeciente. He tomado unas fotos de varias casas con parcelas que hay en las cercanías y también me han llamado la atención unos campos en los que se cultivan árboles de sombra, todos ellos muy bien alineados y acondicionados. Cuando llevaba un rato caminando dirección aguas arriba del río, he decidido dar media vuelta y retornar a la ciudad. En el regreso me he encontrado con los hermanos "¿?" (no recuerdo su apellido) que estudiaron conmigo en la Institución Virgen del Pilar. El hermano pequeño es el padre de Daniel, que iba con Laura al Colegio Inglés. La próxima vez que lo vea me interesaré por nombres y apellidos. Hemos departido un momento hablando de nuestra afición a pasear y de lo bien que nos sienta y después cada cual hemos continuado por nuestro camino.

He tomado unas fotos de la estación de elevación de aguas de La Almozara y continuando mi caminata he llegado cerca del aparcamiento de la Expo donde los miembros de distintas cofradías ya estaban afinando sus trompetas y sincronizando sus tambores y bombos, todo ello de cara a la próxima Semana Santa. Nueva toma de fotos y también de dos vídeos para probar su inserción en este blog y continuando mi camino he llegado hasta el rastro donde cientos de tenderetes ofrecían a los posibles compradores una gran variedad de artículos, todos ellos a precios sin competencia.

El bullicio y la agitación de vendedores y compradores me ha traído a la mente un sinfín de reflexiones: Que si el estrato social de los que vienen al rastro, que si el origen de los dueños de los tenderetes, la presencia de muchos gitanos y musulmanes y su vinculación con el comercio, la pobre cualificación y formación de la gran mayoría... etc.

He pasado de soslayo por el rastro porque tenía mi misión bien trazada: buscar una iglesia y averiguar la hora de comienzo de la misa. He cruzado la avenida prolongación del puente del milenio y continuado por la Avenida de Pablo Gargallo, por el lado derecho, he aprovechado para "fichar" varios bares de tapas que tenían buena pinta.

Finalmente he llegado a la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario y allí he confirmado que la misa era a las 12:30 horas. Disponía de 1/2 hora para tomarme algo en uno de los bares que había detectado con anterioridad. He entrado en el "Musical Milenium" que estaba abarrotado de gente. Dada mi tradicional impaciencia, al ver que las dos jóvenes y llamativas camareras no me atendían con rapidez, he salido y me he dirigido a otro bar que había cerca. Allí me he tomado un té con limón y una tapa de chipirón con calabaza frita que he ha sabido a gloria. La media hora de observaciones en el bar no ha dado para mucho: señores de mediana edad tapeando, otro más joven agarrado al Heraldo, una pareja de sesentones (bajitos los dos) pero con muy buen apetito, porque en un plisplás se han ventilado la bebida y dos tapas, una pareja multirracial, ella seguramente cubana, de buen ver y divertida por la novedad del tapeo, etc.

He pagado y salido del bar y me he encaminado a la iglesia de Nuestra Señora del Rosario para valorar la misa. Un pobre de aspecto desgarbado y abundante melena sin peinar custodiaba la entrada a la iglesia. Humildemente se ha hecho para un lado cuando yo entraba sin pedirme nada ni molestarme.

El templo se encontraba lleno a rebosar. El ayudante del sacerdote ensayaba cánticos litúrgicos con los fieles (veo que esta práctica es habitual en algunas iglesias) y como los bancos estaban todos ocupados he tomado una silla plegable y, siguiendo el ejemplo de un señor que había hecho lo mismo, me he sentado piadosamente esperando que empezara la misa.

Mientras tanto he contado, aproximadamente, el número de fieles. La cuenta me salía así: dos hileras de unas 14 filas de bancos a 5 feligreses de media por cada banco, total 120. Sumando los que estaban en los laterales, yo calculo que estaríamos unas 160 personas. El número es significativamente mayor que lo que vengo observando en otras salidas.

La media de edad de unos 70 años. No he visto ningún joven. Algún niño entremezclado con sus padres o sus abuelos, se dejaba ver entre los bancos.

También me ha quedado tiempo para observar los desconchones en el techo y las paredes. Al igual que a la iglesia de Valdefierro, a ésta también le hace falta una buena capa de pintura.

El cura que oficiaba la misa, era joven (sobretodo si lo comparamos con la edad de los fieles). Yo calculo estaría por los treintaitantos. Con barba y cierto entusiasmo en los rezos. Me han llamado mucho la atención las lecturas: una de Neremías (¿?) y otra, un tanto alambicada, insistía en la necesidad de disponer de todas las partes del cuerpo humano ya que, por extensión, también en la iglesia se necesitan todos sus miembros. Luego, en la homilía, como ya viene siendo habitual, el sacerdote ha compuesto su disertación con retajos de aquí y allá extraídos de las lecturas y del evangelio. El problema de estas homilías (para mi gusto) es que el grado de abstracción es bastante elevado para el ordinario nivel de preocupaciones de los asistentes. Después de escuchar durante 10 minutos al mosen, reconozco que no he podido sacar mucho en limpio.

