domingo, 14 de marzo de 2010

De estación.... a estación. Línea 34

Hoy el día estaba "venfrido" que es una palabra nueva que me he inventado para designar conjuntamente: ventoso, frío y desabrido. A pesar de todo, y como suele ser habitual en mis excursiones domingueras, me lo he pasado de maravilla.

He salido de casa a las 8:22 y el primer ser vivo ¡y libre! que me he encontrado ha sido un pato salvaje con aspecto despistado que miraba vigilante en un descampado ubicado en el inicio del Puente de la Unión. Le he tomado una foto porque el contraste entre solar urbano y belleza anátida me ha parecido irresistible... y he continuado mi camino.

La travesía del Puente de la Unión (o de Las Fuentes) me ha resultado especialmente desabrida por el fuerte y helado viento que, aprovechando el cauce del Ebro golpeaba sin piedad mi inerme rostro. He conseguido atravesarlo aunque a cada paso que daba mi contrariedad por este día tan "venfrido" se iba incrementando.

Cuando por fín he llegado a la Calle San José, el viento y el frío han remitido un poco gracias al abrigo proporcionado por los edificios. Mi termómetro de humor se ha ido templando y ya al llegar al Paseo del Canal mi estado de ánimo había mejorado considerablemente a pesar de la empinada subida que, desde Tenor Fleta, he tenido que remontar.

Muchos patos y gansos por el canal deambulando (mejor dicho: palmipeando) por sus aguas mientras yo continuaba mi viaje, ahora por la Avenida de América, luego por Fray Luis Garcés hasta que ya, a la altura del Estadio Venecia he vislumbrado el inicio de la línea 34, justo en el cementerio.

Junto a la parada del 34, dos quiosquillos abiertos con abundante exposición de flores de mortecinos colores, en su mayor parte cristantemos. El conjunto formado por la entrada al cementerio, la parada del bus y los quioscos con flores me ha parecido tan surrealista que le he concedido la toma de dos furtivas instantáneas ya que -como es habitual- temía que el conductor del bus o las quiosqueras se molestaran por mi atrevimiento al tomar las fotos.

Como decía en el título de la entrada, el viaje iba a ser de estación a estación. El cementerio representa la estación de la cual partimos para nuestro último viaje y la Estación de Delicias -reservada sólo para los vivos- se construyó para aquellos que parten hacia ignotos destinos.


He sido el primer pasajero en acceder al articulado vehículo y, sin dilación, el conductor ha emprendido un veloz viaje acompañado de las melodías de su transistor. Una de ellas ha sido la canción "Carolina" que en un determinado momento él ha tarareado ostensiblemente mientras yo lo hacía mentalmente: Carolinaaa traatame bien oalfinal te tendré que comeeeer...


En la tercera parada han subido muchos pasajeros. Posteriormente he comprobado que la gran mayoría de ellos iban al rastro dominguero situado en los aparcamientos de la Expo.

El bus era nuevo y confortable. He contado un total de 28 plazas con asiento. No he podido valorar cuántos más caben de pie. El coloso rodado ha realizado la mayor parte de su recorrido a trote ligero con alguna galopada de vez en cuando y así, casi sin darme cuenta, he aparecido en la Estación Delicias.

Lo primero que me ha llamado la atención al apearme, además de la enormidad del edificio de la estación ha sido la pasarela de acceso al teleférico. A lo alto de la misma me he trasladado para tomar fotos en las que salía mucha barandilla, mucho hierro, mucha modernidad construida apresuradamente con motivo de la Expo.

Después una vuelta por el interior de la estación. La verdad es que hemos ganado en funcionalidad pero perdido mucho en calor humano y ambiente acogedor. Sólo algunos recintos acristalados están equipados con calefacción. En el resto del edificio una gélida atmósfera impera a sus anchas y lo impregna todo.

Posteriormente me he encaminado hacia la Avenida de Navarra y he tomado algunas fotos de la antigua estación de autobuses Cinco Villas totalmente destartalada. Luego he recordado que cerca de allí, en la calle León Torres Quevedo se encontraba una iglesia Evangélica y he pensado que sería una buena alternativa asistir al oficio que allí se celebrara. Vano intento. Sólo celebran oficio los sábados. Así es que me he desviado a la izquierda por la calle San Antonio Abad y en el primer intento una señora ya me ha informado que en esa misma calle se ubicaba la parroquia del barrio y que la iglesia tenía dos entradas: por la avenida y por la calle por la que circulaba.

Un mendigo me ha recibido a la entrada y muy amablemente me ha mostrado el cartel donde se indicaban los horarios de las misas. Le he dado las gracias y por su parte ha realizado un intento fallido de que yo le abonara algo para comer.

He salido al Paseo de Calanda y enseguida he visto una cafetería que, por su aspecto exterior, parecería disponer de buen servicio y mejores viandas. Era la cervecería-cafetería Anika´s hacia la que me he encaminado sin sopesar otras opciones. Nada más abrir la puerta ya me he dado cuenta de que había cometido un error por precipitación pero la aguda voz de la camarera china interrogándome qué deseaba ha impedido una prudente retirada. Así es que no me ha quedado más remedio que pedir un café con leche y un ralo croissant que dormitaba quién sabe cuánto tiempo hace en la vitrina acristalada de la barra.

He tomado ambas cosas sin mucha convicción y ni siquiera la lectura del suplemento del domingo del Heraldo ha conseguido aplacar mi contrariedad interna por tan mala decisión. He dedicado un tiempo a meditar por qué no me encontraba a gusto en el establecimiento y las razones esgrimidas por mi encéfalo han sido:

- Los productos parecían algo pasados
- La sonrisa y atención de la camarera parecían fingidas y artificiales
- El ambiente no era nada acogedor
- Había pocas personas en su interior. Faltaba calor humano
- Los diálogos en mandarín entre la camarera y ¿su madre? me desconcertaban

He abonado el importe (2 €) y he salido sin dilación aunque todavía faltaban 25 minutos para la misa de las 11. Ese tiempo lo he utilizado para deambular por el Paseo Calanda observando otras muchas cafeterías regentadas por chinos y también en busca de la academia Helico de la que no he encontrado ni rastro.

A las 11 menos 5 me han franqueado el paso los dos mendigos del sector Avda Navarra y he pasado al interior de la iglesia de San Pedro Arbués. Unas doscientas personas de avanzada edad, como suele ser habitual, ya estaban preparadas para iniciar el santo oficio y yo me he ubicado al lado de un matrimonio mayor y más elegante que la media de la iglesia. Enseguida ha salido el sacerdote acompañado por un monaguillo. Su aspecto era muy joven y su cara aniñada. Nada más abrir la boca he percibido el acento sudamericano.

Con música "enlatada" se ha entonado el canto de entrada, después un señor ha leído la primera lectura del libro de Josué y una señora, a continuación, ha hecho lo mismo con la segunda lectura en este caso del apóstol San Pablo a los Corintios. A favor de la señora hay que decir que su lectura ha sido excelente tanto en la entonación, pausas y convicción como en la corrección fonológica ya que no ha trastabillado ni una sola vez.

Mientras tanto he observado que la esposa del señor que estaba a mi lado lo ha abandonado abruptamente y se ha dirigido hacia un confesonario en el que un cura de avanzada edad esperaba a los penitentes. El marido se ha quedado con cara de circunstancias como si no se esperara que su mujer estuviera en pecado. No sé que mandamientos habría quebrantado porque, para mi gusto, ha tardado bastante tiempo en regresar, eso sí, con cara angelical después de haber recibido la absolución.

Le ha tocado el turno al oficiante y a esas alturas yo ya había establecido mi hipótesis de su origen mexicano. También ha leído con gran corrección el evangelio de San Lucas que me ha gustado mucho porque hoy trataba de la parábola del hijo pródigo.

Esperaba con curiosidad el sermón y debo decir que en mi imaginario cuaderno de calificaciones le he asignado al cura mexicano una muy buena puntuación. Entonación solemne sin exagerar. Contenido sencillo ajustado a la edad de los fieles y un suave acento lograban que la transformación de becerro en "beserro", de cerdos en "serdos" y ternero cebado en "ternero sebado" resultara agradable y nada empalagosa. El sermón muy bien hilvanado enlazando las frases unas con otras pausada y cadenciosamente. En una palabra, me ha gustado y me ha resultado muy llevadero.

Como lo importante ya estaba visto, he salido velozmente y me he encaminado hacia la parada del 32 para tomar el camino de regreso a casa. Seguía haciendo frío y ya creía haber cumplido con mi cometido. Sin embargo la vida siempre nos depara sorpresas inesperadas y al llegar a la altura de la Plaza de España, he avistado mucho público, varios castillos hinchables y muchos niños en el Paseo de Independencia.

Hoy se celebraba el Día mundial por los derechos de los consumidores. He dudado un momento sobre bajar o no para cubrir fotográficamente el evento pero no ha sido hasta la siguiente parada cuando esa decisión se ha concretado al pensar en otro espectáculo que iba a tener lugar a las 12:00: la actuación en La Campana de los Perdidos del Gran Alexander, mago y asesor del centro de profesores con el que mantengo una muy buena relación personal y profesional.

Después de pasear un rato y tomar fotos también de la exposición sobre el LHC del Cern (El gran colisionador de hadrones del laboratorio europeo de partículas) me he encaminado hacia La Campana. Han sido necesarios varios intentos hasta llegar a mi destino pues he recorrido otros lugares que me sonaban: El monaguillo, El prior, etc como se ve, todos relacionados con la iglesia.

En el interior del bar ya se encontraba un considerable número de niños acompañados por sus padres, madres y abuelitas y, como el espectáculo era en el sótano, he pedido un cortado descafeinado para hacer tiempo.

A las 12:30 hemos abonado la entrada (5 €) y descendido al sótano donde ya se había preparado un pequeño escenario para la intervención del mago. Me he situado en la parte de atrás, en un lugar estratégico para tomar fotos y ha dado comienzo el espectáculo. Alejandro (que así se llama el mago) ha realizado una gran actuación. Su dominio de las tablas y de la psicología infantil y adulta ha sido total. Su habilidad con los números de magia, a la altura de los más grandes maestros de esta disciplina. Nos ha dejado a todos boquiabiertos y a los niños, además, entusiasmados.

En un momento del espectáculo me ha regalado (delante de los aproximadamente 80 asistentes) un caracol compuesto por globos hinchables, gesto que yo le he agradecido.

Pero ya se me hacía tarde y he tenido que salir antes de terminar el espectáculo. Me he dirigido a la calle Coso donde he tomado el 32. Como en anteriores ocasiones he descendido en la calle Pascuala Perié y luchando de nuevo contra el viento he arribado a la tranquilidad de mi hogar donde la familia conversaba plácidamente.

En fin, que la mañana de hoy ha resultado variada y muy interesante. Al igual que en anteriores ocasiones una sensación de paz y serenidad inundaba mi espíritu. He comido con muy buen apetito y me he permitido un vaso de vino para redondear la jornada.

Todas las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/DeEstacionAEstacionLinea34##

domingo, 7 de marzo de 2010

Dos posibles titulares para la línea 33

Cuadrarían perfectamente cualquiera de los dos siguientes titulares para describir la experiencia de hoy:

"Si no quieres un tazón de caldo, toma tazón y medio" y
"Camina o revienta, el caso es estar en movimiento"

El primer titular hace referencia a la novedad de asistir a dos misas en lugar de una y más adelante explicaré el por qué.

El segundo se refiere a la gran caminata que me he dado teniendo en cuenta que ayer también estuve bastante rato andando.

Pues el caso es que la salida de hoy ha sido también a temprana hora: las 8:23 de la mañana y el recorrido hasta el comienzo de la línea 33 en la calle Ansó también lo he realizado a pata.

De las muchas cosas que me han llamado la atención del recorrido pedestre, reseñaré las simpáticas zambullidas de los cormoranes en el Ebro (y que no he conseguido capturar con la cámara), el lío de callejuelas desconocidas por los que he deambulado a propósito, el silencio mañanero de la ciudad, el día gris y tristón, etc.

He llegado finalmente a la calle Ansó, comienzo de la línea 33. Desde la parada pueden contemplarse las edificaciones que van erigiéndose en los solares que ocupaba la antigua cárcel de torrero. Algunos de los antiguos pabellones carcelarios se han reutilizado para albergar servicios sociales.

El 33 se ha presentado rápidamente y el conductor ha bajado un momento para miccionar en una caseta preparada al efecto cerca de la parada. Enseguida ha retornado a la dirección del bus y, como suele ser habitual, un reducido grupo de viajeros (todos de cierta edad) hemos subido al autobús.

No me detendré en detalles sobre el recorrido. Yo iba muy feliz porque podía observar el paisaje desde mi asiento y también porque necesitaba descansar un poco después de la caminata.

Las calles y los viajeros del bus han ido desfilando con rapidez. Casi sin darme cuenta he aparecido en el final de línea, en la calle Escultor Palao y enseguida me he dirigido a una señora que, a su vez me ha transferido a su marido para que me diera respuesta a la consabida pregunta de ¿donde se encuentra la iglesia del barrio?

El señor, muy amable, acompañado de una perrita muy juguetona, me ha informado de la existencia de dos iglesias. ¿Cómo se llama a la que Vd va? Enseguida le he aclarado que no sabía el nombre de ninguno de los dos templos y que me daba igual uno que otro porque lo único que quería era asistir a misa. Pues entonces, le acompaño a la iglesia de San Javier.

Los tres (incluyo a la perra) nos hemos encaminado hacia la parroquia de San Francisco Javier y por el camino, el señor (que se llamaba Rafael) también me ha informado de la existencia de una tercera iglesia "de San Rafaela". - Será de San Rafael (le he corregido). No, no curiosamente la iglesia se llama así: Iglesia de San Rafaela.

En esas disgresiones nos encontrábamos cuando ya vislumbrábamos la fachada de la parroquia de San Francisco Javier. Me he despedido del señor y he subido unas escalinatas para acceder a la iglesia y ver los horarios de misa.

Eran las 10:05 y la misa comenzaba a las 10:00 así que he decidido penetrar en el templo. Un edificio amplio y bien iluminado con unas 70 envejecidas almas en su interior y dos añosos sacerdotes que ya habían iniciado la celebración.

Se han leído las escrituras y el oficiante ha leído también el evangelio y mientras yo meditaba sobre el juego que me iba a dar la homilía ya que el ambiente general no hacía presumir grandes alharacas.

Así ha sido. La homilía me ha parecido aburridísima tanto por la poca convicción del cura como por su verbo simple y atropellado. La parábola de la higuera le podía haber dado mucho juego y la lectura de la zarza ardiente mucho más pero no ha sabido aprovechar ninguno de los dos recursos a su alcance. La situación casi me ha crispado y coincidiendo con el fin del sermón, he salido disparado del templo con un sentimiento de frustración por no haber podido cumplir mi propósito.

Así es que sobre las 10:20 ya estaba fuera de la iglesia y entonces -como plan alternativo- he decidido buscar la iglesia de "San Rafaela" siguiendo las indicaciones de mi jubilado cicerone. Todavía he tenido que preguntarle a una señora para confirmar que iba por buen camino cerca de la confluencia de Vía Hispanidad con Gómez Laguna y finalmente he llegado a la parroquia de Santa Rafaela María que así es como en realidad se llama contraviniendo las informaciones del señor.

He observado que la misa en esta segunda parroquia comenzaba a las 12:00 así es que me he dado media vuelta y he regresado a las cercanías del final de parada de la línea 33.

Aquí ha comenzado una segunda fase del viaje consistente en buscar una cafetería apropiada para tomarme el consabido café con leche y el croissant. He pasado por multitud de bares y cafeterías y todos ellos me parecían insulsos y sin encanto. "Como cuento con tiempo, buscaré uno en el que me encuentre a gusto" -he pensado-. Así es que he pasado por el bar Los pájaros, el bar Aplauso... He asomado también las narices por el café Marlene (y me he dado rápidamente media vuelta) pues ninguno de ellos me ofrecía el ambiente y la tipología de público que yo necesitaba en ese momento. Yo quería una cafetería con glamour pero el barrio de Las Delicias se negaba a ofrecérmela.

Finalmente en la calle Andrés Vicente he visto a lo lejos una cafetería que llevaba por nombre "ordio" y, recordando el nombre de este cereal de mi niñez he decidido -como un homenaje a su memoria- entrar en la cervecería, heladería y repostería ORDIO.

Ha sido una elección acertada. Habia mucho personal y aunque no era el ambiente que yo buscaba, me ha resultado agradable la familiaridad en el trato del matrimonio que regentaba el local y el personal tan variopinto disfrutando de sus cafés con leche y de unos exquisitos churros. Yo me he sumado al alborozo general y también he degustado el extruso manjar.

Una vez abonada la cuenta y pasado por el baño para hacer aguas menores, he continuado mi periplo dirigiéndome de nuevo hacia la Vía Hispanidad y posteriormente la Urbanización Parque Hispanidad por la que nunca había caminado. Por no ser demasiado prolijo diré que el paseo ha sido agradable y sorprendente y, casi sin darme cuenta, he aparecido en la Residencia Pignatelli.