La lejanía al altar me ha impedido realizar más observaciones. Ya había escuchado lo que quería y deseaba salir. Lo he hecho acompañado de una señora a la que le habían llamado por teléfono y caminaba con el móvil pegado a la oreja.

Como ya estaba entrenado en caminar, he continuado andando por la Avda Pablo Gargallo hasta el puente de La Almozara. Lo he cruzado y observado las ranas de bronce pegadas al pasamanos del puente. Posteriormente he girado a la altura de la CREA y me he dirigido al Puente de Santiago para, posteriormente, retornando de nuevo por la ribera llegar hasta mi casa.

El ejercicio físico seguro que me ha hecho liberar endorfinas porque ya cuando iba llegando al barrio la Jota, un montón de ideas y de iniciativas se me agolpaban en la mente: Reactivar Rutaviva, unificar los blogs, hablar inglés con nativos aprovechando internet, ideas de mejora con alumnos que tienen dificultades de aprendizaje, profundizar más en el ámbito del desarrollo personal, etc.

Al entrar a la urbanización, una vecina me aguantaba la puerta para que pudiera pasar. Se lo he agradecido y he pasado al interior. Luego, en casa, Rosa Mary ya tenía la comida casi lista y sólo he tenido que ir a por el pan y la sal. Este encargo (he pensado) es como la vida misma. Estas movidas que me monto y otras iniciativas que tengo en mente son el pan y la sal que acompañan y aderezan el menú de cada día.
Todas las fotos en el enlace: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea27##

lunes, 18 de enero de 2010

Veloz viaje a La Cartuja. Línea 25
















El primer intento de salida por la mañana ha resultado frustrado. Después de tomarme el "desayuno" de un plátano y tomar las "provisiones" de dos naranjas para comérmelas por el camino, ya casi cerca del Paseo de la Ribera me he dado cuenta de que no me había cogido el monedero ni tampoco el reloj. Sin reloj puedo pasar (he pensado) pero sin el bonobús y sin dinero no voy a poder viajar.

He regresado a casa y tomado ambos objetos. He salido de nuevo pero ha sido necesario pasar por la papelería "El tronco" en la calle Pascuala Perié para recargar el bonobús. Consecuentemente también he variado el recorrido inicial y me he encaminado por la Avenida Puente del Pilar, pasando por el Puente de Hierro.

La vista del Ebro con su caudal muy crecido nunca me deja indiferente y esta vez no ha sido para menos. Los patos se han tenido que refugiar en las nuevas orillas trazadas por el río tras la crecida. La vista de algunas vainas de algarrobo flotando en el agua me han traído a la mente la idea de la propagación de algunas plantas gracias al arrastre de sus semillas aguas abajo.

He continuado mi camino por Echegaray y Caballero, para luego subir por Cesar Augusto, cruzar Conde Aranda, pasar por el Hotel Palafox (donde por cierto, he observado que, a su lado, han ubicado el casino de Zaragoza), calle Bilbao y finalmente Paseo Pamplona. Ayer confirmé en Internet que el final-comienzo de línea estaba ubicado en esta calle y, viendo ya la parada, me he dispuesto a esperar el autobús muy cerca de la Puerta del Carmen.

He tomado varias fotos de la parada con mi nuevo móvil con el que estoy más contento que un niño (de los de antes) con unas castañuelas. He aprovechado la espera para tantear un poco las funciones del innovador aparato y, cuando finalmente ha llegado el bus, el conductor me ha comunicado muy amablemente que la parada para ir en dirección a la Cartuja estaba en esa misma calle, pero enfrente. "Pues si que estoy hoy inspirado" -he pensado- así que he cruzado el Paseo Pamplona y me he dispuesto a esperar el bus en la dirección correcta.

No ha tardado mucho en llegar y junto a otras dos personas he accedido al interior del vehículo. Entonces eran las 11 de la mañana.

El bus ha partido como una exalación y, casi sin darme cuenta, ya me encontraba en la Carretera Castellón. Recordemos que La Cartuja es un barrio rural de Zaragoza que se encuentra a unos 5 kilómetros del centro de la ciudad.

Sólo el elevado volumen de voz y las risotadas de una joven que iba hablando constantemente por el móvil han alterado en algún momento mi concentración en el recorrido del autobús, de tal manera que al llegar al pueblo estaba deseando bajarme para recuperar de nuevo el silencio y el sosiego. Entonces eran las 11:16. He invertido, por tanto, un cuarto de hora, más o menos para realizar el recorrido.

He deambulado por las calles del barrio y no se veía mucha gente transitar. La vista de la torre de la iglesia me ha servido de referencia para intentar aclarar cuanto antes la hora de comienzo de la misa, pero los trámites han tenido que alargarse al constatar que se están realizando trabajos de restauración de la iglesia y que el templo estaba cerrado.

Caminando de nuevo por las desiertas calles, he pasado por varios emplazamientos que recuerdan al visitante que allí estuvo emplazado el monasterio de la Inmaculada Concepción durante los siglos XVII y XVIII hasta que en 1835-36 se produjo el abandono del mismo por parte de los monjes debido a la desamortizacion de Mendizábal. El claustro del monasterio, con sus 36 celdas, fue en aquella época el más grande de España.

Iba yo caminando por una hilera de arcadas sólo visibles en su arranque cuando he avistado a una señora que caminaba con su (creo) nieta. Le he preguntado dónde se celebraba la misa y con mucha precisión me ha indicado que él evento tendría lugar o bien en el pabellón (cuya entrada estaba salpicada de latas y botellas de cerveza y todo tipo de residuos de un supuesto botellón de la noche anterior) o bien en la capilla. "Yo creo que será en la capilla" le he sugerido. No creo que en las condiciones que se encuentra el pabellón vayan a celebrar la misa allí.

"Pues entonces vaya por la Avenida de los Plátanos y casi enfrente del bar Atalaya se encuentra la capilla"

Allí me he dirigido y he constatado que la misa comenzaba a las 12:30. Como eran las 11:35, todavía disponía casi de una hora para hacer lo que quisiera.

Desde el final de la Avenida de los Platanos se veían los campos de alfalfa y el Ebro en lontananza. He recordado otras ocasiones en las que pasé por allí y he decidido encaminarme hasta el "Puente salchicha" construído con motivo de la Expo para pasar desde La Cartuja hacia Pastriz. En mi recorrido hasta el puente he podido observar dos garzas blancas y un grupo de cigüeñas que picoteaban de aquí para allá en los campos.

He llegado hasta el puente salchicha y he tomado varias fotos pues el caudal de agua todavía era más impresionante en ese punto. También me ha llamado la atención el sonido amenazante del agua embravecida al pasar por el puente. Ha sido un paseo muy agradable de una media hora entre la ida y la vuelta. Al retornar de nuevo al pueblo me iba debatiendo entre tomarme un café con leche (que era lo que me pedía el cuerpo) o un te con limón (eso era lo que me decía la lógica digestiva mañanera). He repasado mentalmente los argumentos que me sugerían tomar una u otra decisión y al final, la opción del café con leche y el donut ha salido victoriosa. La argumentación ha sido muy elemental: ¿por qué privarme de algo que me apetece?. Un segundo argumento consolidaba el primero al afirmar: -Me lo merezco, después de la caminata que me he dado-

Al pasar al interior del bar "La Atalaya" lo que más me ha llamado la atención han sido las banderillas tan buenas dispuestas estratégicamente en el mostrador. Sin embargo, fiel a mi decisión anterior, he pedido lo que había acordado conmigo mismo. El dónut no ha podido ser porque no tenían pero a cambio he solicitado a la camarera que me pusiera dos churros de un montón que parecía tener buena pinta.

Por no extenderme demasiado diré que la camarera no destacaba por su especial amabilidad pero tampoco era antipática. Una señora muy metida en su rol que con bastante celeridad iba sirviendo lo que los clientes demandaban.

Para hacer tiempo me he entretenido atacando tres frentes al mismo tiempo: en la tele ubicada frente a mi ponían un interesante documental sobre una isla del Pacífico y la abundancia de marisco en sus aguas, en la pantalla trasera, un documental de la sexta sobre la construcción de un edificio en Shangai y, finalmente (y ya es una constante en mis visitas a los bares), una mamá joven leyendo El Heraldo y dejándome con la incertidumbre de averiguar si era suyo o del bar. El misterio no lo he podido resolver porque ya quedaban pocos minutos para empezar la misa; así que he pagado y he salido con la resolución de entrar en la capilla.

No más de 35 personas estaban ya sentadas en los bancos y un señor nos ha sugerido que mientras llegaba el sacerdote (que venía de oficiar misa en Valmadrid) fuéramos entonando cánticos litúrgicos apoyados en una libreta plastificada con sus páginas numeradas. He repasado con el improvisado coro varios cánticos de nueva redacción y, finalmente un sonriente y joven sacerdote ha llegado para celebrar la eucaristía.