La he rodeado buscando una salida que me condujera directamente a las cercanías de Gómez Laguna pero ha sido una misión imposible porque son terrenos pertenecientes a la Diputación Provincial y están vallados por todos los sitios.

Media vuelta y a desandar el camino hasta que por fin he dado de nuevo con la iglesia de Santa Rafaela. Eran las 12 menos 10 y todavía he dispuesto de unos minutos para hacer algunas fotos a varios árboles en flor y una autofoto que confirmara mi visita.

A las 12 menos cinco minutos ya estaba en el interior de la segunda parroquia. De nuevo mayoría de gente de avanzada edad, un señor preparando un cañón de luz para proyectar desde el ordenador y otro muy activo saludando a algunos de los feligreses que iban pasando al interior de la iglesia. A mí me ha dirigido una o dos miradas entre curiosas y expectantes porque -supongo- no me tendría visto por esos aledaños.

Ha dado comienzo la misa y de nuevo he vuelto a escuchar la misma tanda de lecturas y el mismo evangelio. El sacerdote era casi un anciano y, a pesar de ello ha dedicado un tiempo -para mi gusto excesivamente largo- a la homilía. En esta ocasión su estrategia ha consistido en repasar las tres lecturas y derivar reflexiones varias sobre las mismas. Me ha parecido también un sermón gris y monocorde. Yo me asía a la esperanza de que se comentara algo de la parábola de la higuera ya que los higos me gustan mucho y por asociación cualquier alusión me hubiera resultado agradable pero nada, sólo de pasada ha hecho mención al susodicho árbol sin mencionar para nada su exquisito fruto.

De nuevo nada más escuchar la frase "levantemos el corazón" yo también me he levantado y he salido como una exhalación del templo. Me he dirigido a la parada del bus porque ya me encontraba un poco cansado de tanto caminar y he tomado el que me llevaba hasta la Puerta del Carmen. He hecho un trasbordo con el 38 y, luego, en la Plaza de San Miguel, me he apeado, comprado El País y cogido el 39 que me ha conducido hasta el barrio de La Jota.

He llegado a casa cansado y con algo de molestia en talón del pie izquierdo, así es que he aprovechado la circunstancia para darme una ducha caliente y, de paso prepararme para degustar una deliciosa paella que Rosa Mary muy diligentemente ya tenía casi preparada. Al mismo tiempo iba pensando qué título le iba a dar a la entrada de hoy.

Termino ya el comentario con la sensación de cumplimiento del deber. Como dice Mihaly Csikszentmihalyi (ahora sí lo escribo bien) la fenomenología del disfrute (del estado de flujo) tiene ocho componentes:

- Enfrentarnos a tareas que podamos lograr
- Concentrarnos en lo que hacemos
- Metas claras
- Retroalimentación inmediata
- Profunda involucración en la tarea que aleja la conciencia de preocupaciones y frustraciones
- Tener un sentimiento de control sobre nuestras acciones
- Desaparición de la preocupación por la propia personalidad
- El sentido de la duración del tiempo se altera: las horas parecen minutos y los minutos pueden prolongarse hasta parecer horas.

La combinación de todos estos elementos en mi actividad de los domingos por la mañana me ocasiona un profundo sentimiento de disfrute que compensa -de sobras- las energías que debo desarrollar para llevarla a la práctica.

domingo, 28 de febrero de 2010

Línea 32. Visita a las Concepcionistas y estupendo paseo por las orillas del Gállego

Hoy la salida ha sido más temprano de lo usual. Eran las 8:01 y ya me encaminaba con paso decidido a correr una nueva aventura dominguera. La mañana estaba calma y muy agradable. En la atmósfera se dejaba transpirar un ambiente sereno y tranquilo. Ni rastro de la "Ciclogénesis explosiva" con la que tanto nos han estado amedrentando en televisión. Muy al contrario, el día prometía abundante sol y temperaturas agradables.

Como en salidas anteriores, ya el sábado había hecho mis planes. Primero realizaría el recorrido dirección Las Delicias hasta el final de línea y después volvería a tomar el 32 para asistir a la misa en la iglesia de Santa Isabel.

He tomado el 32 en la Avenida Cataluña, cerca de donde, anteriormente, tantas veces tomé el mismo autobús pero con otras finalidades (cuando estudiaba magisterio). Cerca también de la calle Carmen Serna (anteriormente Sierra de Alcubierre) donde, desde el año 1973 trabajé en los talleres de Fernando Martín (Distribuidora General de Grafito y productos de importación).

El autobús se ha presentado rápidamente en la parada y ha iniciado un veloz recorrido acompañado de un incesante traqueteo motivado, creo yo, por el desajuste en las puertas y ventanas, producto a su vez del contínuo paso por los socavones de la Avenida Cataluña. De amortiguadores tampoco iba muy bien porque al final del recorrido tenía las posaderas un tanto entumecidas de los saltitos que iba dando de cuando en cuando.

Total, que hemos llegado al barrio de la Bombarda que ya había visitado anteriormente cuando viajé en la línea 22. En esta ocasión, para variar el recorrido, me he dado un paseo por los alrededores del colegio "Camón Aznar" y también he visitado el Centro Deportivo Municipal de las Delicias. He tomado varias fotografías de las piscinas (muy bien acondicionadas) y de unas plantas "pinchosas" que no se cómo se llaman pero que me han llamado la atención. He pasado de refilón por la parroquia del Rocío mientras me preguntaba si todavía seguirían allí los dos simpáticos sacerdotes que oficiaron la misa en mi pasada visita.

Como no tenía más pretensiones, enseguida he vuelto al principio de línea para reanudar el recorrido e ir en dirección a Santa Isabel que es donde debería desempeñar el grueso de mi actividad dominguera. Así lo he hecho y de nuevo con gran celeridad y mucho acompañamiento de ruidos de la más diversa índole y traqueteos de todo tipo, el "bus de los pobres" me ha llevado hasta el Barrio de Santa Isabel.

Nueva toma de fotos al final de la línea en el barrio de la Santa de Portugal y enseguida me he dirigido a una señora que llevaba un carrito de niño para preguntarle por la iglesia del barrio. Como ya intuía, me ha encaminado hacia la plaza Serrano Bergés que es donde está la iglesia. El recorrido hasta mi destino lo he realizado por una calle paralela a la Avenida de Santa Isabel donde sólo perviven algunas de las muchas casas de labranza que en su tiempo abundaban. Todo el terreno se vendió para construir unifamiliares y son muchas las familias que viven allí actualmente.

Una vez en la plaza, he procedido según el protocolo habitual: mirar el horario de misas y planear mis actividades en función del mismo.

La parroquia comprende tres estamentos: la propia iglesia, las concepcionistas y una capilla cuyo nombre no recuerdo. Bueno, en todo caso lo que he sacado en limpio es que a las 10 comenzaba la misa en las concepcionistas. Yo ya sabía que cerca de allí estaba el colegio de La Concepción, así que por una sencilla inferencia lógica he deducido que la misa se realizaría en ese recinto. Hacia allí me he encaminado y una vez localizada la entrada he vuelto a tirar de protocolo: me quedaba un cuarto de hora para tomarme algo antes de entrar en el templo. Enseguida me he decidido por el "Bar de la esquinica" en el que ya había estado anteriormente. También lo podríamos llamar el bar de los galápagos o de las tortugas por la similitud con los quelonios en la lentitud con la que sirven.

Debo decir que en esta ocasión la camarera no me ha ignorado como en visitas anteriores. Eso sí, el servicio al cliente anterior a mí me ha parecido desesperadamente lento. Cuando finalmente me ha llegado el turno he trastabillado un poco y en lugar de pronunciar con precisión "quiero un café con leche y un croissant", me ha salido algo así como "caféconlecheycasán".

Por lo demás, ambas cosas estaban deliciosas y, además con dos periódicos: El País y El Periódico de Aragón a mi disposición. He optado por repasar velozmente el segundo y dejar el primero para adquirirlo y leerlo reposadamente en casa.

Se me han hecho las 10:00 sin enterarme y rápidamente he pagado y me he dirigido al colegio de la Concepción para asistir al santo oficio.

Nada más entrar al templo me he dado cuenta que la jornada de hoy también iba a ser especial. La iglesia estaba en penumbra y llena de fieles y cuando mis ojos se han acomodado al bajo nivel luminoso me he apercibido de que en la parte delantera, separada por una valla de madera, había un grupo de monjas ataviadas con un hábito azul celeste y una toca negra. El conjunto me ha parecido tan impactante que he decidido ponerme en primera fila para contemplar mejor el espectáculo.