Además de su juvenil sonrisa, me ha llamado la atención su peculiar gesticulación a lo Mister Bean y el entusiasmo y alto volumen de su voz al dirigirse a los fieles. Esta observación me ha llevado a la reflexión de que al igual que en otras empresas, en la iglesia católica no estaría de más seleccionar al nuevo clero en función de su preparación teológica pero también de sus aptitudes y rasgos de personalidad.

El sacerdote ha oficiado la misa cual de una representación teatral se tratara. Para mi gusto con mucho acierto y convicción y con un lenguaje sencillo que, creo, llegaba a los fieles y, especialmente a un grupito de 10 u 11 niños sentados en los bancos delanteros. Tenía curiosidad por ver su desempeño en la homilía y debo decir que, en líneas generales ha superado el reto con amplitud aunque en la parte final del sermón el mensaje ha quedado un poco desdibujado, bien es cierto que combinar la tragedia de Haití con el milagro de la bodas de Canaan y con que todo ello es obra de Dios ha requerido de un notable retorcimiento argumental para poder encajar las piezas de tan complicado puzzle.

Cada cura tiene su personalidad y sus maneras de actuar y, en este caso, es la primera vez que veo escenificar la conversión del agua en vino llenando el mosen unos vasitos con agua de Lunares. Si además el resultado final hubiera sido un tintado del agua (aunque hubiera tenido que echar mano de algún truquillo casero), el triunfo del joven cura hubiera sido apoteósico. Pero el milagro no se ha producido y, ya desarrollado el nudo de la homilía, he decidido salir pitando para tomar el bus de vuelta ya que se me hacía un poco tarde.

Para evitar confusiones con el inicio y el final de parada, he preguntado a unos señores que me han indicado dónde se ubicaba el verdadero comienzo de la línea dirección Zaragoza.

El bus no ha tardado mucho en llegar. De nuevo he tomado un asiento preferente al ser de los primeros en subir y dado el escaso número de viajeros. Al llegar a la Avenida de las Torres me he apeado y he tomado el circular 2 que me ha llevado de vuelta a casa.

Al apearme del bus una vez pasado el Puente de la Unión, de nuevo tenía la impresión de regresar de un largo viaje que había durado varios días. Reitero de nuevo que salir de la rutina diaria y explorar nuevas posibilidades de ocio conlleva entrar en otra dimensión temporal. Mi mente estaba relajada, mis pensamientos discurrían por itinerarios positivos y ya tenía ganas de comer. "Esta tarde leeré El País y luego escribiré en el blog". La vida recuperaba un agradable tono de normalidad. Yo estaba contento. ¿Qué más puedo pedir?

domingo, 10 de enero de 2010

Valdefierro: un universo en sus calles. Línea 24











No he dormido muy bien esta noche. El bocadillo de avestruz que me tomé en "La Orkídea Negra" en compañía de RM y los Planas me ha hecho dar vueltas y más vueltas en la cama. Me pregunto cómo me habría sentado el bocadillo de ñú, el de cebra o el de antílope. La idea del negocio es buena y exótica. El local está muy bien decorado y la música cuidada pero ya que se ponen en plan creativo creo que tendrían que cuidar más el pan y las salsas.

A pesar de ello, siguiendo el "principio de normalización" he saltado de la cama sobre las 9:20, me he tomado por desayuno un plátano y una manzana; me he pertrechado de dos mandarinas para el camino y a las 9:35 salía de casa dispuesto a realizar un recorrido que a mí me parecía más exótico que los anteriores.

Me he encaminado por el Parque de Oriente hacia el azud del Ebro y una vez lo he cruzado, me he dirigido hacia el principio de la línea 24 situada en Echegaray y Caballero. Por el camino me he encontrado con bastantes viandantes y me ha llamado la atención un matrimonio bastante mayor, bajitos los dos que muy voluntariosamente caminaban con paso vivo por el parque. Este pensamiento lo he enlazado con la variedad de conductas del ser humano, siendo una de ellas la de desafiar el mal tiempo y practicar ejercicio físico que se supone que es bueno y saludable.

Al cruzar el azud prácticamente ya se veía el bus 24 esperando en su parada. He dudado si correr para tomarlo cuanto antes o bien hacer unas fotos del inicio de la parada. Al final he optado por las fotos y esa pequeña inversión de tiempo ha supuesto que perdiera ese bus. Me he cerciorado en el panel informativo que el siguiente pasaría entre los 9 y los 11 minutos, así que he decidido dar un paseo por el barrio de Las Fuentes y "supervisar" las obras de un aparcamiento que están construyendo al final de la calle Salvador Minguijón en su confluencia con Echegaray y Caballero.

Finalmente he tomado el bus 24 al comienzo de línea y, como siempre, pocas personas y todas ellas más bien mujeres mayores y algunas inmigrantes ocupaban o han ido ocupando el bus en sus primeras paradas.

El autobús era de una sola pieza (no era articulado) y por un momento he pensado tomar algunas fotos exteriores del recorrido pero la suciedad de las ventanas me ha hecho desistir de la iniciativa.

He tomado el bus a las 9:53 pero se me ha olvidado controlar la hora de llegada a Valdefierro. Aún así, me ha dado la impresión de que esta línea realiza un recorrido muy largo hasta llegar a su destino en la calle Tulipán. Es curioso pero este nombre me ha recordado más a la flor que a la margarina que con tanto empeño publicitario nos vendían en mis años de juventud.

La parada está cercana a un parquecillo en el que ya muchos señores mayores jubilados comenzaban a ocupar aprovechando el abrigo y los primeros rayos de sol matutinos.

Como siempre, enseguida he preguntado a un señor por la iglesia y muy amablemente he ha indicado dónde se ubicaba. Con esa información en el bolsillo ya podía dedicarme con tranquilidad a visitar el barrio.

Inicialmente me he encaminado hacia el edificio eclesial y una vez localizada la torre he merodeado por los alrededores para encontrar la entrada al templo. Como no estaba claro por dónde se entraba, he decidido continuar mi periplo por el barrio y me he encaminado hacia la urbanización "Torre Pajaritos" en la que vive mi ex-compañera de Compensatoria Montse Salinas y su familia.

He dado un rodeo por la urbanización y he tomado algunas fotos. Se trata de una urbanización "cerrada" con una puerta que se abre desde los vehículos que entran y salen y también se puede acceder a través de una puerta para peatones llamando a la casa a la que vas.

Me agradaba también el silencio que se respiraba en el ambiente. Esta sensación me ha conducido a pensar si es mejor vivir en urbanizaciones tranquilas y sin ruido (pero apartadas del centro de la ciudad) o mejor en un entorno más céntrico y con más movimiento comercial.

A mí que siempre me ha gustado la tranquilidad, la primera opción es la que siempre me ha llamado la atención, pero actualmente reconozco que la compañía y el estímulo social, el hecho de rodearte de establecimientos y negocios que están vivos y en los que la gente entra y sale, creo que resulta también muy gratificante.

He llegado hasta el Canal Imperial a su paso por Valdefierro y he recorrido unas obras de acondicionamiento y canalización de aguas que, supongo son el preámbulo del posible enlace atravesando el canal del barrio de Valdefierro con el de Montecanal.

He retornado a la iglesia con la intención de averiguar la entrada a la misma y como me he encontrado con la puerta cerrada y sin ninguna información sobre las misas, me he dirigido a un edificio anexo en el que ponía Cáritas con la idea de averiguar a qué hora empezaba la misa.

Me ha atendido un señor y me ha indicado que creía que la misa era a las 12 (en ese momento serían las 11:05). "En todo caso, pregunte arriba que están ensayando unos jóvenes con las guitarras". He subido y preguntado y, muy amablemente, me han confirmado que la misa empezaba a las 12.

Tenía un poco de frío y me apetecía tomar algo, así que he recorrido 3 bares-cafeterías que no me han resultado precisamente acogedores. Todos tenían un denominador común: el humo que generaba un ambiente espeso y sin ningún encanto. Finalmente he encontrado el bar Stylo en la Calle Federico Ozanan y allí he entrado.

La camarera tenía un aire entre místico y displicente. Rondaría los 40 y con buen tipo. Me ha servido el café con leche y el croissant y ambas cosas me las he tomado mientras con el rabillo del ojo espiaba a un señor que leía el Heraldo para ver si me hacía con él. Anteriormente ya le había preguntado a un joven que tenía en su mesa otro Heraldo pero sin más contemplaciones me ha comunicado que era suyo, no del bar.

Tanto el croissant como el café con leche me han sabido buenísimos, pero como todavía eran las 11:35 he decidido salir y dar otro garbeo por las calles del barrio. Ya había observado que varias calles tenían nombre de planetas o de constelaciones y esta información la he completado y ampliado en mi nuevo recorrido.

Debo decir que yo que soy tan aficionado a la astronomía me he dado cuenta que tendré que memorizar algunos parámetros de los objetos estelares que tanto me apasionan. Por ejemplo, recuerdo que intenté memorizar el diámetro de la tierra y el de los planetas del sistema solar pero ahora no los recuerdo. Tampoco sé mucho sobre el antiguo zodíaco y las constelaciones aunque, como digo me apasionan los últimos descubrimientos sobre planetas extrasolares (ya tenemos localizados 404), génesis estelar, agujeros negros, enanas marrones, estrellas de neutrones, sondas espaciales, etc.

Así es que me he dedicado a fotografiar las placas de las calles que hacen alusión a algún astro o constelación. Recuerdo haber fotografiado la calle Antares, Boyero, Marte, Pléyades y muchas más que me han interesado y guardo en Picasa.