Una vez situado en este privilegiado puesto de observación he podido ir procesando, poco a poco lo que allí se guisaba.

Como digo, el grupo de "sores" se componía de un total de 15 monjas muy muy viejas. Una de ellas, emplazada en el primer banco, en silla de ruedas y a dos monjitas muy ancianas y encorvadas situadas delante de mí, les habían puesto unas mantas dobladas en los bancos para formar un altillo mullido y que pudieran seguir así el santo oficio. La tez de todas ellas era blanquísima. Todo el grupo, con sus hábitos y tocas componía un cuadro que más bien parecía la reunión de una logia masónica que otra cosa.

Ha comenzado la misa y ya con las primeras frases del sacerdote he podido realizar otra observación: la comunicación no verbal del cura no encajaba, inicalmente, con el contenido oral que expresaba. El oficiante, aunque joven, destilaba un aire un poco vampiresco y atormentado. Diríase que había pasado mala noche. Sin embargo la cosa se ha ido templando y poco a poco su conducta me ha parecido más normal.

Ha llegado el turno de la lectura de las escrituras y una monjita de voz aflautada ha leído un texto bastante críptico. Después una "seglar" ha leído la siguiente y finalmente el cura ha desbrozado el evangelio que, en esta ocasión, componía un peculiar episodio por el cual Jesús sube a un monte acompañado por varios discípulos y una nube los rodea a todos y se oye la voz de Dios que dice que es su hijo amado y varias cosas más. El episodio de la voz del Señor me ha trasladado a mis años de infancia, siendo monaguillo cuando me imaginaba los hechos que allí se narraban y los adornaba con imágenes y escenas que iba componiendo al hilo de la narración.

De vez en cuando el grupo de "madres" entonaba una canción acompañada al "armonium" por una monja música. El timbre de su voz me ha parecido el de un coro de niñas pequeñas a pesar de la avanzada edad de las participantes.

También he observado el cuidado y mullido tapizado de la parte de arrodillarse del banco de las monjas y el contraste con la madera lisa y lasa del resto de los fieles. "Estas monjitas -he pensado- no dan puntada sin hilo"

A la hora de comulgar he prestado especial atención y he contado las que pasaban a recibir la hostia o que el sacerdote pasaba para dársela. Quizás he sido un poco malpensado creyendo que alguna no comulgaría por supuestas rencillas o pecadillos cometidos; pero no. Las 15 han comulgado con gran devoción.

Llegada la hora de darnos la paz he saludado a una compañera maestra que allí estaba con su marido y sus dos hijos. Al finalizar la misa hemos hecho recuento de los años que hacía que no nos veíamos.... y nos salía la friolera de 11.

Me he entretenido un poco hablando con ella y he perdido ya de vista a las monjas que todavía seguían arrodilladas en sus respectivos puestos de contemplación. Hubiera deseado quedarme para ver cómo acababa la cosa, pero he optado por salir de la iglesia.

Como el día estaba bueno y además iba con el "chute" del café con leche he tomado la decisión de desviarme por la Avenida del Día y luego, caminando, he decidido pasar por un puente peatonal elevado que conduce a la carretera de Movera. He cruzado la carretera y siguiendo la estela de unos jinetes que iban montados a caballo, he llegado a un camino que discurre paralelo a la orilla izquierda del río Gállego. Siguiendo el camino he arribado al reciente puente de madera de Santa Isabel que permite cruzar al nuevo parque de Covasa. He continuado, pues mi recorrido, ahora por la orilla derecha del Gállego y he realizado un magnífico paseo cruzándome de vez en cuando con ciclistas o familias nucleares que también iban disfruntando del día.

Sobre las 11:10 he comprobado que me había llamado mi amigo Javier Cay y no me había enterado de su llamada. Cuando he llegado a la confluencia de la desembocadura de los ríos Gállego y Ebro le he llamado sin poder contactar y posteriormente él se ha puesto en contacto conmigo. Ambos hemos intercambiado unas cordiales frases sobre el discurrir de la mañana de domingo y, posteriormente yo he podido disfrutar con sosiego del maridaje de los dos ríos y de la gran extensión fluvial que componen al fundirse ambos.

He tomado muchas más fotos. Me he dado cuenta que me atraen especialmente los caminos, las veredas, los puentes y los ríos. También las estaciones de tren. Yo creo que estas imágenes las relaciono con el propio devenir de la vida y el curso que van tomando los acontecimientos. Me atraen porque me recuerdan el tránsito, el paso de una etapa a otra, la posibilidad -que siempre está ahí- de reencauzar mi vida por otros derroteros.

He llegado a casa sobre las 12:15. Justo a tiempo para arreglarme un poco y salir con Rosa Mary y los padres de Berta (Juan y Ángeles) a tomar un vermut por el barrio. La sesión se ha prolongado hasta las 14:30 y, apresuradamente, hemos tenido que acudir a un establecimiento de comida precocinada porque el resto de la familia estaba esperando y no había nada preparado.

domingo, 21 de febrero de 2010

La clase acomodada nunca sale malparada. Línea 31

El día estaba más bien gris y una fina lluvia hacía honor a las previsiones metereológicas de ayer. Efectivamente, llovía por la mañana aunque no con muchas ganas.

La duda sobre si tomar o no el paraguas se ha solventado rápidamente al comprobar que en ese momento arreciaba. Eran las 9:16 y provisto de todos los elementos usuales de las mañanas domingueras, he salido de casa.

Los elementos a los que hacía referencia son:

- Monedero
- Llaves de casa y de la puerta de salida
- Móvil
- Cámara de fotos
- Gafas de ver de cerca
- Una manzana Royal Gala
- Una naranja que prometía ofrecerme mucho zumo
- Paraguas azul (sólo lo llevo en caso de lluvia)

El recorrido a pie ya lo había pergeñado también ayer. En lugar de ir hasta la Paz por el tercer cinturón, pasaría por el puente de la Unión y después de caminar un rato por la Avenida las Torres, a la altura de Jorge Coci giraría a la izquierda para salir a la Calle San José. El motivo del cambio de recorrido no ha sido otro que el pasar por lugares por los que hace tiempo no transito. Ya se sabe: la variedad y la novedad alimentan el espíritu. La monotonía lo adormece.

He pasado por lugares que antaño recorrí cuando estaba trabajando en el Equipo de Compensatoria con alumnos gitanos y cuando he llegado al Canal Imperial de Aragón, he tomado varias fotos de un pequeño y viejo puente de metal que, en su momento, servía para atravesar el canal desde La Paz al centro y viceversa.

Continuando mi recorrido he podido observar las viviendas situadas en la Rotonda de Pau, en la que, creo recordar, vivía una hermana de Joaquín Malo. Desde luego, estas viviendas están muy bien ubicadas: silencio en el ambiente y vistas muy agradables al parque. Tuvo mucho acierto al comprar su casa en ese entorno.

También he pasado por la Plaza de Alcobendas. Me imagino que el nombre se lo puso alguna monja de Madrid que, en su momento trabajaba en la escuela-puente para alumnos gitanos "La Quer Majarí Calí" que yo también conocí.

Había pensado realizar todo el recorrido a pie hasta el comienzo de la línea 31 pero, inesperadamente el autobús ha llegado a una parada que había cerca de donde yo pasaba, así que lo he tomado allí mismo.

Sin darme cuenta he tomado el bus en sentido contrario al que yo pretendía y se ha dirigido al comienzo de la línea en La Paz: cerca del nuevo cuartel de Policía Local situado en la rotonda que lleva a Puerto Venecia. Total, que he tenido que pasar otra vez el bono-bus aunque el inteligente aparato fechador ha identificado la operación como "trasbordo".

Comenzado pues el viaje en el lugar deseado, el recorrido se ha desarrollado sin ninguna incidencia especial que reseñar: viajeros incógnitos que entran y salen y desfile de calles, la mayoría de ellas conocidas, y muchos locales en alquiler por cierre de negocios.

Finalmente el autobús ha llegado a la calle Juan Pablo II y me ha dejado justo al lado de la iglesia de La Presentación de la Virgen por lo que no ha sido necesario preguntar a nadie por la ubicación de la parroquia.

En ese momento eran las 10:45 (las once menos cuarto) y he repetido el ritual de anteriores ocasiones: comprobar el horario de misas (y tomar la foto correspondiente) y dilucidar si me quedaba tiempo para tomarme algo. La misa empezaba a las 11:00 así que rápidamente he identificado una cafetería (La Vícora ) y allí me he dirigido para tomarme un croissant y un café con leche.

Por cierto, que no sabía que La Vícora es un pico de la base aérea del Frasno situado a 1.415 m. de altitud.

El ambiente de la cafetería y la atención del personal me han parecido muy adecuados. He observado que el talante y porte de la gente, el escaso humo en el ambiente y la ausencia de gritos, aspavientos o malos modales me estaban ofreciendo el reflejo del perfil medio de la gente de ese barrio (clase media-acomodada)

Sólo disponía de un cuarto de hora y lo he disfrutado saboreando el menú mañanero. He pagado (2,40 €) y todavía he dispuesto de tiempo para tomar unas fotos de la zona: el complejo parroquial, el banco de sangre y tejidos de Aragón y varios edificios nada singulares pero sí curiosos para mí.

Unas agudas notas de campanas de distintos tonos me han recordado que eran las 11 así es que he decidido entrar al templo.

La primera impresión correlaciona con el título de esta entrada: gente, en general, acomodada, en su gran mayoría personas de avanzada edad y edificio nuevo, amplio y moderno. He contado unos 350 asistentes. Es la primera iglesia que visito que dispone de unos grandes ventanales que dan a un frondoso jardín.

También me ha llamado la atención el énfasis con el que el sacerdote (también de edad avanzada) dirigía un ensayo de algunas canciones que se iban a entonar más adelante, énfasis casi exagerado que no encontraba una entusiama respuesta en los añosos feligreses. Un acólito, cerca del altar, acompañaba los preliminares con un armonium.

Nada más comenzar la misa, ya he intuido que iba a presenciar un oficio que iba a ser el contrapunto de lo que ví el domingo pasado en Casablanca.

Efectivamente, el cura se ha arrancado con una salutación cantada acompañada por la música artesanal del armonium en la que ha hecho un repaso de muchos santos de la iglesia española mientras los asistentes contestaban con un "ruega por nosotros" también cantado. La nómina de padres de la iglesia se me ha antojado bastante extensa y el formato, parecido a las letanías.

Varias señoras mayores han leido las sagradas escrituras (una de ellas del Deuteronomio) y luego el oficiante ha leído el evangelio que hoy trataba sobre las tentaciones de Jesús en el desierto. De hecho, un gran cartel ubicado en el lateral derecho lo recordaba.

No merece la pena que nos detengamos mucho en la homilía. La clásica adornada por el tímido reconocimiento de que también la iglesia católica ha podido caer en alguna tentación (la ostentación, por ejemplo).

Nada más acabar el sermón he salido disparado de la iglesia y tomado más fotos de lo que parecía ser un complejo urbanístico arzobispal en el que también están ubicadas las sedes de algunas organizaciones scouts.

No he perdido el tiempo y como ya estaba preparado un nuevo bus 31 en el disparadero de salida, lo he tomado con la sensación de que la jornada de hoy no había sido especialmente reseñable.

Me he apeado cerca de la plaza del Portillo para hacer el trasbordo y tomar el 32 y allí me he encontrado con que estaban realizando una escenificación conmemorativa de la capitulación de Zaragoza el 21 de febrero de 1809. Me he detenido para observar la lectura del texto de Casamayor exponiendo la situación de Zaragoza los días anteriores y el acta de la capitulación.

He tomado varias fotos de los llamativos uniformes y de los bien caracterizados figurantes (de curas, de heroínas, de pueblo llano...) Estos actos los han preparado y los desarrollan miembros de la asociación cultural "Los sitios de Zaragoza". He recogido también el boletín que edita la asociación que me ha parecido muy interesante.

Ha llegado el 32 y rápidamente me he visto en la calle Pascuala Perié que he recorrido desde su inicio en la Avenida Cataluña hasta la Avenida de la Jota.

Al pasar por la Plaza de la Albada he vuelto a sentir frío. No lo había reseñado pero hoy el día estaba frío además de lluvioso y las manos (y las orejas) las tenía heladas.

Finalmente he llegado a mi casa y de nuevo he vuelto a sentir el agradable calorcillo de la calefacción. Después de saludar a la familia, lo primero que he hecho ha sido ir al baño y allí, sin tasa de tiempo, ni distractores de ningún tipo he saboreado una pausada y tranquila lectura de El País.

Las fotos sobre esta línea están en el enlace:http://picasaweb.google.com/rutaviva2/LaClaseAcomodadaNuncaSaleMalparadaLinea31#

domingo, 14 de febrero de 2010

Línea 30. Lo mejor ha sido la misa

Como de costumbre, mi salida ha sido a las 9 y pico. En esta ocasión, exactamente a las 9:40.

He pasado a saludar a mis amigas las palomas torcaces que hoy, no estaban pastando en el solar de Marqués de la Cadena sino que me observaban desde unos pinos ubicados en la rotonda situada justo antes del Puente de la Unión. Cuando me he acercado un poco, han volado a su habitual puesto de vigilancia: unos chopos en los que ya empiezan a asomar los brotes preprimaverales situados en el ya familiar solar cerca de la rotonda.

He tomado varias fotos de las palomas y también de una picaraza que saltaba de aquí para allá en un césped necesitado de agua.

Esta fauna (y otra que vive en el entorno del río Ebro) nos acompaña en nuestro devenir. No tienen carnet de identidad pero se les podría considerar tan zaragozanos como a nosotros, los humanos. Al fin y al cabo se acuestan, despiertan y viven habitualmente en nuestra ciudad.

Más fotos al Ebro: la fuente en forma de botella arrugada lista para ser reciclada situada debajo del Puente de la Unión, de nuevo el río con el Pilar al fondo y sus guardianes los puentes de Hierro y el de Piedra... He observado una secuencia interesante y es que desde mi puesto de observación cada dos arcos del Puente de Piedra coindidían casi exactamente con uno del de Hierro. En fin, idas y venidas de mi pensamiento en una fresca y soleada mañana de un 14 de febrero de 2010.

He llegado a la calle del Doctor Iranzo sobre las 9:55 y después de escuchar las quejas de un señor muy hablador sobre el cambio de "inicio de línea" del 30 relativas a un familiar suyo (con el que he deducido no se llevaba muy bien) que había pedido al ayuntamiento la modificación de dicho inicio por molestias de ruido, he subido al bus previa foto de rigor intentando que el conductor no se amoscara por mi atrevimiento al fotografiar la parada y el vehículo.

El autobús ha iniciado su recorrido a las 10:00 y la "redondez" de la hora la he considerado como un presagio de que la jornada iba a ser interesante.

Como siempre, las consabidas reflexiones sobre los contados viajeros que hemos iniciado nuestro periplo. Gente más bien mayor y todos en silencio observando el discurrir de las paradas y las subidas y bajadas de nuestros ocasionales compañeros de viaje.

El recorrido no se ha realizado con arreglo al trazado oficial. Las obras del tranvía obligan al bus a modificar su trayecto. He podido ver fugazmente las obras del Huerva en Gran Vía, la colocación de las vías en varios tramos de Isabel la Católica, los útiles especialmente diseñandos para asegurar el paralelismo de las vías, las novedades en la colocación de los carriles (sin traviesas, con una peculiar disposición que, imagino, asegurará la conexión eléctrica y la comodidad del viaje). En fin, que la tecnología que se utiliza ahora dista muchísimo de la que se empleaba allá por el año 1968 que es cuando yo vine a Zaragoza a estudiar y ví por primera vez los tranvías de la época.

Si actualmente somos ya capaces de alinear protones para que impacten en los aceleradores, cómo no vamos a ser capaces de alinear unas sencillas vías de tranvía (he pensado). Volveré al tema de los aceleradores de partículas y ya adelanto que el libro que estoy leyendo de Leon Lederman (Premio nóbel de física) sobre la "Partícula de Dios", me tiene entusiasmado aunque sólo logro entender un 40% de su contenido.

Hemos llegado a la calle de La Sagrada Familia en el barrio de Casablanca a las 10:26. Veintiséis minutos de un viaje que se me ha hecho muy corto.

En esa calle está ubicada la iglesia de Santa Gema que ya cité al inicio de este blog. Como ya conocía todos los alrededores, he pensado que, en esta ocasión la visita a la zona no me iba a reportar nada especialmente interesante.

Como el que no quiere la cosa he echado a andar y me he dirigido al Canal Imperial que estaba muy bajo de nivel (imagino que por operaciones de mantenimiento) aunque todavía tenía agua y los patos, gansos y otros habituales de las aguas del canal, disfrutaban chapoteando en sus orillas. Nueva toma de fotos e incluso un corto de video con los graciosos estiramientos de cuello de unos gansos que se dejaban fotografiar sin ningún problema.