Ya se hacían las 12 y he retornado a la iglesia. Efectivamente, las puertas de la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes estaban abiertas y todo preparado para iniciar la celebración.

El ambiente que se respiraba era de animada agitación. Mucha variedad en la edad de los fieles y templo ocupado en unas 3/4 partes de su capacidad. Yo he contabilizado, así por encima, unos 100 asistentes a la misa.

He tomado una revista parroquial y otra de la diócesis y he ocupado mi puesto en un banco. De todas las misas a las que he asistido hasta ahora, esta me ha parecido la más original. Los oficiantes (un cura joven que alargaba las "eses" y su ayudante, un cura más mayor de aspecto oriental) constituían un dúo bastante exótico. A la derecha un coro de jóvenes entonaba canciones religiosas acompañados de las guitarras y otros instrumentos que no sé denominar y como complemento, a la izquierda una gran pantalla ubicada a media altura, con marco de aluminio y estética de los años 70, mostraba las letras de los distintos cánticos litúrgicos. La idea me ha parecido muy original y, además, se podía leer desde todos los ángulos del templo.

He musitado alguno de los cánticos apoyado en el singular recurso audiovisual al mismo tiempo que pensaba en la necesidad urgente de renovación de la iglesia católica si quiere mantener su clientela. ¿Por qué no aprovechar la estructura y las dimensiones de las iglesias para ofrecer a los fieles algún complemento divino audiovisual? Probablemente muchos niños y jóvenes encontrarían más accesible y comprensible el mensaje pastoral mediante un lenguaje icónico al que están más acostumbrados que a través del consabido sermón dominical del cual (estoy seguro) desconectan con rapidez.

Estaba yo inmerso en estos pensamientos cuando se ha obrado el prodigio: un ayudante del sacerdote ha proyectado en pantalla el escritorio de Windows y a continuación ha pulsado el botón de iniciar de un vídeo de Youtube extraido a su vez de ETB. La voz amplificada del vídeo también se escuchaba (no con mucha claridad) en el interior de la iglesia.

El vídeo duraba unos dos minutos y en él se mostraba un pasaje de una comedia en la que el hijo de unos padres ateos les dice que él es católico (para desesperación de sus progenitores). Después de mucho insistir el hijo en las bondades de su elección, sale otro hermano de su habitación con un libro en la mano, que resulta que es el corán para comunicarles a sus padres que él (el segundo hermano) ha decidido ser musulmán. Aquí la desesperación de los padres alcanza su cénit y con el aditamento de unas risas de fondo, el vídeo ha terminado.

He esperado hasta la homilía para ver cómo se desempeñaba el sacerdote de las "esessssss" finales y me ha decepcionado el hecho de que la leyera. Ha hecho alguna alusión al vídeo pero enseguida ha entrado en materia con el tema del bautismo de Jesús y por extensión el bautismo en general.

Por mucho que he intentado seguir el hilo de la argumentación, no he sacado nada en claro. No quiero ser soberbio, pero si yo no me enterado mucho, imagino que el resto de los fieles no han captado mucho más.

Terminada la homilía, he decidido abandonar el templo y desplazarme caminando hasta la parada del 24. El viaje de regreso ha sido muy rápido. En la Avenida de Madrid he hecho el trasbordo a la línea 21 que va hasta el Paseo de Longares y, luego, en el Coso Bajo, de nuevo he mudado de vehículo y he tomado el 32 hasta la calle Pascuala Perié.

De vuelta a casa, todavía me ha quedado tiempo de hacer unas fotos a la Academia Barandal y al letrero de la empresa de extraescolares Activalia. Fueron el 2º y 3º negocios respectivamente que montamos hace ya unos años y que, después de venderlos, todavía siguen funcionando.

Al entrar en casa he agradecido el calorcillo de la calefacción. Rosa Mary ya estaba preparando la comida y las niñas y los abuelos con sus ocupaciones respectivas. "Todo en orden" he pensado. Parecía que volvía de otro universo y como en anteriores ocasiones las tres horas-tres horas y media de la salida se me han antojado casi como tres días.

domingo, 3 de enero de 2010

Línea 23











Como siempre, he salido de casa con la ilusión de descubrir aspectos nuevos de los sitios que voy a visitar. Eran las 9:18 de la mañana y ya me había pertrechado de dos naranjas y un bombón tipo Ferrero Roché para írmelos comiendo por el camino, al estilo del pueblo. Debo decir que me produce un placer muy agradable ir pelando las naranjas y comiéndomelas al mismo tiempo que camino. Y eso es lo que he hecho.