Continuando el recorrido, he atravesado el canal y una vez atravesada la calle Tomás Gabasa (de la que nunca había oído hablar) le he preguntado a una señora dónde se encontraba la parroquia del barrio. Muy certeramente me ha dado las instrucciones para encontrarla y he tenido suerte pues enseguida he acertado con su ubicación. Una vez que me he cerciorado de la hora de comienzo de la misa (las 11), he aprovechado para tomarme algo en un bar cercano pues todavía eran las 11 menos 10.

He elegido el bar más próximo a la iglesia pues quería acudir puntual a la cita eclesial. Así es que he entrado en el "Bar Miguel Ángel". Desde fuera, he imaginado que el establecimiento haría honor a su nombre y estaría decorado con algún motivo del famoso pintor, escultor e inventor renacentista. Nada de eso he encontrado y el bar me ha parecido más bien frío y sin gracia. Eso sí, el camarero muy atento y las 5 personas que en ese momento se encontraban en su interior, respetuosas con mi intención de degustar el cortado descafeinado y apropiarme (si la ocasión lo permitía) de un Heraldo que, como suele ser habitual, estaba prisionero de un cliente que desganadamente pasaba las hojas.

Tras una tensa espera en la que intentaba controlar las intenciones de un señor cercano al coyuntural propietario del diario, he aprovechado un descuido del segundo y la marcha del "tortugo" lector para caer cual águila culebrera sobre el rotativo y traerlo hasta mi mesa. La certera jugada no me ha servido de mucho pues he descubierto que no llevaba las gafas y sólo he podido leer apresuradamente los titulares del periódico. La mezcla de sentirme contrariado por lo de las gafas y la urgencia por acudir a la misa se han transmutado en un impulso repentino de pagar cuanto antes y salir del establecimiento. Sólo el saborcillo de dos churros que me he tomado con el cortado ha mitigado en alguna medida el descalabro del bar "Miguel Ángel".

La puerta de entrada a la iglesia me la ha franqueado junto a unas señoras un pobre que a mi me ha parecido hasta elegante y, de mesurados ademanes.

Una vez en el interior del templo, me he situado en un banco desde el que se divisaba bien el altar y ya he empezado a notar una agradable atmósfera de confraternización entre los asistentes.

Un grupo de jóvenes y algún adulto estaban ajustando sus guitarras, panderetas y ¡percusión! y preparándose para iniciar la liturgia. El sacerdote todavia no había hecho acto de presencia y esperaba al final del templo a que arrancaran los de la música para hacer su entrada. Un joven ayudante trajeado ha pasado delante de mí y luego ha vuelto, ya revestido, para dar los últimos toques a un proyector que amplificaba la imagen de las letras de las canciones para que los feligreses pudieran también recordar la canción.

He contado unos 220 asistentes. La iglesia estaba llena y el perfil de edad -a diferencia de anteriores ocasiones- era mucho más variado: unos 20-25 niños en primera fila, algunas atractivas jóvenes y vigilantes mamás y el resto del personal un poco más mayor y de aspecto ligeramente acomodado.

La puesta en escena ha sido perfecta. El cura ha hecho su entrada acogido y acompañado por un bello cántico que los del grupo de orquestación ha desgranado con mucho acierto. Varios feligreses hacían sonar sus palmas con algunas estrofas e incluso, el jóven acompañante del cura me ha parecido que se movía al ritmo de la música.

Varios niños han leído las sagradas escrituras y también he de anotar la muy cuidada ambientación pues además de su cándida voz, era de agradecer el altillo que les habían preparado para que la lectura se pudiera realizar sin problemas.

Cada cierto tiempo, aprovechando los cambios en la liturgia el grupo musical continuaba interpretando sus rítmicas canciones arropado por los asistentes y los sacerdotes. El ambiente en la iglesia se iba haciendo cada vez más cálido y agradable. El mosen ha leído el evangelio y acto seguido ha iniciado la homilía.

¡Qué manejo de la palabra! ¡Qué dotes didácticas! ¡Qué sencillez y profundidad al mismo tiempo en sus explicaciones! ¡Qué capacidad de interlocución con los niños allí presentes y con los adultos! ¡Qué sinceridad se apreciaba en su mensaje! La homilía ha constituido para mí una obra maestra en la que han confluído lo más granado de la oratoria, la comunicación no verbal, la empatía con los asistentes, el mensaje claro y sencillo en favor de los pobres.

Después de tan deslumbrante intervención ha venido el capítulo de ofrendas y de nuevo los niños han pasado a ofrecer: unos auriculares, unas flores, el caliz y la hostia mientras una niña leía el texto de las ofrendas y el grupo cantante entonaba -bajito- una nueva canción.

Cuando ha llegado la hora del Padrenuestro, además de proyectar en pantalla la canción previa que acompañaba el rezo, el sacerdote nos ha invitado a cogernos de la mano mientras escuchábamos la canción-plegaria. Unos segundos después, notando el calor de la mano de la señora de mi izquierda y el suave apretón del señor de mi derecha y viendo la cadena humana que se había formado en el templo es cuando he sentido como una benéfica opresión en mi estómago y, sorpresivamente, me he dado cuenta que sentía ganas de llorar. Mis párpados se han humedecido e incluso he llegado a pensar que las lágrimas se iban a deslizar por mis mejillas. Al final la cosa no ha ido a más y todo ha retornado a la normalidad.

A pesar de que sólo pensaba permanecer hasta el final de la homilía, he decidido terminar toda la misa. Ha sido una decisión acertada pues entre los cánticos y las acertadas palabras del cura, sumadas a la alegre participación de los asistentes al término del santo oficio la ceremonia ha salido redonda.

Sólo ha faltado la canción final (el cura ya se había retirado) entonada con mucho sentimiento por el profesional coro que de nuevo me ha puesto al borde de un nuevo derrame de lágrimas. El estribillo decía así:

"Adelante por los sueños que aún nos quedan
Adelante por los aquellos que están por venir
Adelante porque no importa la meta
El destino es la promesa de seguir adelante"

Un montón de ideas iban discurriendo por mi mente. Desde luego, una muy clara es la importancia de la convicción, el ejemplo, la capacidad didáctica y el gusto por el detalle para crear un buen ambiente en un grupo. Otra idea es que el obispado debería tomar nota y premiar, de alguna manerra a los curas como el de esta parroquia con tan buenas capacidades. Finalmente he pensado que la experiencia de hoy se puede transponer a la empresa privada o a cualquier organización donde una sóla persona convencida puede mejorar muchísimo su funcionamiento.

Finalmente otra reflexión tomada de la física de partículas. Al igual que los colisionadores pueden crear partículas exóticas que nunca hubieran imaginado los físicos, cuando dos ideas contrapuestas chocan entre sí puede ocurrir la singularidad de generarse un estado afectivo y emocional desconocido.

Por mi parte puedo decir que hoy he entrado a las 11 de la mañana en la parroquia San Vicente de Paúl con una mezcla de socarronería y curiosidad y decir que he salido mucho mejor persona.

El resto de las fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/Linea30LoMejorHaSidoLaMisa##

domingo, 7 de febrero de 2010

Muchas sorpresas en San Gregorio. Bus 29

Sorpresivamente hoy me he levantado bastante temprano (8:30). La combinación de ayer por la noche de: té+cerveza+tónica+cortado+leche desnatada no ha sido muy afortunada y, como en otras ocasiones, he dado muchas vueltas en la cama.

Sin embargo me sentía pletórico de energía y con ganas de disfrutar del viaje a San Gregorio. El día acompañaba y el paseo hasta el número 10 de la Avenida Las Torres me han sentado de maravilla.

He saludado (mentalmente) a mis amigos torcaces que disfrutaban picoteando en el solar aledaño de Marqués de la Cadena e incluso he tomado dos fotografías de la original bandada. No sé por qué pero le tienen un gran cariño a ese emplazamiento. Como sólo los veo en domingo he llegado a pensar que sólo están allí ese día de la semana, pero probablemente el resto de la semana también se les pueda ver por la mañana, término éste que debería comprobar siguiendo el modelo empírico-experimental.

Me he desplazado caminando hasta el principio de la línea 29 y enseguida se ha presentado el autobús. Para entonces ya había tomado las consabidas fotos del poste indicador del "Comienzo de línea".

El autobús ha arrancado a las 9:38 y no he podido tomar posiciones como suelo hacer

habitualmente ya que una señora ecuatoriana se me ha adelantado y se ha sentado en el puesto que suelo tomar como punto de observación. Pero es igual, el viaje me ha resultado cómodo y rápido y también se ha mantenido la regularidad en la tipología de viajeros que a esas horas suben al bus: señoras mayores e inmigrantes sobre todo. A mitad de viaje se han subido una chica y un chico con sus mochilas y un grupito de señoras han hecho un poco de rechufla al comprobar que sólo hablaban inglés y que iban en dirección contraria de su supuesto destino: la basílica del Pilar.

Con grandes voces muy cariñosas (en español) les han conminado a apearse (ellas también se han apeado) en la MAZ y no se en qué habrá quedado el tema porque el autobús ha continuado su camino haciendo caso omiso de las desventuras de los mochileros.

Otra curiosa observación durante el viaje ha sido originada por una pareja de mediana edad que estaba sentada detrás de mí. Sólo hablaba él pero el volumen de voz me permitía enterarme de toda la conversación. También podía observarlos en el reflejo del cristal. Era como un "Gran Hermano autobusero" en directo. Como en tantas ocasiones he comprobado, el tema era económico (de unos dineros que le debían a él) y para reforzar su argumentación ha echado mano de lo "que decía mi abuelo" ; algo así como que si alguien te debe algo y no te lo paga, en su momento, cuando tengas la ocasión de cobrárselo, pues que también le cobres los intereses de la deuda. Yo he supuesto que este aforismo se podrá aplicar a todo tipo de deudas aunque tengo mis dudas sobre la forma de calcular los intereses de (pongamos por caso) una deuda de gratitud.

Total, que el autobús ha llegado al final de la línea en el Barrio de San Gregorio ubicada, justamente, en la entrada al hospital "Royo Villanova" (antiguo "Cascajo). He tratado de tomar una foto de frente del autobús desde lejos y como tenía mis dudas si el conductor me estaba viendo o no y el posible grado de mosqueo del mismo, para disimular y contrariando mis iniciales intenciones me he dirigido hacia el interior del hospital por la zona ajardinada. Llegado a un punto en el que el paisaje nada me decía he decidido dar media vuelta y, despreciando el posible desagrado del conductor por lo de la foto, me he encaminado por la "Calle de enmedio" (así rezaba el cartel indicador) y también para apaciguar mi inquietud por si no la encontraba con rapidez, le he hecho a un señor la pregunta de rigor: ¿Sabé dónde se encuentra la iglesia? Muy amable me ha indicado con una imprecisión muy española el sitio por donde debía caminar y, supuestamente llegar a mi destino.


Con paso vivo me he encaminado hacia el incierto destino descrito por el Sangregoriano y, en un primer ojeo nada he podido encontrar. Ha sido necesaria una nueva investigación preguntando a dos jóvenes que cargaban sendos bombos de Semana Santa en un coche y, esta vez sí, me han señalado con precisión la ubicación del templo.

Hasta allí me he acercado y cerciorado que la misa comenzaba a las 11:30. Eran las 10:30 y por tanto disponía de una hora para "alparcear" por San Gregorio.

Así que me he dirigido hacia el restaurante San Gregorio (del que luego hablaré) y después he tomado la calle de Cristo Rey y he decidido recorrerla desde mi ubicación hasta su final en la autovía de Huesca.


Dos cosas me han llamado la atención en este primer recorrido: un señor que entraba en un almacén en el que ponía "venta de miel", y como yo también soy colmenero pues, ya se sabe, la cabra tira al monte. Después he pasado por el Horno de repostería "Cristo Rey" en el que me he comprado un pastel de manzana y 250 gramos de lacitos. Ambas cosas estaban deliciosas. ¡Qué pena -he pensado- que el establecimiento esté tan poco cuidado desde el punto de vista estético y que no se hagan publicidad porque el producto es bueno pero los complementos dejan mucho que desear!


El final de la calle daba ya a la autovía y me he percatado de un puente que la cruzaba para pasar al otro lado de la misma. He decidido subir por las escaleras y ha sido una buena idea porque desde arriba se vislumbraba un paisaje muy particular: al fondo, a la izquierda el Pirineo nevado y a la derecha la papelera La Montañanesa vomitando -como de costumbre- un humo pestilente.

También me he fijado en una urbanización situada en la parte izquierda de la autovía (según se va hacia Huesca). Es la urbanización "El pinar" constituida por varios bloques de viviendas de unas 7 alturas. No conocía esta urbanización y dada mi habitual curiosidad he aprovechado que un señor entraba en el recinto vallado para pasar yo también al interior del mismo.

El recorrido inicial por la urbanización no me ha aportado grandes novedades si bien es cierto que el lugar destilaba un aire tranquilo y sosegado, un pelín castrense.


Cuando ya me dirigía a la salida me he llevado una sorpresa pues he reconocido a un señor que iba paseando un perrito Yorkshire. Era Michel, de casa Maño de Uncastillo. Él también me ha reconocido y ambos hemos estado departiendo un rato. Él poniéndome al corriente de su situación familiar (una hija tuvo la mala suerte de tomar una pastilla a la que era alérgica y sufrió graves consecuencias y su hermano Jesús que falleció hace ya dos años) y yo comentándole también mi actual situación profesional y el motivo de la visita a la urbanización.


Nos hemos despedido y yo he partido con una gran tristeza al conocer ambas noticias, tanto por su hija como por su hermano con el que, en tiempos, compartimos algunas aventuras.

De nuevo he cruzado el puente de la autovía y he vuelto hacia el centro del barrio. Ya se iba haciendo la hora de ir a misa pero no quería dejar de entrar en el restaurante San Gregorio para observar el ambiente en su interior.


Sólo señalaré que esta vez he tenido suerte y me he apropiado del Periódico de Aragón. He leído con avidez sus titulares mientras amarraba con fuerza el vasito del cortado para tratar de transmitir a mis manos el exceso de calor de la bebida y podérmelo tomar sin riesgo de quemarme el paladar.


Ya se me hacía tarde y, después de ir al baño me he dado prisa porque ya eran las 11:45 y la misa se encontraba muy adelantada.


Me he introducido subrepticiamente en el templo y rápidamente me he hecho composición del lugar: todos los fieles en la fila izquierda de la iglesia y la fila derecha totalmente vacía. He contado 24 asistentes de los cuales, 5 eran niños y el resto, como siempre personal de edad avanzada.


Iba un poco condicionado porque Michel me había comentado que creía que el cura era el mismo que apareció en los diarios por un tema de bodas de conveniencia entre inmigrantes y españoles y, quizás por eso, el mensaje que pretendía transmitir en el sermón no me ha parecido nada convincente tanto por el tono de la voz como por la muletilla "eeeeeeeee" que empleaba en demasiadas ocasiones, como no sabiendo como finalizar una frase y empezar la otra

Por otra parte, su aspecto tampoco era el usual del clero. Cura joven, pelo más bien largo y una tímida coleta recogida hacia atrás.



También como anécdota señalar que en el "podéis daros fraternalmente la paz" los niños han pasado por todos los bancos y, como si fuera una fiesta, iban dando la mano a toda la abuelería y personal asistente en general.

El final de la misa lo ha empleado el sacerdote para hacer numerosas observaciones sobre actividades en la parroquia y otras propias de la diócesis. La más interesante me ha parecido una convocatoria para limpiar la ermita de San Gregorio el próximo domingo a las 10 de la mañana con el fin de preparar todo para el mes de mayo que es cuando, parece, se realiza la romería. Yo, si puedo, este año no me la perderé.


Ha terminado la misa y hemos salido los fieles. Yo me he dirigido a la repostería "Cristo Rey" donde anteriormente había encargado una ración suplementaria de lacitos que estaban exquisitos y, de paso dejado la bolsa de plástico para que no me molestara en la misa. La señora, muy amable me ha devuelto la bolsa y ya me he encaminado hacia el fin-principio de línea para tomar el bus de regreso.


He tenido suerte pues nada más llegar a la parada ha aparecido el autobús. En un plis plas nos hemos presentado al final de Salvador Allende donde me he apeado y, posteriormente he realizado a pie el recorrido por Valle de Broto y Marqués de la Cadena.


Todavía me ha quedado tiempo para comprar "El País" y, cuando he llegado a casa, me he encontrado con que no había nadie de la familia nuclear. Estaba mi padre que me ha puesto al corriente que tanto Eva como Laura y Rosa Mari habían salido con el Pipo

Breve y animada charla con mi padre dado mi estado de euforia post-cortado. Enseguida han llegado las niñas y la madre que ya traían provisiones de una tienda de comida elaborada. Nuevo e interesante intercambio de ideas e impresiones y ya nos hemos puesto a comer.