Para tomar el bus en el comienzo de línea tenía que trasladarme hasta "Cala Verde" en el Barrio de La Paz y ayer, sábado ya planeé cómo iba a hacerlo: a pie por el tercer cinturón, recordando recorridos que antaño había hecho en bicicleta.
He salido de casa por la puerta de Miguel Asso y me he encaminado hacia el Parque de Oriente. Al pasar por los bloque de Heliópolis he visto una "milaneta" (así les llamábamos en el pueblo) sobrevolando los edificios y me ha recordado aquella ocasión (también en domingo), siendo yo un mozalbete en la que intentaba cazar con mi escopeta de perdigón "grallas" en el castillo de Uncastillo y al ver una milaneta en la torre cuadrada, hice la promesa de confesarme y comulgar si de un disparo cobraba esa pieza. Efectivamente, la mano divina hizo que afinara mi puntería y el pobre bicho cayó abatido para mi asombro y regocijo. Pensándo lo retrospectivamente quiero pedir perdón al gremio de las milanetas ya que ahora veo que aquello fue una salvajada y probablemente por mi culpa se deshizo una familia milanetera. Debo decir también que, agradecido por la ayuda de los cielos, creo recordar que, efectivamente, me confesé y comulgué en la iglesia de San Martín, aunque no puedo asegurar que fuera aquel domingo en el que muy ufano volví a mi casa para mostrarle a mis padres el trofeo cobrado.

He continuado mi andadura pasando por el colegio "Don Bosco" y encaminándome hacia el tercer cinturón. A la altura del puente de Manuel Giménez Abad he podido observar los nuevos campos de fútbol que ha construido el ayuntamiento en Vadorrey, con césped artificial que está siempre verde. He pensado que esta iniciativa del equipo municipal me parece muy apropiada ya que es una fórmula relativamente sencilla de que los jóvenes hagan deporte y se entretengan los días festivos. Cruzando el Ebro he podido observar el importante caudal del río y también he disfrutado de una vista magnífica del río con el Pilar al fondo. En una orilla de la margen izquierda se encontraba un señor pescando o intentando pescar. Esto ha llevado mis pensamientos a mi época de pescador en el pueblo y las "razzias" que hacíamos con los amigos en el río pescando barbos a mano. Pero, dejemos esos pensamientos para otras ocasiones y continuemos con el viaje.
Continuando mi recorrido por la acera derecha del tercer cinturón o Ronda Hispanidad, he pasado por el barrio de Las Fuentes y he observado el muro de protección acústica que, en su momento se construyó para proteger las viviendas cercanas a la vía rodada. He hecho varias fotos que luego voy a integrar en estos comentarios.
Finalmente he llegado al antiguo cauce del canal Imperial a la altura del Barrio de La Paz y también del nuevo tramo construido para proteger al menos un trocito de la obra de Pignatelli del siglo XVIII. Recordemos que el bocal del canal se sitúa en Fontellas (Navarra) y que toma sus aguas del Ebro. Es un lugar en el que ya estuve con Rosa Mary en una de nuestras caminatas por el Ebro.

He llegado al comienzo de la línea 23 en la calle Alhama de Aragón y ya eran las 10:18, por tanto he invertido una hora, caminando para llegar desde mi casa al comienzo de línea.

No puedo dejar de reseñar el cúmulo de pensamientos y emociones que se agolpaban en mi mente al pasar por el sitio donde hace unos años se ubicaba La Quinta Julieta, lugar en el que vivían muchos gitanos que se dedicaban a la "rebusca" de basura y en el que estuve trabajando durante tres años en un equipo de Educación Compensatoria dedicado a integrar los alumnos gitanos en los colegios del barrio. Fue una experiencia intensa de la que aprendí muchas cosas que ahora no vienen al caso. Pues bien, todo eso ha desaparecido y ahora recuerdo que mi amigo Rafael Idoipe hizo una fotos que seguro que guardará y que, desde luego ahora mismo constituyen un documento histórico de las condiciones en las que vivían los gitanos del poblado en aquella época. Estoy hablando de los años 1984, 85 y 86.

Como digo, a las 10:18 he tomado el bus 23. En el comienzo de línea iba yo solo en el autobús. Se trataba de un bus moderno y articulado. Al circular por las callejuelas del barrio he comprendido que sólo con esa articulación se pueden realizar los atrevidos giros y circular con cierta agilidad dada la estrechez de las vías.

Ya había tomado este bus anteriormente (cuando realicé el recorrido de la línea 20) hasta la Plaza de España, pero el resto del itinerario era desconocido para mí.

He ido observando la gente que subía y se apeaba en el bus: una madre y una hija (supongo que marroquíes) que iban sin velo y esta visión la he enlazado con la gran diferencia en el estilo de vida entre las culturas cristianas y las musulmanas. He pensado también si estas señoras no sufrirán algún tipo de presión social de sus coetáneos por el hecho de no ir cubiertas.