Como siempre, parecía que volvía de una larga estancia en un remoto país y también con buena gana de comer. Así que me he servido un vaso de vino de Rioja y he devorado la menestra y el pollo asado. Una larga y plácida tarde se vislumbraba al acabar de comer: ver el telediario, leer el periódico y estar todos en familia. De nuevo la sencillez de las cosas cotidianas cobra una nueva dimensión cuando uno cree que ha cumplido con el deber.


El resto de fotos en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/MuchasSorpresasEnSanGregorioBus29##

lunes, 1 de febrero de 2010

Sin noticias de los Tortos. Línea 28

La cuestión de la inexistencia de la línea 26 está todavía pendiente de resolución. Llamé a TUZSA pero el empleado que me atendió no resolvió mis dudas. Parece ser que la actual línea 27 era la anterior 26. Para indagar más sobre los motivos del cambio me remitió a la oficina del Caracol. Todavía no he podido cerrar este último capítulo.

Hoy me hacía una ilusión especial realizar el recorrido hasta Peñaflor. Además de visitar un barrio rural y disfrutar de un paisaje rural (siempre tan querido por mí) me vería con mi compañero de trabajo y amigo Basilio y juntos, recorreríamos el barrio deteniéndonos en los parajes más interesantes.

Así es que provisto de nuevo de provisiones, me he lanzado a la calle a las 10:03. Por no ser reiterativo, diré que de nuevo he realizado a pie el recorrido hasta el Paseo Pamplona caminando por la ribera del Ebro. Al igual que el domingo anterior, me han llamado la atención varios ejemplares de palomas torcaces (con más envergadura que las habituales de la plaza del Pilar) que reposaban tranquilamente en unos aylantos ubicados en un solar que da a Marqués de la Cadena.

El recorrido por la ribera no ha aportado impresiones especialmente relevantes. Eso sí. A mí el trayecto siempre me resulta agradable. Todo lo que sea pasear al lado de un río me parece ilusionante.

Sobre las 10:45 llegaba al comienzo de la línea 28 y le he preguntado a una señora pequeñota y regordeta a qué hora estaba prevista la llegada del bus. "Yo creo que estará aquí a las 11 menos cinco". Su pronóstico ha resultado acertado y una vez pagado el billete, el autobús ha arrancado. Eran las 11:03 de la mañana.

El recorrido en su parte urbana se ha ceñido al típico de los autobuses ciudadanos: mucho semáforo, mucha parada, mucho arranque y freno. Cuando hemos abandonado la Avenida de Cataluña y encaminado hacia Montañana, el bus ha iniciado un "trotecillo" que más adelante se ha convertido en "galopada" una vez pasada la factoría de La Montañanesa. Pienso que han disfrutado los dos: el conductor y el vehículo. No todos los autobuses urbanos tienen la dicha de viajar con velocidades largas durante tanto tiempo (he pensado).

Hemos llegado a Peñaflor a las 11:41. El viaje ha durado, por tanto, 38 minutos pero no se me ha hecho pesado en absoluto. La mañana estaba fría y las gentes del pueblo dormitaban o se guarecían en sus domicilios porque no se veía ni un alma por la calle.
Siguiendo las instrucciones de Basilio he buscado la calle que da directamente a la iglesia (la calle de la Cruz o de las cruces) y la he recorrido para comprobar si recordaba la imagen mental de la casa de mi compañero ya que la agenda la tenía "muerta" al no haber recargado la pila y por tanto no podía acceder al dato del nombre y número de la calle.

Todavía otra vuelta en sentido contrario por una calle paralela y, de paso, me he interesado por la hora de la misa, que como ya es habitual comenzaba a las 12:30.

Para hacer un poco de tiempo y seguir con el mismo ritual que en anteriores excursiones, me he metido en el único bar que ya había descubierto anteriormente en otra escapada a Peñaflor: el Bar La Carretera.

Un espeso humo de cigarrillos me ha envuelto nada más entrar al mismo tiempo que de un plumazo observaba: el suelo lleno de papeles y las mesas sin recoger, el bar sin pintar, tres chicas jóvenes con libros escolares hablando a gritos de sus cosas, un señor jugando sin parar en una tragaperras y dos camareras de aspecto latino añorando (creo yo) la calidez de su tierra y las maneras más afables y melosas de sus gentes.

De nuevo El Heraldo estaba prisionero de un señor que disfrutaba pasando página a cámara lenta y me asaltaban las dudas si un Periódico de Aragón que leía otro parroquiano era de su propiedad o de la casa. La cuestión la he resuelto calentando mis manos con la ardiente taza de té y bebiendo a sorbos la infusión mientras miraba distraidamente en la tele el "Canal latino".

He salido de "La Carretera" con la firme decisión de no volver y el empeño en buscar otro bar alternativo para cuando regrese en otra ocasión a Peñaflor y confiando en que el ponderado criterio de mi amigo Basilio me encaminaría hacia un establecimiento con más glamour en posteriores ocasiones.

De nuevo he tomado la calle de La Cruz y cuando he llegado a la casa que yo creía recordar era la de mi compañero, he tocado el timbre.

Me ha salido a recibir su señora que muy amablemente me ha invitado a pasar y, al instante ha bajado Basilio. Juntos hemos estado departiendo un ratillo ya que enseguida les he comunicado que debía cumplir con mi misión de asistir a misa al menos hasta que finalizara la homilía.

Traspasado el umbral de la puerta del templo me he encontrado con un recinto agradable y acogedor. Muy bien decorado, adornado con flores y pintado recientemente. El saborcillo mudéjar de la factura del templo destilaba también en su interior. Los angelotes y santos de los retrablos brillaban después de su restauración. Una cándida paz se respiraba entre los (aproximadamente) cincuenta aistentes a la liturgia. Como siempre, mayoría septagenarios y dos niños y dos niñas ayudando al sacerdote en su celebración.

El cura, desde mi puesto de observación casi al final del templo, se daba un aire a lo Javier Cámara. Su voz era firme y potente y todavía quedaba más resaltada con los cuatro altavoces alargados desplegados estratégicamente en la iglesia, alimentados por un amplificador con algún punto de más de volumen.

La misa se ha desarrollado como siempre. Las lecturas leídas por dos señores bastante piadosos (el primero leía mejor que el segundo) y el evangelio que hablaba de un supuesto cabreo de los judíos en la sinagoga de Nazareth con Jesús ya que al final se hablaba de la posibilidad de despeñarlo por un desfiladero por algunas expresiones o frases que ofendieron a sus conciudadanos. No recordaba este pasaje a pesar de mi extenso pasado como monaguillo en el pueblo.

En la homilía de nuevo se ha producido el "efecto puzzle", es decir, cómo encajar las piezas de las lecturas y acomodarlas a la situación actual. He sacado en limpio una especie de regañina del mosen con sus feligreses porque "al igual que le pasó a Jesús", al principio (el domingo) lo acogen pero luego, durante la semana, se olvidan de él. Conclusión: hay que ser más constantes en la fe y punto pelota.

Como ya viene siendo habitual, de nuevo me he preguntado qué les habrá quedado en claro a los asistentes del mensaje del cura. "Se podría aplicar un cuestionario de evaluación para ver qué contenidos de la homilía han integrado los fieles". De nuevo mi sesgo de profesional de la educación ha salido a relucir.

Aprovechando el cierto grado de confusión que generan los cambios de actividad en la liturgia (en este caso las ofrendas leídas por los niños) me he dirigido a la puerta de atrás y he salido del templo.

De nuevo he pasado por casa Basilio que también me ha presentado a su hija Estela y luego ambos nos hemos dado un garbeo por el pueblo deteniéndonos en los lugares más significados: El casino, otro bar en la Plaza de España, la tienda de los Tortos de Peñaflor (cerrada como todo, en domingo), el Centro Cívico, la panadería, las escuelas, el cuartel de la guardia civil, el balcon de los forasteros.... Todo ello departiendo amigablemente y tratando de muchas y variadas cuestiones.

Era ya la una y media y yo debía partir. Nos hemos despedido y enseguida ha llegado un nuevo 28 que con mucha celeridad me ha trasportado hasta las inmediaciones de la calle Pascuala Perié, ya en mi barrio.

He llegado a casa aterido de frío. La mañana estaba fresca pero en Peñaflor todavía se dejaba sentir más el fresco. Así es que me he colocado con la espalda pegada a un radiador y poco a poco el calorcillo se ha ido transfiriendo a mi cuerpo. Esa agradable sensación unida a las ganas de comer y que la comida ya estaba preparada me ha transportado a la dimensión de las cosas sencillas que se valoran más cuando careces de ellas.
Como siempre, el resto del reportaje fotográfico en: http://picasaweb.google.com/rutaviva2/SinNoticiasDeLosTortosLinea28##