También han subido en el bus una pareja de ecuatorianos. Tanto él como ella con una abundante cabellera. El talante de ambos y más el del varón se me antojaba que se parecía, en cierta manera al de los caciques incas, más que nada por la expresión altiva de su rostro.

El viaje en el bus ha terminado a las 10:51. He invertido, por tanto, 33´en realizar el trayecto, que ya digo que me ha resultado cómodo.

El final de línea se ubica (los días festivos) en María Zambrano, al lado de la calle Pablo Iglesias. He decidido recorrer esa calle peatonal y como tenía un poco de frío y quería disfrutar también de un poco de ocio del barrio, me he metido en el café World Press cuya fachada y ambientación temática me ha parecido muy peculiar.

Ha sido todo un acierto. La camarera, supersimpática me ha dado los buenos días y sonriente me ha preguntado lo que deseaba. Un café con leche y un croissant, le he dicho. ¿A la placha o normal? me ha preguntado. Suponiendo que el "a la plancha" me iba a costar más caro y dada mi natural tendencia a "excusar" le he pedido un croissant normal.
He disfrutado saboreando el café con leche y el croissant mientras a mi lado un grupo de señoras vociferantes repasaban vida y milagros de no se sabe qué otras personas.

He pagado con mucho gusto a la camarera simpática que de nuevo me ha dirigido unas palabras agradables. No recuerdo con precisión, pero ha sido algo así como "que tenga buen día" que me ha hecho sentir bien.
Con anterioridad a la entrada a la cafetería ya había preguntado a un señor muy conciso por la ubicación de la iglesia del barrio y con breve expresión me había indicado que se situaba "detrás de esas casas blancas". Hacia allí me he encaminado y para mi sorpresa, al lado de la iglesia se encuentran el Colegio Hermanos Marx y el Instituto Tiempos Modernos. En el colegio trabaja Maite Arilla (me lo comentó en el viaje en AVE en el que coincidimos recientemente para ir a un funeral) y en el IES mi amigo Juan Antonio Planas, de orientador.

He llegado al edificio eclesiástico en el que se ubica la parroquia de San Andrés apóstol y ya he observado que la misa comenzaba a las 11. Aunque eran las 11:14 he pasado al interior del templo.

El panorama era muy distinto del domingo anterior. La iglesia moderna y amplia. El sacerdote calculo que rondaría los 45 años. Joven y con una poblada barba negra como el azabache. La media de edad de los feligreses la situaría en unos 65-70 años. Sólo he visto a dos jóvenes entre los, aproximadamente 76 asistentes que he contabilizado.

La misa se ha oficiado a velocidad de crucero. Ante mí iban desfilando cánticos y oraciones y, entre otras cosas me ha sorprendido que al iniciar el rezo del Padrenuestro un grupito que se situaba delante, cerca del altar, se ha cogido de la mano formando una pequeña cadena. Al acabar la oración la cadeneta se ha deshecho y la cosa ha seguido como siempre.

También me ha llamado la atención una señora que era la encargada de indicar al auditorio el cántico que se iba a iniciar. También ella iba un poco "a reacción" pues cantaba muy deprisa y creo que al resto del público no le daba tiempo para leer, entonar y seguir el acelerado curso del eclesial salmo.

El joven cura se ha ventilado la misa en media hora. No ha habido homilía y sólo al final, antes del "podéis ir en paz" se ha dirigido a los feligreses para recordarles que el próximo domingo habrá un "café tertulia" sobre un tema del que no me he enterado muy bien. También ha recordado que el día 6 es del día de reyes y que si nos habíamos portado bien, nos traerían regalos. Este piadoso e inocente comentario también me ha llamado la atención teniendo en cuenta la edad del público asistente.

He salido de la iglesia y he retornado de nuevo caminando hacia mi casa por las tranquilas y silenciosas calles peatonales del ACTUR.

Al pasar por un parque que hay en Valle de Broto, enfrente de Kasán, he tomado una foto indicadora de la falta de civismo de algunos elementos de esta ciudad. Finalmente, a las 12:18 retornaba de nuevo a mi domicilio, agradeciendo el calorcillo de la calefacción en esta fresca mañana de enero-2010. He invertido pues, tres horas en esta actividad y debo decir que me han cundido casi como tres días puesto que entre los pensamientos y las impresiones que iban circulando por mi mente, en varias ocasiones he perdido la conciencia del tiempo.

Tanto el recorrido como el café con leche y el croissant han producido en mí un efecto euforizante que, de nuevo me confirma la idea de que pasárselo bien, como disfrutar de las cosas depende más de tu estado mental que del dinero que inviertas.
El resto de las fotos que he tomado en el día de hoy pueden verse en este hiperenlace fotero: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea23##